ACTO DE MAGISTERIO

El Amor es Vida

En Cristo Señor está la Fuente del Amor.
En Cristo Señor el Amor es Fuente de Vida.
“Nadie tiene mayor amor que el que
da la vida por sus amigos” (Jn 15,13)

 

I. NUEVA JERUSALÉN, MORADA DEL AMOR

  1. El Amor (Jn 15,9) y la viva bendición en Cristo Amor (Sir 50,21) sea con todos vosotros, amados hijos de Dios (Jn 1,12); y con todos vosotros, queridísimos hombres y mujeres animados por la buena voluntad (Lc 2,14), que estéis en búsqueda del Camino que conduce a la Verdad que dona la esencia y la sustancia del Amor: la Vida.

  2. Para todos aquellos que en la Nueva Jerusalén aman sea paz. Para todos aquellos que en la Tierra bendita elegida por el Padre han encontrado el Amor sea alegría; para todos aquellos que en María Madre Iglesia han encontrado el Amor maternal sea consolación y salvación, amparo y consuelo, verdadero y sincero; para todos aquellos que a la Pequeña Cuna han venido, vienen y vendrán para adorar al Niño Jesús (Lc 2,10-12), el Amor, Aquel que en el Amor ha nacido y que en el Amor del Padre vencerá todo mal, sea Bondad y Vida eterna; por todos aquellos que animados por la buena voluntad están en búsqueda de la Verdad sea Amor, el deseo vivo y total de encontrar y vivir Cristo Amor.

  3. La Nueva Jerusalén es la Casa del Padre (Ez 37,27), Fuente del Amor, Fuente inagotable del único Amor que vence todo mal.

  4. La Nueva Jerusalén es la Casa en la cual la fiesta está viva, continua y palpitante; la Casa de los Hijos de Dios; la Casa de los Santos (Ef 2,19), la Casa de aquellos que han querido y quieren llegar a ser santos por Amor de Dios y de su Obra; la Casa en la cual el Amor hecho Persona se derrama en los corazones de todos aquellos que lo aman, de todos aquellos que lo re-buscan, de todos aquellos que quieren encontrarlo para ser saciados, a fin de que ya no esté vacío, o espacios vacíos, en el corazón sino que los corazones sean llenados por el Amor de Dios, Uno y Trino, e por el Amor de María, para ser y consistir todos en el único Corazón que late, late y más y más latirá.

  5. Aquellos que quieren vencer se acerquen a la Pequeña Cuna del Niño Jesús (Ez 11,19), Tabernáculo viviente el Amor del Padre (Sal 41,3; Mt 11,28).

  6. Aquellos que quieren ser perdonados (Sal 50) vengan delante de la Pequeña Cuna del Niño Jesús y saquen el Agua viva que brota del Corazón del Hijo (Jn 4,10) para saciarse de la aridez que atenaza la humanidad.

  7. Todos aquellos que quieren ser vencidos por el Amor del Padre lleguen en su Morada para poder ser renovados y poder renacer a vida nueva: la Vida que en la Pequeña Cuna del Dios Niño se manifiesta por Amor, infinito y total Amor (Sal 100,1).

  8. La Pequeña Cuna del Niño Jesús es el eterno Tabernáculo donde el Padre ha puesto su Trono (Dn 7,9), vivo y presente, donde su Llama calienta, resanea y purifica quien, con corazón sincero, arrimándose, pide perdón (Sal 129,4), para recibir su Bondad que es Vida.

  9. La Pequeña Cuna del Niño Jesús es el eterno Tabernáculo, el Cenáculo vivo (Lc 22,16), donde Cristo Camino, Verdad y Vida (Jn 14,6) totalmente se dona con Amor, obediencia y santidad, a fin de que todos sus hijos estén unidos en el único Cuerpo que dona la vida, Cristo, el Redentor; Cristo, el Salvador; Cristo, Aquel que eternamente pacerá su Rebaño (Sal 22,2; Ez 34,23; Ap 7,17).

