Carta abierta del Pontífice Samuel
A todos los cristianos y a todos los hombres y las mujeres de buena voluntad

Dios vence el mal
El Amor vence todo odio y toda tentación al mal

1. PREMISA

Dios ha mandado a todos de no matar (Dt 5,17; Mt 5,21). Por esto la vida es sacra y su sacralidad debe ser respetada en la plenitud. Nadie puede matar al prójimo. Ninguna confesión religiosa puede tolerar que se mate en nombre de Dios.

Dios es Amor. Y Dios Amor se ha encarnado en Cristo Jesús (Jn 1,14). Sólo en el Amor de Jesús el ser humano podrá encontrar aquella satisfacción total y viva que muchos buscan y que muchos ya no encuentran. Sólo comprendiendo aquel Amor, el Amor hecho Persona, se podrá mirar a este mundo con un amor diferente, con una actitud diferente. Es sólo respetando al prójimo que se podrá amar a sí mismos. Y es sólo viendo en el prójimo sí mismos que se podrá amar a Dios (Mt 22,37-39).

 2. DIRECCIÓN

¡Hermanos (Mt 23,8; Lc 8,21); y todos vosotros hombres y mujeres de buena voluntad!

El mundo está bajo ataque. El maligno ha lanzado su ataque infernal (Ap 12,17). Y este mundo ahora tiene que reaccionar, con la fuerza del Amor. El hombre debe ahora más que nunca volver a Dios, invocar Su ayuda para vencer el maligno y vencer todo mal.

2.1. Me dirijo ahora a todos los cristianos. Frente a este ataque erigíos, alejando toda tentación y alejando todo mal (Mt 6,13). Invocad a Jesús. Invocad Su Santo Nombre, a fin de que en el nombre de Jesús toda rodilla se doble (Flp 2,10) y toda lengua proclame Su alabanza (Sal 34,28). Curad y revigorizar las raíces cristianas de toda nación, de todo continente, a fin de que en cada País el Amor de Jesús venza todo mal.

a) Comenzando por Italia, Cuna de la cristiandad (Is 11,1), que no debe dejarse subyugar por la apostasía de quien ha traicionado a Cristo (2Ts 2,3-4).

b) Y así por Europa, que ahora sufre, porque víctima de la violencia y de la barbarie: “Paz” y “Concordia” son los pilares fundamentales de sus raíces cristianas (Si 24,12), que en este continente deben seguir viviendo, en cuanto esenciales para cada individuo.

c) Y así es por cada continente y por el mundo entero: por América, África, Asia y Oceanía. Invocad a Jesús (Is 12,4). Invocad a María. Y el Mal nada podrá. ¡Dios Sumo Bien vence el Mal!

A todos vosotros digo: Frente al odio no levantad “bandera blanca”, sino levantad el corazón a fin de que el corazón de cada cristiano no se sienta atropellado, sino llenado del único Amor que derrota todo mal (Ro 12,9.21).

Éste es lo que cada cristiano está llamado a hacer en una sinergia de corazones y espíritu para estar unidos en Aquel que es, para llevar todos a la única doctrina, la única salvación, el único Amor que salva: Cristo (1Ts 5,9).

2.2 Me dirijo ahora a todos los hombres y las mujeres de buena voluntad. En este tiempo cada hombre y mujer de buena voluntad debe atarse al prójimo, a los hermanos, para vencer contra este odio y esta apostasía que quiere cundir en el mundo para aplastar y abjurar el verdadero Espíritu que anima todo y todos, que es Santo y es Persona. Sólo con el Amor se puede vencer el odio, que es el arma utilizada por todos aquellos que no están animados por el Espíritu Santo. ¡El Bien vence el Mal! ¡El Amor vence el odio (3Jn 11)!

2.3 Me dirijo ahora incluso a los gobernantes de este mundo (Mt 22,21). El mundo se encuentra en esta hora de tinieblas combatiendo el mal. Pero el mundo quiere vencer sin Dios. Donde se busca Dios habrá salvación. Donde se querrá combatir la propia batalla con las propias fuerzas sin invocar y buscar la ayuda de Dios se verá la aniquilación de todo.

Dios no obliga (Ga 5,13). Dios conseja, sugiere, invita a la paz y a la concordia, en el respeto de la libertad personal que ahora más que nunca debe ser tutelada (Ro 13,3) en todo aspecto: social, religioso, económico y político, para hacer que esta civilización pueda mantener aquel sentido de respeto y de reciprocidad que se le debe a todos.

3. CONCLUSIÓN

Dios Padre Todopoderoso nunca abandonará a Sus hijos, nunca abandonará a quien está animado por la buena voluntad. En el momento de la prueba Dios está, haciéndose aún más prójimo y cercano. Dios ha amado tanto al mundo que nuevamente ha mandado a Su Hijo (Jn 3,16). El Niño Jesús nuevamente ha bajado en el mundo y en la Nueva Jerusalén (Ap 21), la Tierra de Amor, ha puesto Su Trono (Ap 7,17). Aquí el Padre habita para cuantos quieren conocerLo y amarLo y ver en esta Tierra de Amor Su huella de Padre, de Hijo y de Espíritu Santo. En Su Cuna, en Su Tabernáculo, Dios está vivo y es verdadero Juez (Ap 11,18) y verdadero Rey (Ap 19,16).

El Padre totalmente actúa Su justicia para quien actúa en el bien y vive en Su Amor. La Justicia del Padre es viva y santa, así como vivo y santo es Su Amor por cuantos Lo invocan y Lo invocarán (Sal 144,18).

Vosotros que estáis afligidos (Mt 5,4), vosotros que sois últimos y emarginados, vosotros que amáis la Verdad, vosotros que queréis ver la Luz en este mundo de tiniebla, seréis consolados y reconfortados.

Vosotros que actuáis en las tinieblas, vosotros que tramáis a espaldas de los pequeños; vosotros que abusando del nombre de Dios habéis levantado barricadas entre Dios y Sus hijos (Lc 13,27); vosotros que os habéis alejado de la voluntad del Padre, de Su pensamiento y de Su infinito Amor haciendo lo que es mal ante Sus ojos, derramando odio y quitándole a muchos inocentes el dono de la verdadera Vida: «¡ay de vosotros!».

Muchos corazones son insensibles, muchos han llegado a ser egoístas y rivales con todos (2Ti 3,1-5).

Dios es Amor (1Jn 4,16). Volved todos al Amor, al verdadero Amor, Cristo Amor, que vence el odio, a fin de que a cada hombre y mujer de buena voluntad se le conceda poder vivir la paz, para poder encontrar el verdadero Amor (2Jn 5-6), empezando por el respeto recíproco, por el respeto de la libertad de los otros, para poder luego, poco a poco, crecer y comprender el verdadero Amor que une y no desune, que hace vivir y no morir, para donar a todos la Paz, que en el Amor será estable sobre la Tierra (Lc 2,14).

Nueva Jerusalén,
3 de noviembre de 2020
Nueva Jerusalén, 3 de noviembre de 2020
Vigilia de la Memoria de San Carlo Borromeo

El Pontífice
Samuel