Revelación de Jesús a María G. Norcia
23 de junio de 1996

“La Ciudad Santa”

(Borrador: Traducción automática)

Aquí está Jesús vestido de blanco.
¡Qué hermoso es! Lleno de luz, con el pelo al viento. Me bendice, se acerca a mí y me dice:
Hija mía, vendré así el día que tu amor dedique a mi amor.
Bendeciré a cada uno de mis hijos.
Bendeciré cada uno de sus pasos que los acercan a mi Cuna.
Bendeciré sus sufrimientos, sus alegrías, pero sobre todo bendeciré sus corazones porque yo, Jesús, Hijo de Dios, aquí adorado por el amor de las hijas de mi Padre, desearía todos los corazones semejantes al mío.
Deseo que todos mis hijos sean puros y fieles como pura y fiel fue mi Madre.
Es para que todo esto se haga realidad, que el Padre ha querido dar a tantos de sus hijos la alegría de conocer esta Isla de amor donde yo, cada día, vengo a descansar y a recoger los frutos del amor que aquí se genera en una armonía única y melodiosa con el amor del Padre.
En este día de fiesta, que tantos de mis hijos se preparan a santificar, les acogeré como en un ensayo para el día en que vendrán a Mí para encontrar allí, donde ahora está mi Cuna, mi Ciudad, la Ciudad Soberana de mi Reino, la Ciudad donde cada uno de mis hijos, antes de entrar, dejará fuera de sus muros toda su propia debilidad, toda su angustia y toda su humanidad terrena, pues nada de esto puede entrar en mi morada.
Que cada uno de mis hijos esté preparado para ser recibido por el Rey de Reyes, para convivir con los Ángeles y los Santos que vendrán aquí en gran número.
Mínima será la diferencia entre el Paraíso donde ahora se encuentran y la Ciudad que ya conocen bien y que por mi presencia será parte del mismo Paraíso del Padre.
Desde el Paraíso mis Ángeles ya la han traído a esta bendita tierra y sólo porque los corazones de mis hijos aún necesitan purificación permanece invisible.
Pero ha llegado el momento en que, por las oraciones de mis hijos, por las súplicas de María a mi Padre, por el sacrificio de los que han sabido conducir corderos de todas partes a este redil de Dios, por todo ello, pronto los corazones se abrirán completamente al amor de Dios y los ojos no verán más esta tierra hecha casi intransitable por la negligencia y el egoísmo de los hombres.
Verán así cuán grande es el amor del Padre.
Podrán tocar con sus propias manos su grandeza y su poder creador que hará nueva esta tierra para que puedan habitar dignamente en ella los que han creído y confiado en su amor infinito.
Podrán experimentar la alegría de ese gran momento en que el Padre mirará esta tierra y hará visible mi Ciudad.
Esta es la certeza, esta es la alegría que imprimiré en el corazón de mis hijos el día de este mes en que, aunque cansados pero felices, desfilarán ante el Niño Yo, para poner todo su amor a mis pies.
Haré de este amor una montaña.
Haré de este amor una montaña, haré de este amor una montaña, haré de este amor una montaña, haré de este amor una montaña, haré de este amor una montaña, haré de este amor una santa escalera que lleve directamente al corazón del Padre para conmoverle, para inducirle a mirar y a poner fin a los sufrimientos, a las injusticias, a las atrocidades, a los gritos de dolor que cada día llegan hasta Mí, para inducirle a poner fin a todo esto, y a concederme a Mí, el hijo de su Corazón, que venga a habitar entre vosotros, que esperáis ansiosos mi regreso.
Sed fuertes, hijos míos, sed dignos de acoger a vuestro Señor.
No me decepcionéis porque en esta Isla de Amor que el Padre os ha dado sólo quiero encontrar vuestro amor.
Sólo vuestro amor unido al Mío hará que el Cielo se abra y la luz celestial de Mi Padre descienda de forma visible,
Prepara mi fiesta con alegría.
Vosotros lo llamáis Mi fiesta, pero Yo digo la fiesta de Mis hijos, la fiesta de los que vendrán a Mí.
Aunque estén cansados y fatigados, encontrarán descanso en el amor de mi Padre y en mi Madre.
Jesús os deja.
Tú trabajas en la tierra, mis Ángeles trabajan en el Cielo, para que tu trabajo y su trabajo sean un himno de amor para los que vendrán a Mí.
Dejadme vuestras oraciones.
Te dejaré como siempre mi amor infinito.
Jesús luz de tu corazón, fortaleza de tu amor, te bendiga.