ACTO DE MAGISTERIO

La Reciprocidad del Amor en la Sagrada Familia
y el Misterio de la Vida

(Borrador: Traducción Automática)

  1. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Que el Amor de Jesús, Su Corazón Misericordioso y Su Santidad estén con todos los hijos de Dios que aman a la Sagrada Familia, que aman a San José y a María Santísima, aquellos que Dios Padre Todopoderoso eligió y entregó a Su Hijo (Lc 1,27), para que en la Sagrada Familia toda familia sea y consista.

  2. La fiesta de la Sagrada Familia es el fundamento del camino de todo cristiano, para que la Sagrada Familia sea para todos el centro del verdadero Amor, de cómo el Padre la concibió, porque de aquella Unión nació la Vida, nace la Vida, el don inmenso del Padre (Gn 1, 28).

  3. Todo comienza de lo que Dios une (Gn 1,27). Y así nace la Vida, el don supremo del Padre. Este es el sentido del Amor paterno y materno que san José y María santísima dan a todos (Mt 2, 13).

  4. María Santísima y San José son la Fuente de la Iglesia, que comenzó en ese Amor, esponsal y familiar (Revelación de Jesús a Maria Giuseppina Norcia, «San José», 19/03/1998). He aquí la primera Iglesia: marido y mujer; hombre y mujer; padres e hijos. Familia: costilla de la Vida (Gn 2,22).

  5. La Familia es la Iglesia doméstica. Cada hogar, cada familia debe ser, hoy más que nunca, una cuna de amor, que se llena del Amor divino (Gn 7,1).

  6. Porque una y otra vez, los hombres no han comprendido el valor de la Custodia de San José, el valor de su Amor, el valor de su Caridad (Mt 13,55). Como sucede a menudo, el hombre descarta y olvida lo que es bueno para saciarse y alimentarse de lo que es malsano (Rom 1, 24-27).

  7. En San José consistía la Fuerza humana y la Fuerza del Corazón, porque el Padre infundió en Su Corazón la Huella Paterna. No había duda en el Corazón de San José: Su Corazón sólo estaba animado por la voluntad de perseverar en el Camino recto (Mt 1,19); Su Corazón esperaba la Consumación; Su Corazón era un Ejemplo para el crecimiento humano del Pequeño Jesús; Su Corazón Santo y Puro encontró el favor del Padre (Mt 1,20) que le confió la Custodia del Hijo.

  8. San José nunca fue sometido por la Voluntad Divina y nunca fue anulado como hombre por María. En su reciprocidad, San José y María Santísima dieron ejemplo de cómo vivir y vivir en santidad.

  9. Por eso, el tiempo santo de Navidad debe ser un tiempo de descanso para todos: descanso de las preocupaciones de la vida cotidiana (Lc 21,34); un tiempo santo y propicio para que todos se centren en la unión esponsal vivificante, para encontrarse en esa célula inicial, representada por el Amor de María y el Amor de José.

  10. Cada familia debe saber encontrarse en el fundamento de la Iglesia: en María Santísima y en San José, para poder comprender, con amor tangible, a través de Personas reales y verdaderas, qué es la «Reciprocidad del Amor», de la que todos deben alimentarse, para luego dar vida al fruto del amor (Revelación de María Santísima a Maria Giuseppina Norcia, «La Divina Familia y la Escalera de Oro», 25/12/1988).

  11. Aquí está Jesús, «el» Fruto del Amor del Padre (Mt 26,29), entregado a sus hijos para que lo hagan crecer en cada corazón.

  12. Aquí está el Niño Jesús, que irrumpió en el mundo como el Signo de la ruptura entre lo que era viejo y lo que iba a ser nuevo (Lc 2,34). He aquí la novedad, la Buena Noticia, revelada a los pequeños, a los sencillos por Voluntad del Padre (Lc 10,21).

  13. Y una vez más, en estos tiempos, el Niño Jesús, Fuente de Verdad (Jn 16,13), ha irrumpido en este mundo, como Signo inequívoco del Amor del Padre: Signo Nuevo de ruptura entre lo humano y lo divino; Signo Indeleble de la Acción Viva del Espíritu Santo del Padre (Ap 14,14) que encuentra y encontrará Culminación en este Monte Santo (Jn 4,21-24), donde nadie puede tener jamás Autoridad sino Aquel que viene del Padre, porque Su Nombre es Salvación (Mt 1,21).

  14. Aquí es donde en la Cunita del Niño Jesús vivimos la Historia de la Salvación, la Historia de la Concepción de la Humanidad, nacida, crecida, que vuelve al Padre para renacer en María (Jn 3,3), renovada en Su Amor puro y santo, para que todos los que han permanecido fieles a la única Verdad renazcan a la Vida nueva, esa Vida prometida que debe cumplirse por toda la eternidad (Ap 2,7).

  15. He aquí la segunda y última Gruta del Niño Jesús (Revelación de María Santísima a Maria Giuseppina Norcia, «El Espíritu Santo», 13/09/1984), donde habita la Fuente del Amor del Padre, su Bondad infinita (Sal 25,3), donde al entrar se encuentra a Aquel que lo ha creado todo.

  16. Liberado de todo lo humano, al entrar en la Cunita uno se sumerge en el Misterio de la Vida. Cunita: Lavacro de las almas (Espiritualidad, «Nueva Jerusalén: Lavacro de las almas», 14/08/2017), Puerta estrecha y ancha que conduce a la Salvación.

  17. En el Momento del abandono de la vida humana, cuando el corazón se detiene y la envoltura humana pierde su consistencia, el alma (Sal 41,2-3; 129,6), unida al espíritu, se une a su Creador (Ib 12,10).

  18. Y ese Momento es eterno, porque en ese Momento también puede haber petición de perdón (para quien quiera pedirlo) de todo lo que humanamente no se ajustó a la Ley del Padre, de ahí el Arrepentimiento (Sal 41,6); como también puede haber Castigo eterno (Mt 10,28).

  19. He aquí la Custodia de San José, Custodio de la Cunita (Decreto Pontificio, «Glorioso San José», 25/03/2020); he aquí la Intercesión de María, la Corredentora Universal (Decreto Pontificio, «En María, con María y por María», 22/12/2019); y he aquí al Niño Jesús, el que manifiesta el Corazón del Padre, Fundamento de la Vida (Jn 1,4). En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

29 de diciembre de 2024
Fiesta de la Sagrada Familia

El Pontífice
Samuele