DOCUMENTO DE MAGISTERIO
Mensaje universal de la Madre Iglesia
(Borrador: Traducción automática)
I. SALUDO
Queridos hijos y hermanos, queridos jóvenes, la paz de Cristo, Verbo hecho carne, Amor hecho Persona (Jn 1,14), esté con todos vosotros. Cristo, que nació entonces en Belén (Lc 2, 4-7), bajó para renacer en el corazón de sus hijos en la Nueva Jerusalén (Ap 21, 2), para ser acogido por quienes, haciéndose Cuna viva, a ejemplo de María (Lc 1, 38), quieren renacer a la vida nueva en el Espíritu (Jn 3, 7), que es Santo y habita en María, Ella que es Madre: Madre de Dios (Lc 1, 43) y Madre Universal (Jn 19, 27).
II. LA FAMILIA, EJE DE LA IGLESIA Y DE LA SOCIEDAD
En estos tiempos, los cristianos están llamados a permanecer firmes en su fe en Cristo (Hch 14,22; 1Cor 16,13; 1Pe 5,9), a fortalecer sus raíces en el Salvador (Lc 2,11), a acoger sus enseñanzas y ponerlas en práctica, a amar a Dios y al prójimo (Mt 22,37-39), perseverando en el recto Camino, permaneciendo anclados en la única Verdad que salva y mereciendo así recibir el don de la Vida eterna (Jn 14,6).
El centro del camino humano y cristiano del nuevo año civil que hoy comienza ha de ser la Familia, que ha de ser amada, querida y valorada como el Padre nos la ha dado, en la unión viva y santa entre el hombre y la mujer: la unión que estaba, está y estará siempre en el pensamiento del Padre, como el Padre ha manifestado al mundo desde el origen de la creación, cuando «varón y hembra los creó» (Gn 1,27), invitando al hombre y a la mujer a unirse y multiplicarse (Gn 2,28). El Padre Todopoderoso confirmó Su Pensamiento cuando, por medio del Espíritu Santo, quiso encarnar una parte de Su Corazón en el Seno de una Mujer (Lc 1,35), para que el Verbo se hiciera carne y el Amor se hiciera Persona (1 Jn 1,1-2). Y este Pensamiento quedó totalmente sellado y se manifestó inequívocamente cuando Dios Padre Todopoderoso envió de nuevo una parte de Su Corazón a esta humanidad, revelando al mundo de buena voluntad el Misterio de la Nueva Jerusalén (Ap 21, 3), que encuentra su cumplimiento en la Iglesia Cristiana Universal. En la Iglesia de Cristo refundada en el Espíritu Santo, que es Amor descendido del Cielo, la Familia es el centro del Plan de Amor y Redención querido por el Padre, que comenzó con Jesús y que, en estos últimos tiempos de la historia de Dios, se cumple en su totalidad.
En aquel tiempo, María Santísima, visitada por el Espíritu Santo, no fue llamada a acoger y criar a Jesús en la soledad (Mt 1,20). El Hijo de Dios fue criado y hecho Hombre en familia, en aquella Sagrada Familia formada por voluntad del Padre por san José y María Santísima (Lc 1, 24), para que aquel Niño creciera siguiendo el ejemplo y la enseñanza de un padre y de una madre. Esta es la voluntad del Padre omnipotente para todo hijo que, siguiendo el ejemplo del Niño Jesús, debe poder crecer en la santidad humana y divina (Lc 2, 52).
Ahora el Niño Jesús ha descendido de nuevo del Cielo, en Espíritu y Verdad (Jn 16,13), sobre las nubes, como había prometido (Hch 1,11). Y la familia se convierte de nuevo y definitivamente en el centro del plan de salvación del Padre para esta humanidad.
Así, a ejemplo de la Sagrada y Santa Familia, toda familia cristiana que se reconoce en Cristo y María, puede volver a ser fundamento y punto de apoyo de la vida de la Iglesia y de la sociedad civil, para que todos los cristianos y todos los hombres y mujeres de buena voluntad vuelvan a vivir el orden santo querido por Dios Padre Todopoderoso desde el principio (Gn 7,1; 17,1-10; 24,3-8; 28,1-3; 35,2-3.10-12).
III. DESEO Y BENDICIÓN
Animado por el vivo deseo de que todos los cristianos (Jn 1,12) y cuantos están animados por la buena voluntad (Lc 2,14) lleven a cumplimiento la voluntad del Padre Omnipotente, deseo que en este nuevo año la Familia vuelva a ser el eje de la vida de todo cristiano y la prioridad de las políticas económicas y sociales de todas las naciones que desean mantener vivas sus raíces cristianas, junto con quienes desean perseguir el verdadero Bien Común, en armonía y respeto del derecho fundamental de la sacralidad de la vida de todo hombre y mujer.
Con estos sentimientos (cf. 1 Cr 29, 18), invoco sobre todos los fieles de la Iglesia Madre, sobre todos los cristianos y sobre todos los hombres y mujeres de buena voluntad, la bendición viva del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Hch 3, 26; Ef 1, 3; Ap 5, 12), para que, por intercesión viva de María, Madre de Dios y Madre nuestra, la Familia querida por Dios vuelva a ser el centro de la vida de todo cristiano, de todo hombre y mujer de buena voluntad, y de todo Pueblo y Nación.
+ En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
1 de enero de 2022
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