Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14,6), la Luz para todos (Jn 8,12), el Rey y el Juez de este mundo (Is 33,22).
La Luz ha nuevamente bajado en el mundo (Hch 1,11) pero los hombres no La han reconocido (Jn 3,19).
Quien, ahora como entonces, quiere salir a la Luz baje la cabeza (Sal 50) y venga a la Pequeña Cuna del Niño Jesús para acoger la Luz de Cristo, su Amor, su Paz.
Quien quiere acoger su Luz nuevamente se despoje de él mismo y se revista de su Luz (Flp 2,5-8).
Quien quiere ser salvado nuevamente pida ser salvado, abrazando Cristo y renunciando a satanás y al pecado, poniéndose en la condición de poder recibir el eterno Perdón de Cristo, su infinito Abrazo de Amor (Jn 3,16).
Escuchad todos la Voz del Espíritu que se levanta de la Pequeña Cuna del Niño Jesús, su Morada (Ap 21,3), donde reposa el Padre, que vive en el Hijo y se manifiesta en el Espíritu Santo, Acción cumplida y concreta.
El mundo tiene que comprender que la Pequeña Cuna del Niño Jesús es el Camino que Dios Padre Todopoderoso ha trazado para llegar a la Salvación. No hay otros caminos. Jesús nos pide que abramos el corazón y que acojamos esta petición de Amor. Jesús se hace mendicante de Amor para luego, como Juez, bajar para juzgar el mundo (Revelación de Jesús a María Giuseppina Norcia, “El Año Uno de la Era Nueva”, 31/12/1994).
El Hijo del Hombre viene para hacer reunir y juntar aquellos que, salvos, pueden unirse al Cielo, que en esta Tierra de Amor está vivo; y descartar todos aquello que han humillado la Acción del Espíritu Santo, desviándoLa y renegándoLa; todos aquellos que han abusado de su fe; todos aquellos que han cosificado su fe; todos aquellos que se han puesto por encima de la única Ley del Padre (Mt 25), que en la Nueva Jerusalén está esculpida a fuego con su Amor (Ez 36,26-28).
Como el sarmiento que no está injertado en la Vid será cortado y echado (Jn 15,6), así será por la higuera estéril (Mt 21,19). Y así será para aquellos que han querido destacarse de la Morada de Dios no habiendo querido ni comprenderLa ni acogerLa ni acercar para ver, aunque teniéndoLa cerca. Estos serán los primeros. Luego la Acción del Espíritu se propagará por todas partes, a fin de que el Rayo corte (Ap 14,14) y divida de manera definitiva la cizaña del trigo (Mt 13,30), los frutos buenos de los frutos podridos, a fin de que la Cosecha Santa, la Cosecha del último tiempo, sea proficua sino sobre todo pura de toda mancha y de todo pecado.
Gracias al martirio de muchos (Revelación de Jesús a María Giuseppina Norcia, “Morir para vivir, perder para ganar”, 24/03/1985), aquellos que, aunque lejos, por Amor del Dios Uno y Trino, están dispuestos a todo sacrificio tal de poner el pie en la Tierra bendecida por el Padre (Ap 21,2), serán acogidos y reconfortados por el unigénito Amor que dona la vida.
Ésta es la voluntad de Dios, que en la Nueva Jerusalén se realiza en este tiempo pleno (Ef 1,10).