  10. En la Nueva Jerusalén se vive el Amor de un Dios, Padre, que ha generado el Hijo, Amor; y, en la acción de Su Espíritu, que es Santo, manifiesta el más completo e íntimo Amor en María Amor, Aquella que ha vivido el Amor, encerrándolo en Su Corazón, encarnándolo y donándolo (1Jn 1,3), gota tras gota, a todos aquellos que a lo largo del tiempo y con tiempo han llegado, llegan y llegarán a la Pequeña Cuna del Niño Jesús: creyentes y no creyentes; pecadores de todo tipo; enfermos en el cuerpo y en el alma. A la Pequeña Cuna del Niño Jesús muchos han comprendido el Misterio de María Amor (Lc 1,28), Aquella que delante del Amor del Padre es Mujer (Jn 19,26), es Madre (Lc 1,43; Jn 2,5; 19,27), es Reina (Ap 12,1), es Maestra (Lc 1,46-49).

  11. En la Nueva Jerusalén está el Amor completo, el Amor de un Dios que totalmente se dona (Rom 5,8) para poder recibir gracias y Amor, un Dios que quiere donar Amor y quiere recibir amor, agradecimiento, para poder vivir y hacer vivir la verdadera paz, que en el Oasis de Paraíso puesta por el Padre en la Tierra hace saborear lo que se puede vivir por la eternidad.

  12. La Nueva Jerusalén es el Paraíso en Tierra, donde habita el Amor, que en el Cielo es eterno y que en Tierra quiere manifestarse con sencillez y armonía, la armonía celestial que quiere invadir cada corazón que aquí llega, para poder vivir la santidad, la paz, la fraternidad y la concordia, y ser uno en la única Verdad que reconduce a Dios Uno y Trino, para poder comprender la esencia y la sustancia de la Vida: el Amor, el verdadero Amor: la Vida, Brote del Jardín de Dios (Is 4,2; Jer 23,5; Zc 3,8), Brote del Corazón de Dios (Sir 47, 22; Is 11,1; Jer 33,15; Zc 6,12), que se dona, se dona y totalmente se dona.

  13. En la Nueva Jerusalén, Morada del Amor, Cristo es Hermano, es Maestro y es Rey: Rey de su pueblo (Jn 1,49), del pueblo que otros han descartado pero que Él, en su Pequeña Cuna, ha aunado y aunará (Ez 34,11-16). El Espíritu de Cristo aunará todos aquellos que quieren seguir viviendo el Camino, la Verdad y la Vida, donando la propia vida al servicio de su Iglesia, al servicio de los hermanos, al servicio del Padre, que en la Tierra de Amor vive, habita, está presente.

  14. En la Nueva Jerusalén vivo está el Espíritu de Aquel que vence, de Aquel que conduce a la victoria, de Aquel que levantando el estandarte de Dios proclamará la única y santa Victoria (Ap 17,14). Cristo, el Rey de los reyes y el Señor de los señores (Ap 19,16) impulsa sus hijos a querer ser partícipes de su gloria, para recibir su realeza y ser redimidos en el corazón, en el alma y en el espíritu, para coparticipar a la redención de este mundo, regenerado en lo íntimo, a fin de que pueda ser eternamente purificado de todo lo que es pecado.

  15. En la Nueva Jerusalén la abundancia de Dios está viva (Gl 2,26) cuanto más viva estará la predisposición de cada corazón a acoger, escuchar y poner en práctica las enseñanzas cristianas (2P 1,2), para refundar toda cosa bajo la insignia de la voluntad del Padre: el Padre Bueno y Justo, Misericordioso y Santo, Vivo.

  16. En la Nueva Jerusalén está el símbolo de la Alianza (Gen 6,18): la Alianza que el Padre ha estipulado con la Pequeña Cuna del Niño Jesús, signo de identidad del Hijo del Hombre (Mt 16,27). Autenticidad viva y santidad profunda, esencia y sustancia del Amor y del pensamiento y de la voluntad del Padre, donde María nuevamente es centro, signo de la afectividad maternal y de su vivo y eterno Amor por el hijo del Padre.

