Revelación de Jesús a María G. Norcia
28 de octubre de 1985

“Nunca estás sola”

(Borrador: Traducción automática)

Hija mía, nunca estás sola.
Has estado en relación conmigo desde que te creé.
Pero Yo te concebí antes del tiempo y te he conocido siempre.
A medida que me conoces y entras más y más en esta relación de amor, sientes tu limitación para corresponder a Mi amor infinito con tu amor finito y me dices
Padre, dame Tu Amor, para que pueda hacer de Él una ofrenda digna de Tu Majestad.
Y Yo te respondo: ¡Te he dado a mi Hijo!
Sólo Él puede amarme como es debido, pues Suyo es el Amor de un Dios.
Ofréceme Su Amor.
Para que el Hijo ame al Padre y tú en el Hijo realices tu amor en Mí.
El Amor en el Hijo es tan sublime, absoluto y completo que es Persona.
Por lo tanto, el Amor es Espíritu y es Santo.
No la Santísima Trinidad por un lado y la humanidad por otro, sino el Padre, el Hijo, el Espíritu Santo y Tú.
Para cada persona debe ser así, y no por grupos.
Esta relación, rota o ignorada, debe ser objeto de tu restauración en todas las almas que te confío.
Jesús