El Vino nuevo ha bajado para festejar con sus hijos
El Vino nuevo ha bajado para festejar con sus hijos
(Borrador)
Este es el tiempo de la manifestación del Hijo del Hombre. El Niño Jesús ha bajado, ha vuelto en su Pequeña Cuna para refundar la Iglesia de Cristo para ahora llevarla al triunfo. He aquí el Espíritu de Verdad anunciado, esperado (Jn 16,13), que ha entrado en el corazón de una Mozuela de Corazón puro y santo, que Lo ha transmitido a todos sus hijos espirituales que con fe pueblan y acuden a la Nueva Jerusalén, donde el Hijo ha puesto su morada (Ap 21,3). Una morada metafísica que acoge y acogerá todos aquellos que están anhelantes de recurrir el Camino, quedarse anclados a la única Verdad que salva para merecer recibir la Vida eterna (Jn 14,6).
He aquí que de la Nueva Jerusalén la humidad será purificada y refundada. Los hijos de Dios y todos aquellos que están animados por la buena voluntad respetarán todo lo que el Padre ha creado, amando a Dios por encima de todo y no amando a las cosas por encima de Dios (Mt 22,38).
La humanidad se ha nuevamente hecho esclavizar por un pensamiento común (Rm 6,20) que rechaza el Pensamiento del Dios verdadero, encarnado; que rechaza la viva acción del Espíritu Divino; que rechaza todo lo que es Espíritu (Mt 12,31) para seguir todo lo que es tangible y material.
La humanidad es víctima de la apostasía de una casa (2Ts 2,3) que antes era sino que ahora, abandonada por el Espíritu Divino, no es más; que ya no lleva la Luz de Cristo, sino un vacío humanismo que ha nuevamente descartado al Hombre-Dios, Cristo, la Piedra Cabeza Angular (Sal 117,22; Mc 12,10; Hch 4,11), para dar espacio a una humana idea, filosofía de religión, que intenta unir toda creencia en el nombre de un “dios” que Dios no es (2Sam 7,22).
Muchos son aquellos que son cautivados por tal mensaje (Gal 3,1), que aparece humanamente bueno, sino que aleja del Pensamiento original del Padre. Dios Padre Todopoderoso manifiesta la Sapiencia y divina Presencia solo y únicamente en el Hijo encarnado (Jn 1,14), en sus enseñanzas y en su sana y santa Doctrina. Quien quiere salvarse venga a Jesús, Aquel que sólo dona la Vida (Jn 3,36).
“Venid a Mí todos los agobiados y los cargados en el corazón, en el alma y en el espíritu: y Yo os haré descansar, donándoles mi bebida y mi sustancia” (Mt 11,28).
He aquí la acción del Padre y del Espíritu Santo que se manifiestan en el Hijo (Jn 10,30), para dar a todos la posibilidad de venir y ver; y vivir aquel Reino esperado y prometido que en la Nueva Jerusalén ya es (Ap 21,2).
El mundo, en lugar de avanzar, irá más y más hacia atrás. Nada ha aprendido de la historia pasada. Los hijos de Dios se aunarán en la Tierra prometida donde brotan leche y miel, en la Tierra de Amor donde se podrán saciar de la verdadera comida y abrevar de la verdadera sustancia (Jn 6,27), para dar cumplimiento a las palabras de Jesús, que entonces dijo que no habría bebido del fruto de la vid hasta el día aquel en que nuevamente lo beberá nuevo en el nuevo Reino (Mc 14,25) con sus hijos fieles, aquellos que en el tiempo de su retorno han guardado la fe (Lc 18,8b).
En la Nueva Jerusalén toda profecía se cumple. En la Nueva Jerusalén las cosas primeras han pasado (Ap 21,4), para hacer vivir a todos el Reino de Dios. En la Nueva Jerusalén el Vino nuevo ha bajado para festejar con sus hijos (Jn 2,3-5.7-8.11; 19,34).