  17. La Iglesia Cristiana Universal de la Nueva Jerusalén es la Iglesia de Cristo (Ap 19,7), querida, querida y otra vez más querida, regenerada en lo íntimo, refundada, para ser aún más bella, más santa, más vital: expresión del Padre y del Amor de María, único Amor, puro, sencillo y esencial.

  18. En la Iglesia Cristiana Universal se manifiesta la Alianza entre los primeros Apóstoles y los Apóstoles de los últimos tiempos, en la Alianza estipulada por el Padre (Jer 31,31) que continua para abrazar todos aquellos que están en búsqueda del Camino, de la Verdad, para volver a vivir la verdadera Vida; para abrazar todos aquellos que quieren volver al Redil de Cristo, verdadero Redil (Ez 34,14), donde Cristo, Camino, Verdad y Vida, es verdadero Dios y verdadero Hombre; para abrazar todos aquellos que se han quedado fieles a la única Palabra y al único Señor, expresión de la voluntad del Padre, a fin de que reconociendo la voz del Espíritu (Ap 14,13b) que en la Nueva Jerusalén es Vida, puedan sentir en el corazón aquella Llama ardiente que dona la Vida, que purifica, santifica, quema las impuridades y hacer arder de certeza, la certeza de que la Nueva Jerusalén, Casa de Dios, jamás, jamás y jamás de los jamases tramontará (Is 60,20).

II. LA HUMANIDAD NO HA COMPRENDIDO EL PLAN DE AMOR Y DE REDENCIÓN DEL PADRE

  1. La humanidad no ha comprendido y no ha querido comprender (Jer 5,3) el Amor gratuito, la esencia y el origen de aquel latido que dona la Vida, que es el Amor de un Dios, Uno y Trino que, por infinito Amor, se ha donado (1P 3,18, Ap 5,8) ha recalibrado (Gen 6,7), para poder llevar a cumplimiento con sus hijos el Plan de Amor y de Redención de esta humanidad.

  2. El pueblo de la Nueva Jerusalén, Pequeño Resto del Israel de Dios (Is 10,20-22) que tiene dentro de sí el Amor del Padre, difundirá y derramará el Plan de Amor y de Redención del Todopoderoso, porque el Amor todo puede (Sal 15,3), porque todo se puede en el Amor del Dios Uno y Trino.

  3. El Amor todo ve. El amor todo cubre. El Amor es. Pero nada el Amor puede en el momento en el cual la libertad de rechazarlo está viva (Gal 5,1; 1P 2,16).

  4. Muchos son aquellos que a lo largo de la historia han rechazado el Amor de Dios (Hb 12,25), el Amor del Padre, un Amor puro y esencial. Muchos son aquellos que han profanado el Amor de Dios, consumándolo en la idolatría (1Cor 10,14). Muchos son aquellos que han hecho de aquel Amor un poder humano, para recargar los pequeños, para entablar relaciones con los poderosos (Sal 117,9), para tener bienestar y beneficios.

  5. El bienestar más grande es poder vivir el Amor del Dios Uno y Trino, que es y será misericordia para los hijos fieles, para los pequeños, los humildes y los inocentes. Y será castigo y justicia (Is 40,23) por aquellos que han abusado del Amor del Padre, del Amor del Hijo y de la acción benéfica del Espíritu Santo.

III. LA ERA DEL ESPÍRITU SANTO

  1. Vivimos la Era del Espíritu Santo (Is 61,1-11). Y en este tiempo, el Espíritu de Cristo edifica y fortalece los corazones en la fe, en el único Maestro, en el único Dios, en el único Señor (Sab 1,5; Rom 8,14).

