La vida de la humanidad se agota, pero
el Corazón Inmaculado de María será la Salvación
(Borrador: Traducción Automática)
En el tiempo y a través del tiempo, la Madre de Dios ha intervenido en este mundo, donando su Palabra y su infinita Amor, llevando a sus hijos a comprender la Verdad en su totalidad (Jn 16,13), acompañándolos con Amor y Humildad, haciendo comprender el profundo significado del único Fe que en el Hijo de Dios se manifiesta y hace la Salvación, la única Salvación (2Tm 3,15).
María, con Su infinita Amor, ha confiado varias veces esta humanidad a Su Corazón, al Voluntad del Padre (Jn 2,5), para que el Padre pudiera ser benigno, mirando a todos con amor, para que el tiempo de su justicia pudiera dejar espacio a la infinita misericordia (Sal 43,27), por el amor que Ella sentía por sus hijos.
María ha intentado muchas veces abrirse camino en el corazón de esta humanidad, advirtiéndola, amonestándola, donando Amor, haciéndoles comprender la importancia del Paz, la importancia de vivir la Fraternidad, la importancia de creer en las Promesas de Dios (Lc 1,46-55), abandonando las armas, abandonando la maldad, la enemistad, haciendo que, en lugar de alejarse del camino recto, pudieran vivir cada vez más el Camino Maestro en el único Señor (Jn 14,6), confiando a todos al Corazón del Niño Jesús, Fuente de Vida eterna (Revelación de Jesús a María G. Norcia, «El Lugar Santo del Retorno de Jesús», 19/02/1995).
El Padre Santo acogió cada oración, cada oración dirigida por Su Madre, tratando de satisfacer Sus peticiones de Amor, porque eran muchas y repetidas en el tiempo y por el tiempo, para que esta humanidad pudiera arrepentirse (Hch 17,30), acoger la melodiosa Voz de la Santa Madre que imploraba a todos por la Paz, por la Santidad, porque la obra de la humanidad estaba conduciendo a esta humanidad a la catástrofe, a la total alejamiento de Dios, de Sus enseñanzas.
Y he aquí que su Madre, junto con otros enviados de Dios, han visitado a esta humanidad, hablando por boca de Dios, tratando de evitar lo peor. Sin ser escuchada, la Madre de Dios (Mt 13,15). Ignoraron sus oraciones. Porque el odio alimentaba cada vez más el corazón de los hombres, porque su humanidad se elevaba por encima de la divinidad.
He aquí que, no pudiendo dejar huérfanos a esos hijos fieles y obedientes, en Su infinita Omnipotencia, el Padre Santo ha preparado Su Lugar (Revelación de Jesús a María G. Norcia, «El Retorno de Jesús», 30/10/1994).
Una vez más, una gruta acogió a la Madre y al Hijo, la última gruta (Revelación de Jesús a María G. Norcia, «El Espíritu Santo», 13/09/1984), la Roca, donde reconstruir de nuevo la Iglesia, la única y eterna Iglesia que se apoya en Cristo (Mt 16,18), Fuente de Vida eterna.
He aquí que la vida de esta humanidad, poco a poco, se habría agotado cada vez más. Ahora, inexorablemente, se agotará, para dejar espacio a esa Vida prometida (2Pe 3,13), que en el Hijo de Dios será, para todos aquellos que han esperado, han acogido, pero sobre todo han amado el Inmaculado Corazón de María, para alcanzar la Salvación (Is 25,9).