ACTO DE MAGISTERIO
El Espíritu Divino santifica
el corazón, el cuerpo y el alma
(Borrador: Traducción Automática)
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El Espíritu Divino que parte del Padre, procede en el Hijo y llega al corazón de cada hijo (Gal 4,6) de buena voluntad es Aquel que santifica los corazones (Eb 2,11).
Esta es la Esencia del Espíritu, que da a todos los hijos de Dios Su Consejo de Amor, el Pensamiento del Padre, que se materializa en el Hijo y que en el Corazón Inmaculado de María es para todos Fuente de Eterna Bienaventuranza (Lc 1,45.48).
Quien quiera ser amado por Dios, ofrezca su corazón al Espíritu Divino, para que Él pueda tomar morada viva en el corazón (Rom 8,11; 1Cor 3,16) para ofrecerlo a María, Refugio y Abrigo de toda insidia.
Quien quiera crecer en sabiduría y prudencia (Ef 1,17) consagre su corazón al Espíritu de la Sabiduría del Padre, que inundará los corazones con su frescura.
Quien quiera poner en primer lugar el Voluntad de Aquel que lo ha creado todo, pida al Espíritu Divino poder disminuir en la humanidad y crecer en la divinidad (cf. Jn 3,30), para ser como Él es.
He aquí la santificación del corazón, del cuerpo y del alma, para poder ser nuevos y renovados y poder renacer a una nueva vida (Jn 3,4.7), en la Luz, en la Luz que es Vida (Jn 8,12), en la Luz que conduce a todos a la Vida (Jn 1,4), en la Luz verdadera, la Bienaventuranza eterna.
He aquí la Pequeña Cuna del Niño Jesús, la Pila del Espíritu Santo (Revelación de Jesús a María G. Norcia, «El Espíritu Santo», 13/09/1984), donde toda angustia puede ser alejada, toda fechoría puede ser borrada, donde todo -si se pide con amor- será purificado (Hch 10,15).
He aquí la Amor que todo lo calma y todo lo cura. En el momento en que se comprende lo que se ha hecho de malo, aquí, en la Pila del Espíritu Santo, con ardor, con el corazón, uno se postra para ser lavado, limpiado, purificado (Sal 50,9), inundado por la frescura del Amor de Dios.
He aquí el único Centro de la infinita Misericordia del Padre (Revelación de Jesús a María G. Norcia, «La Fuente de Misericordia y de Paz», 19/04/1998).
Misericordia y Espíritu Santo (Tt 3,5), unidos, para donar alegría y armonía, paz y santidad, para donar el verdadero y sublime Amor.
Por eso el Padre ha preservado este rincón de la Tierra (Revelación de Jesús a María G. Norcia, «La Ascensión al Cielo», 13/04/1995), haciéndolo brillar con Su Luz, porque el mundo habría caído en un abismo sin fin. ¿Y quién habría socorrido a los hijos de Dios? ¿Quién les habría dado esa Agua de la Fuente de la Vida (Ap 21,6)? ¿Quién, si no el Padre? En Su infinita Bondad, en Su infinita Amor, Él ha protegido, amado, custodiado, para luego presentar a todo el mundo este Rincón del Paraíso, Puerta de la Eternidad.
He aquí el Espíritu que debe circular en este Valle, en este Lugar, en esta Tierra (Sal 103,30), para luego ser transportado a los corazones y hacerlos cada vez más puros, puros, puros, para alejar la impudicia de un mundo que no conoce el fin de la pecado, pero que aumenta diariamente su propia condena (Ap 17,1; 18,5).
En esta Tierra, el Hijo de Dios será visto como Juez eterno (Revelación de Jesús a María G. Norcia, «El año uno de la nueva era», 31/12/1994), pero su medida de juicio es la misericordia, la justicia misericordiosa, que lo filtrará todo para dar: la recompensa final a los que han permanecido puros de corazón y santos de espíritu; a los demás, el sufrimiento infinito (Mt 25,46).
Los mártires de esta Tierra, mártires de una humanidad que se ha convertido en piedra de tropiezo ante Dios, serán todos acogidos por el Espíritu Divino que los purificará para luego presentarse ante el Padre, con el vestido blanco (Ap 3,5; 7,9.14).
Todos aquellos que han ofrecido y sufrido en nombre de Dios; todos aquellos que han dado su vida por el Nombre del Hijo de Dios; todos aquellos que han sufrido en esta Tierra por este Santo Misterio odiado por el mundo y amado por Dios, encontrarán la Puerta abierta (Espiritualidad, « María es la Escalera de Oro, la Puerta del Reino de Cristo», 12/11/2022), la Puerta del Corazón de María (Acto de Magisterio, «María, la Puerta Santa de los hijos de Dios», 24/12/2024) que, como una buena y tierna Madre, secará sus lágrimas (Ap 21,4), secará sus culpas, dándoles la alegría, la alegría del Paraíso: María, Puerta del Paraíso, Tabernáculo del Espíritu Divino (Decreto Pontificio, «En María, con María y por María», 22/12/2019).
A los demás se les dejará a la madrastra (Ap 17,3-7), podrida, seca y desnuda (Ap 17,16), para que lloren por no volver a ver la Luz.
Todos aquellos que hayan mantenido firme la fe estarán en comunión con el Corazón del Padre (1Jn 1,3) por toda la eternidad. Esta es la verdadera comunión, de corazón, de alma y de espíritu.
Cada vez más en este tiempo, el Espíritu Divino soplará para comunicar a cada corazón Su Pensamiento, Sus Consejos, para que todos puedan crecer y aprender a escuchar con el corazón para luego ponerlo en práctica con un espíritu vivo y pleno (Lc 6,47-48).
He aquí la misión encomendada por el Padre a sus hijos: instruir con la santidad a todos aquellos con los que el Padre los haga encontrarse (Jer 31,34), para que nadie pueda decir nunca: «No lo sabía».
¡Hijos de Dios! Mirad hacia arriba, justo delante de vosotros. Una Luz os indica el camino (Mt 2,2): «la» Luz. Ponedla en práctica. Sus Pasos, vuestros pasos; Sus Manos, vuestras manos; Su Mirada, vuestra mirada, para ir directos hacia la meta final, cumpliendo cada misión para concluir «la» misión, que llevará a cabo y hará comprender a todos Aquel que salva, que agitará su bieldo para apartar la paja y recoger el trigo (Mt 3,12), porque ha llegado el tiempo de la siega (Ap 14,14-16) y el Dueño está llamado a segar y recoger, a descartar y apartar lo que es bueno.
Esto traerá la Pascua de Cristo Señor, Rey de reyes y Señor de señores (Ap 19,16). En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
13 de abril de 2025
Domingo de Ramos
El Pontífice
Samuele