  2. En la Nueva Jerusalén (Ap 21,2) el Espíritu de Cristo se derrama para difundir paz, Amor y santidad. En la Nueva Jerusalén el Espíritu de Cristo se derrama para restablecer el orden y la santidad. En la Nueva Jerusalén el Espíritu de Cristo se derrama para retomar lo que es suyo y darlo a sus hijos como herencia del Padre Santo. En la Nueva Jerusalén el Espíritu de Cristo se derrama para restablecer el equilibrio y para edificar el Reino de Dios (Ap 11,17).

  3. El Espíritu de Cristo viene, ha venido y retomará lo que el Padre ha destinado al Hijo, para donarlo a sus hijos a fin de que en la Tierra de Amor el Banquete sea eterno y abundante (Ap 19,9).

  4. El Espíritu de Cristo ha venido en la Tierra para dividir la cizaña del trigo (Mt 13,30); ha venido para dividir lo que es suyo de lo que ya no le pertenece. Ha venido para habitar en la Nueva Jerusalén y para quedarse y gobernar con sus hijos (Ap 12,5; 19,15). El tiempo ha pasado y el tiempo le pertenece y es suyo.

IV. EL TIEMPO DEL CUMPLIMIENTO

  1. Vivimos el tiempo del cumplimiento. La Nueva Jerusalén se manifiesta (Ap 21,3) y el mundo mira y pasa.

  2. En la Tierra de Amor, en la Casa donde habita el Espíritu Santo, vivimos el tiempo en el cual el Amor (Jn 10,15) aún más se derrama y se derramará, porque ha llegado el tiempo, y es esto, en el cual la Llama del Padre ama y amará, quema y quemará; tiempo en el cual el Espíritu de Cristo, Hijo del Dios viviente, llamará sus hijos y a su corazón dirá: «Sed», y ellos serán; «ahora sed», y ellos son. Y al mundo el Espíritu dirá: «Ya no eres», y el mundo nunca más será.

  3. Por un lado estarán los hijos fieles al Dios Uno y Trino, por el otro los hijastros (Mt 25,32-33), aquellos que han querido quedarse en lo que ha pasado y moribundo (Ap 18,4). En la Nueva Jerusalén, Rincón de agua santa y límpida, donde el resplandor de la santidad ilumina e irradia y el Espíritu Santo ilumina y fecunda en el corazón, en el alma y en el espíritu el Amor profundo que dona la Vida (1Jn 3,16), habitan y habitarán los hijos de Dios. En Babilonia la grande, la ciudad descrita por el Apóstol Juan (Ap 17,5), llegada a ser símbolo del pecado y de la idolatría (Ap 18,2), seguirán habitando aquellos que elegirán permanecer anclados en lo que es pasado, caduco y moribundo, privado del Espíritu Santo Amor, porque en ella ya no brillará la Luz de la Lámpara, del Esposo, que es Cristo Señor, que es su Espíritu Santo, que habita en María, su Esposa (Ap 18,23a).

  4. Por un lado habita y habitará la Verdad (Jn 14,17), por el otro la mentira. Por un lado está la Verdad pura y santa que manifiesta Dios en toda esencia y sustancia (Jn 16,13), a fin de que el Espíritu de Cristo pueda ser visto, amado y vivido (Jn 8,32); Cristo, verdadero hombre y verdadero Dios, aquel que entre sus hijos resanea, purifica y santifica. Por el otro está la iniquidad, viva y total, que acompaña sus hijos hacia la perdición eterna (2Ts 2,3).

  5. «Yo, Yahveh, soy tu Dios. No habrás para ti otros dioses delante de mí» (Ex 20,2-3; Dt 5,6-10). Este es el primero y el fundamento de los Mandamientos del Padre. Ay del hombre que pierde el Camino y que con soberbia se pone en lugar de Dios. Dura será la condena para quien no ha sabido aguardar, esperar y vivir en la certeza de que aquel que es habría llegado, bajando del Cielo sobre las nubes como había prometido (Hch 1,9-11). El Señor extirpará a la raíz la cizaña para hacer comprender los pastos verdes de su Amor, de su Casa, de su Tierra, con respecto a otros patios que han llegado a ser insalubres, desiertos y sin oxigeno.

