La Nueva Generación de Amor

(Borrador: Traducción Automática)

La Nueva Jerusalén (Ap 21,2) es el Lugar en el que el Padre Santo ha elegido incrustar el Verbo de Dios, incrustar Su Señal, Su Sello para que Jesús pueda reinar en cada corazón. Esta es la Ciudad de Dios (Ap 21,3) donde Jesús es verdadero Rey y verdadero Juez, verdadero Hombre y verdadero Dios. El que tenga oídos para oír, que oiga: esta es la última llamada para reunirse ante la presencia del Hijo de Dios.

Esta es la Señal (Hch 1,11) que Dios ha dado a esta humanidad perversa y adúltera (Mt 12,39). Y no habrá otras. Esto es lo que el Padre Omnipotente ha querido y quiere; y esto es lo que el Hijo quiere. «Todo el que crea en mí, será salvo», dijo entonces Jesús (Jn 11,26). Quien quiera creer ahora, en este tiempo de densa oscuridad para el mundo, en la Luz (Jn 12,46) que ha descendido a la Nueva Jerusalén, que lo haga ahora, porque ha llegado la hora de la Hora del Hijo de Dios.

He aquí el Amor que reina en este Valle Santo, en esta Oasis del Paraíso, Paraíso en la Tierra, donde todo será renovado en la Única Amor. He aquí la Fuente del Espíritu Santo (Revelación de Jesús a María G. Norcia, «El Espíritu Santo», 13/09/1984), el lavatorio para los corazones que quieren santificarse, purificándose de las imperfecciones humanas para llegar a ser perfectos como Jesús es perfecto. He aquí el Valle del Amor. He aquí a todos aquellos que en este Valle quieran regenerarse (Jn 3,7): darán vida a la Nueva Generación del Amor. No la «civilización del amor», sino una nueva Generación en el Hijo de Dios que es Camino, Verdad y Vida (Jn 14,6), que lleva a término un Proyecto iniciado que ahora se acerca a su conclusión, exaltando y alabando a Aquel que es.

He aquí la línea trazada, en el tiempo y para el tiempo, por todos aquellos que se han sucedido como portavoces de Dios, haciendo comprender al mundo cuál era el Camino, cuál era la Enseñanza, cuál era la meta: la Acción del Padre, la Acción del Hijo, la Acción del Espíritu Santo, que concluye, encuentra cumplimiento en esta Tierra de Amor confiada al Corazón Inmaculado de María (Lc 1,49), Punto de Arribo para todo cristiano, para quien quiera creer en el Dios Verdadero, para volver al Seno de Aquel que es Padre, que todo lo ha generado.

He aquí la Amor Vivo, que en la Nueva Jerusalén es Persona (Ap 19,13); he aquí la Sabiduría del Padre, que en la Nueva Jerusalén es plena; he aquí Su Gloria, la Gloria eterna.

En la Nueva Jerusalén, Jesús es Rey y Señor de Su Pueblo Santo (Ap 19,16) y se entrega diariamente para nutrir, amar y vivir con Sus hijos, participar con Sus hijos y ser uno con ellos, para que todos puedan estar en Él, con Él y para Él, para dar vida a la Ciudad Santa que vive en el Amor del Padre.

He aquí la señal indeleble dejada en esta Tierra de Amor, Madre Tierra, Tierra de María, Aquella que hizo de su Corazón la Casa (Lc 1,27b), la Gloria de Dios. Quien quiera ver la Gloria del Padre, ame a María. Quien quiera ver su Omnipotencia, penetre en el Corazón de María, Arca de la Nueva Alianza (Ap 12,1).

He aquí la Alianza Eterna, que una vez más el Padre ha establecido con los hijos de María, aquellos que han sido elevados con Su infinita Amor, con Su infinita dulzura, con Su infinita gracia. He aquí la unión entre el Corazón Inmaculado de María, el corazón de los hijos y el Corazón del Padre, injertado en Aquel que es la Vida, para dar a la humanidad de buena voluntad y a la humanidad que pide salvarse su Palabra que es Vida (Jn 5,24).

Venid y adorad al Niño Jesús; venid y adorad Su Palabra; venid y adorad Su ser Camino, Verdad y Vida (Jn 1,1). Venid ahora, porque la oscuridad del mundo ha llegado (Ap 14,7), el ocaso está vivo y las tinieblas atenazan los corazones de toda iniquidad.