ACTO DE MAGISTERIO

Consagrarse a María es un acto necesario

(Borrador: Traducción Automática)

  1. En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.María es la Madre de Dios (Lc 1,43) y la Madre de todo niño que en su Hijo Jesús se reconoce (Jn 1,12).

  2. San Pedro es aquel sobre el que Jesús fundó su Iglesia (Mt 16,18). Pedro es, por tanto, «la» Piedra (Jn 1,42), aquel que, aunque negó al Hijo de Dios (Mt 26,34), se arrepintió; y, contrito, lloró su error, encomendándose al Corazón Inmaculado de María (Revelación de Jesús a Maria Giuseppina Norcia, «Catequesis de Jesús», 01/01/1988), dejándose curar por el Amor de su Madre, para ser entonces «la» Piedra, que la humanidad nunca más podría arañar.

  3. Petrus, en su encuentro con María y en su infinito amor a María, es el Signo para esta humanidad que quiere arrepentirse siguiendo a María, la Estrella del camino de todo hombre y mujer que quiere encontrar la única Verdad, que en la Cunita del Niño Jesús ha fijado su residencia permanente (Mt 2,9-10).

  4. Petrus es, por tanto, el Signo de la unión inseparable entre los consagrados del Hijo y el Corazón Inmaculado de María, al que todos deben consagrarse ahora, para vivir en plenitud el Espíritu unigénito: el mismo Espíritu que penetró en el Corazón Inmaculado de María (Lc 1,35) desbordando en ella la gracia paterna (Lc 1,28); el mismo Espíritu que está en el Padre y en el Hijo y que en María, esencialmente, se encarnó, para luego convertirse en el «Verbo encarnado» (Jn 1,14) que condujo a todos a la Salvación, hacia el Itinerario de la Salvación (Revelación de Jesús a Maria Giuseppina Norcia, «El retorno de Jesús», 30/10/1994), que entonces comenzó y que ahora llega a su fin.

  5. Los hombres de este mundo nunca podrán comprender el verdadero significado del Amor, el Amor hecho Persona (1Jn 3,16) – engendrado por el Corazón Inmaculado de María, dado a los hombres para reconocerse todos bajo un solo Pastor (Jn 10,16) – si no doblan las rodillas e inclinan la cabeza consagrándose a María.

  6. En estos últimos tiempos de la historia de la salvación, la consagración a María es un Acto necesario, no opcional ni aplazable. Quien quiera vivir en la plenitud de Jesús, el Buen Pastor, humilde y manso, suave y santo (Mt 11,29), debe consagrarse a María.

  7. A través de María, las Ovejas reconocen al Buen Pastor en su esencia espiritual, y lo reconocen entonces como verdadero Hombre y verdadero Dios (Jn 10,14).

  8. El Buen Pastor conoce a sus ovejas una por una: conoce su corazón, su espíritu, su olor; conoce también su sentimiento, así como conoce los pensamientos del corazón (pensamientos que llevan a hacer el bien, pensamientos que remueven): todo lo conoce el Buen Pastor (Jn 10,27). Del mismo modo, las ovejas reconocen el olor, las palabras, los sentimientos del Buen Maestro, sólo Él, que es la Vida (Jn 14,6) y da la Vida (Jn 5,24).

  9. Uno es el Buen Maestro (Mc 10,18); todos los demás son extras (Jn 10,8): extras de este mundo que tienden o quieren ser reconocidos como maestros (Mt 24,23-25) pero que conducen a todos hacia la nada, hacia todo lo que es decadente, destinado a terminar, con este mundo. Aquí está esa felicidad que no satisface al corazón sino que es efímera y pasajera (Eclo 18,26). Aquí está el poder de prevalecer y de querer prevalecer sobre los demás que dará paso a la nada, porque todo llegará a su fin (Mt 24,14).

  10. Sólo quien apoya su vida en la Piedra, la única y eterna Piedra, la piedra angular (1 Pe 2,6), encontrará la Vida eterna, que no tendrá fin (1 Jn 5,10-14).

  11. Para ello, la humanidad debe confiarse y consagrarse necesariamente a María (Revelación de Jesús a María Giuseppina Norcia, «María, me consagro a Ti», 10/03/1986). Esta es la razón por la que Jesús, en la culminación de su misión terrena, dio a todos «la» Madre, la única y eterna Madre (Jn 19,27): para que esta humanidad debiera (entonces) y deba (ahora) «aferrarse» a María, para comprenderla y conocerla en plenitud.

  12. Comprender a María significa no sólo detenerse en el hecho de que María es «la» Madre de Dios (y realmente lo es); no sólo reconocer a María como el humilde Instrumento que engendró al Salvador; sino conocer intensa y profundamente el significado de la pertenencia de Su Corazón Inmaculado al Corazón del Padre, en una fusión inseparable que llevó al Espíritu Santo a habitar en María y a María -en virtud de la gracia recibida y merecida (Lc 1,49)- a unirse al Padre y al Hijo en el Misterio de la Salvación (Gn 3,15).

  13. De aquí se comprende que no puede haber la Santísima Trinidad por un lado y la humanidad por otro, sino que la Santísima Trinidad está unida a María Corredentora en el Misterio de la Redención (Decreto Pontificio «En María, con María y por María», 22/12/2019). En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

14 de octubre de 2024

El Pontífice
Samuele