  6. Ay del mundo (Mt 18,7) que todavía intenta e intentará desviar el pueblo de Dios del recto Camino (Jos 1,7), de la única Verdad, aunque en el mundo actual la Verdad está amortiguada (Jn 8,46) porque ofuscada por el poder humano y por intercambios de humano poder.

  7. En la Tierra de Amor el Cordero (Ap 5,6) es signo de abundancia, de fidelidad y de mansedumbre; en otros lugares la oveja ya no es grávida, ya no produce leche y ha perdido el Camino; su vello ya no es blanco: su vello cae y ya no calienta, ya no produce aquella lana que representa el Amor, el calor del Padre. La Llama del Amor del Padre está apagada y los talentos perdidos, porque aquellos talentos no han producido y hecho fructificar su Amor en el corazón de muchos que se han acercado para recibir Amor (Mt 25, 24-28). Los talentos donados han servido para hacer otro, haciendo que aquellos hombres se erigiesen a “dioses”, a maestros, poniéndose por encima del Maestro y del Padre Todopoderoso.

  8. Y ahora todo se cumple. Y, así como Jesús ha preanunciado, habrá quien será dejado y quien será tomado (Mt 24,40-41). Quien tendrá olio en la lámpara y quien lo habrá terminado (Mt 25,10-11). Quien se habrá dejado encender por la Palabra de Dios, el buen Amigo, el buen Maestro, Aquel que es, con respecto a quien se habrá dejado hechizar por las luces y por las voces del mundo. Estará quien, encendido en lo íntimo por el Espíritu Santo que es Vida, habrá querido volar, para conocer, amar y vivir cada vez más plenamente Dios y su Misterio, Dios y su Amor, Dios y su voluntad, para ser obedientes, puros y santos, para llegar a ser así generosos y cristianos auténticos, siguiendo el ejemplo del Niño Jesús, el Niño Divino signo del infinito Amor del Padre (Ap 15,3-4). Y estará quien habrá querido seguir un espíritu humano que, en el nombre de un nuevo humanismo que ha nuevamente descartado el Hombre-Dios, conducirá sus hijos a la perdición eterna (Mt 24,15).

  9. Mucho se ha profetizado (Lc 1,70). Muchos son aquellos que han pasado a lo largo del tiempo para amaestrar, hacer conocer y transmitir la voz del Cielo. Muchos son los frutos que han nacido, así como mucha ha sido la pereza y la ingratitud recibida (2Tm 3,2), porque muchos han acudido donde Dios ya no estaba, seguros de encontrarlo, pero sin saber distinguir la Verdad (Lc 17,17).

  10. El Padre es coherente y mantiene sus promesas (Dt 7,9) que infunde en el corazón de todos aquellos que quieren ser santos, sabios y sapientes.

  11. En la Tierra de Amor el Padre ha restablecido su Alianza (Hb 8,8; 2Cor 3,6) que ha llevado nuevo orden y aún nueva santidad, a fin de que el mundo vea y, en lo posible, se arrepienta, porque el hacha está lista, está puesta a los pies del árbol (Mt 3,10) y a su orden el árbol que ya no produce fruto será cortado (Lc 13,7): un árbol llegado a ser estéril e insensible (Gal 1,12) a su Amor.

  12. La borrasca anunciada llega (Mc 11,21) y acabará con aquellos que han abusado del Nombre del Padre, del Amor del Hijo y de la cercanía del Espíritu Santo, y de todo lo que pertenece a Dios, Uno y Trino.

  13. El hacha llega (Lc 3,9), la borrasca avanza (Ap 11,18) y una casa llegada a ser madrastra atravesará un tiempo de oscuridad verdadera (Ap 18,10; 19,2).

  14. Aquellos que habrán manifestado fidelidad a los principios, a la voluntad, a los Mandamientos y a la Casa del Padre Todopoderoso se alegrarán (Sal 67,4; Ap 18,20-21). El Espíritu que habita en la Nueva Jerusalén invadirá todos aquellos que miran la Pequeña Cuna con Amor, santidad y devoción, donde todo sacrificio de los santos y de los mártires que se han inmolado por el triunfo del Misterio de Dios y por el triunfo del Corazón Inmaculado de María sobre la humanidad (Ap 14,4) es guardado, recogido y preservado. Y nada se perderá. El vivo rayo echará las injurias, las injusticias, las calumnias y la hipocresía. Nunca más malas lenguas, nunca más juicios apresurados sobre la Casa de Dios, contra la Casa de Dios, contra los hijos de Dios.

  15. El nuevo Día empezará (Is 11,11) para dar nueva vida a un nuevo curso, que llevará alegría y santidad; hará caer en el báratro toda mentira y colocará en el centro de la vida de todos el Bien primario, el Amor del Dios Uno y Trino, aquel Amor universal que se dona a todos sin medida. Quien quiere recibirlo, lo recibirá en la plenitud (Jn 6,37). Quien lo rechaza será rechazado eternamente (Mt 10,32-33).

  16. Al mando del Padre el Espíritu Santo Amor se erigirá contra la mentira, la envidia y la enemistad (Ap 22,15). La mentira será cortada y el templo de la iniquidad será nuevamente desgarrado por el terremoto de Dios (Mt 27,51; Ap 6,12; 11,13), para hacer salir el Amor, a fin de que la ley y los profetas sean reconocidos como tales; y a fin de que el Amor del Padre lleve para siempre la Paz, la Paz estable que gobernará el mundo, para poder volver a vivir lo que en el origen estaba en el Corazón del Padre Todopoderoso, el único Sumo Bien.

  17. Las flores brotan. El tiempo ha llegado y el Sol ha salido (Ap 21,23). Los hijos de Cristo y de María levanten los ojos al Cielo y alaben a Dios. Verán el Arcángel Miguel avanzar (Ap 12,7) con su milicia. Y el mundo será renovado, para ser totalmente de Dios. Muchas son las guerras que se han sucedido. Todo ha ocurrido y por el mundo todo ha pasado. Tanto Dios ha hablado, por medio de su Hijo y de sus profetas. Cada palabra ha sido escrita en el Libro, pequeño Libro, dulce y amargo (Ap 10,9-10), donde está encerrada la voluntad del Padre que en el Hijo se manifiesta. Y ninguna de estas palabras ha pasado y pasará, sin que se haya y se hará cumplido (Mt 24,35).

V. EL CENTRO DEL AMOR DEL PADRE

  1. Como está escrito y preanunciado, el Hijo de Dios nuevamente ha bajado sobre las nubes (Hch 1,11) en la Tierra de Amor, para restablecer la Alianza viva entre el Corazón del Padre y el corazón de sus hijos, unidos y mantenidos juntos por el Amor de María, Eterna Mozuela, sublime Amor. Todo por María y por su grande Amor y su Fidelidad.

  2. Otra vez más, Dios Padre Todopoderoso en Cristo (Ap 5,7) y en María (Lc 1,49) confirma a sus hijos, a su pueblo, su Alianza (Jer 31,33) y cercanía, para manifestar la victoria del hijo de Dios sobre los hijos del mundo y sobre quien todavía está cargado y no logra volar por el descuido del hombre, por el descuido y la infidelidad de muchos; por aquellos que ya no ven el Bien, sino que practican el Mal.

  3. En la Tierra de Amor la mirada del Padre es vigilante y atenta. Y todo y todos escudriña (Sal 34,14; 1Cor 2,10) infundiendo en el corazón su Imagen (Gen 1,27; Col 1,15-20) y su Huella como signo inefable e inagotable Amor, a fin de que todos siempre puedan reconocer al Padre, Uno y Trino. Y grande es y será la recompensa de los hijos de Dios, en Tierra y en Cielo.

  4. En la Tierra de Amor muchos son los talentos (Mt 25,15) distribuidos por el Padre. Muchos han dado fruto, otros todavía deben madurar, pero la Vendimia es santa y será abundante. Los obreros serviciales de la Viña del Padre recogerán su Uva para producir el Vino nuevo (Gal 2,19; Lc 5,38; Jn 2,3.5.9) que en la Nueva Jerusalén, Casa del Padre, Casa de Aquel que es Padre, estará en abundancia y por la eternidad (Jn 1,14).

  5. La Tierra de Amor es el Redil, el Patio de Dios (Is 65,25), donde el Cordero vivo (Jn 1,29.36) es signo de la abundancia del Padre, donde su Leche y su Miel jamás acabarán (Ex 3,8). Y su Agua purificará eternamente (Ez 36,25-27).

  6. En la Tierra de Amor el Niño Divino dona a todos la expresión de su Vida, de su Bondad paternal (Lc 1,78) que manifestará al mundo el único y eterno Amor (Sal 116; Rom 15,10-13).

  7. En la Tierra de Amor la Fuente de Luz (Jn 1,4) derrama y derramará más Luz (Ap 21,24), a fin de que todos puedan ver, escuchar y sentir. El Cordero de Dios está puesto en el centro de la Ciudad Santa (Ap 7,9) y como Llama ardiente derrama y derramará Verdad y Bondad (Sal 25,3; 107,5; Ef 5,9), lo que sirve para ser verdaderos adoradores de Dios en Espíritu y Vida (Jn 4,23-24).

  8. En la Tierra de Amor Jesús transmite a sus hijos fieles todo su Amor (Jn 17,26): un Amor orgulloso, un Amor santo, un Amor puro, como puros, santos y veraces son y más y más tendrán que ser los corazones de todos sus hijos, para poder actuar, amar y vencer, poniendo en el centro del corazón de cada hijo la caridad (1Cor 13,13), porque en la caridad está su Espíritu, está Dios, esencia y sustancialmente. Los hijos de María, Madre Iglesia, Nueva Jerusalén siempre harán circular la caridad y el Amor. Y por el Amor que harán conocer y ver serán reconocidos (Jn 13,35).

  9. Quien tiene sed venga y quien tiene hambre (Is 55,1; Jn 7,37; Ap 21,6) se sienta al Banquete con los Hijos de Dios y con sus amigos; ya no siervos sino amigos (Jn 15,15), aquellos que distribuyen (Mt 14,19; Lc 9,13) las primicias, las delicias del Padre que, junto a María, Madre Iglesia, Nueva Jerusalén, ponen a disposición Dios (Jn 6,51), por todos aquellos que querrán beber, comer, vivir y contemplar por la eternidad (Ap 22,17) Dios, el único Sumo Bien, Dios Uno y Trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo (Mt 28,19).

  10. En la Tierra de Amor, el Amor será soberano y reinará (2Sam 5,12), para hacer conocer a todos la originalidad del pensamiento del Padre (Gen 2,8), que en la Nueva Jerusalén ha puesto sus raíces para llamar al encuentro a sus hijos, cada exiliado y todos aquellos que son ignorantes de su Amor, a fin de que todos sean conducidos a la Verdad (Jn 17,17), sobre el recto Camino, sobre aquella Escalera (Gen 28,12) que junta el Cielo y la Tierra, donde los santos suben y bajan, donde se oye la dulce melodía que eternamente cantará la única y santa Victoria: “Tuyo es el Reino, el Poder y la Gloria, por todos los siglos” (Ap 19,6). Y el Amor de Dios será.

  11. He aquí la Nueva Jerusalén (Is 60,1-2; Ap 21,10), centro del Amor del Padre, donde Cristo Señor y sus hijos se sentarán para nutrirse y vivir (Is 62, 8-12). Y el Reino de Dios es (Mt 6,10; Ap 21,27).

05 de diciembre de 2021
Fiesta Solemne del Corazón del Padre

El Pontífice
Samuele