María G. Norcia

Su Natividad, Signo de renacimiento para la humanidad,
ahora invitada a acoger la apelación del Padre

 

  1. El 21 de enero de 1940 llega al mundo María Giuseppina Norcia, la Mozuela de Dios, la Perla pura y santa que habría nuevamente transmitido al mundo la pureza de la fe: la fe pura y auténtica en el Dios Uno y Trino; le fe en el Hijo de Dios, Cristo, el Amor hecho Persona (1 Jn 5,4-5); la fe en la acción viva del Espíritu Santo, Fuente inagotable del infinito Amor del Padre (Rm 5,5).

  2. El 21 de enero ese día solemne y santo, día de Paraíso para todos los fieles de la Iglesia Cristiana Universal de la Nueva Jerusalén, para toda la cristiandad y para todos los hombres y las mujeres de buena voluntad. El 21 de enero nuevamente el Amor del Padre se ha manifestado y sigue manifestándose al mundo por medio de Su Mozuela, Flor perfumada de Corazón puro (Mt 5,8), que ha sabido acoger y contener en el propio Corazón el Amor de Dios bajado del Cielo. El 13 de junio de 1947 el Niño Jesús ha bajado del Cielo sobre una blanca nube, así como está escrito y preanunciado en la Sagrada Escritura en el momento en el cual Jesús ha ascendido al Cielo (Hch 1, 9-11).

  3. El 21 de enero marca el re-nacimiento de los hijos de Dios: día en el cual una nueva esperanza ha nacido para todos, día del rescate. Un rescate esperado, querido y que ha declarado la Vida en Dios Uno y Trino. En el Día puro y santo en el cual los cristianos viven la Fiesta de la Natividad de la Mozuela de Dios, nuevamente en María, la Madre Iglesia, otra vez más se manifiesta la maternidad. Y otra vez más María manifiesta Su presencia de Reina y de Esposa. María, Madre Iglesia, Esposa, Madre y Reina. Esposa de Cristo, Esposa universal para todo hijo que a Ella recurre para pedir clemencia y perdón. Madre Universal para todos aquellos que, arrepentidos en el corazón, piden a Su Corazón recibir Su Amor para poder vivir el Amor del Hijo, que ata los corazones en la Alianza Una y Santa con Dios Padre Todopoderoso (Hb 8,8-10; 10,16). Reina, del Cielo y de la Tierra.

  4. La Mozuela de Dios es un gran Misterio. Un Misterio de Amor inaccesible e inescrutable con la mente humana, pero comprensible para los corazones puros, santificados en el Amor de Cristo. Ella ha sido elegida por el Padre por Su Corazón puro y santo, que ha sabido acoger y contener el Verbo hecho carne, el Amor hecho Persona, el Salvador, Aquel que salva (1Jn 4,13-14). Esta es Su beatitud que la hace verdaderamente beata, siguiendo el ejemplo de Aquella que es la Beata entre todas las mujeres, María (Lc 1,48b).

  5. La Nueva Jerusalén es la Madre Tierra, la Morada metafísica del Padre, en la cual el Padre ha puesto Su Tienda y manifiesta Su Esencia y Su viva presencia en contacto con Sus hijos (Ap 21,3). El Padre ha puesto Su Mirada sobre esta Madre Tierra, sobre este Corazón puro y santo, encontrado puro y digno para acoger y contener Su Amor, que en el Hijo es Persona (Jn 1,14).

  6. Gracias al Corazón puro de María el Salvador ha bajado del Cielo en Espíritu y Verdad (Jn 14,17a). En la Nueva Jerusalén el Padre ha nuevamente enviado del Cielo una parte de Sí mismo, una parte de Su Corazón (Jn 14,26; 15,26), que Ella ha sabido acoger y contener en Su Corazón puro y santo, para manifestarlo al mundo en el tiempo establecido por el Padre y aunar nuevamente al pueblo santo de Dios en defensa de la cristiandad, golpeada por aquellos que, renegando el Amor del Padre, han dado vida a una verdadera guerra contra Dios y contra la cristiandad. Una guerra viva y total, entre el Espíritu Santo y los hijos de Cristo y de María por un lado, formados en defensa de la cristiandad (Ap 12,7a; 19,11-16); y el espíritu de la negación del Amor del Padre y del Sacrificio del Hijo con sus súbditos, alineados contra Dios en el más formidable ataque lanzado por satanás contra los cristianos y la cristiandad (Ap 12,7b; 19,19).

  7. En el corazón puro y santo de la Mozuela de Dios ya latía el Corazón de Niño que moldeaba los corazones y que todavía moldea los corazones de todos aquellos que, con sinceridad se acercan a la Nueva Jerusalén (Ap 21,2), para hacer oír al mundo el latido vivo de Su Corazón de Padre, de Hijo y de Espíritu Santo. La Mozuela de Dios ha crecido confiada en el Amor de Dios. Ha crecido en contacto con el Cielo, unida al Cielo, porque Su Corazón, por voluntad del Padre, ya yacía en una Morada metafísica en contacto directo con la santidad. Así Ella ha crecido acogiendo cada día, en Su Corazoncito, la voluntad del Padre (Mt 7,21; 12,50), para transmitirLa a todos aquellos que a lo largo del tiempo a Ella se habrían acercado. Muchos han podido nutrirse y saciarse, a lo largo del tiempo, de Su Corazón, acogiendo toda palabra y todo latido suyo; acogiendo la Palabra de Dios, la Palabra de Jesús y de María, que siempre La han guiado y fortalecido, saciándola con Su Presencia y con Su infinito Amor.

  8. La Mozuela de Dios, con Su Amor y por voluntad del Padre, ha restablecido la Iglesia de Cristo, formando Sus hijos para permanecer fieles a Cristo, Camino, Verdad y Vida (Jn 14,6), preparando al pueblo de Dios a fin de que pudiese confluir en la Iglesia Cristiana Universal de la Nueva Jerusalén, la Iglesia querida por el Padre para restablecer en Cristo Su Nueva Alianza, Una, Santa y Universal, para dar cumplimiento al Plan de Amor y de Redención preparado por el Padre por la humanidad.

  9. Ahora, en el Día Santo de la Natividad de la Mozuela de Dios, el Fuego del Amor del Padre avanza en la Nueva Jerusalén para hacer comprender a esta humanidad la esencia de la Vida (Jn 1,4; 3,15-15.36; 5,24; 6,40; 8,12; 20,31), para hacer comprender a esta humanidad la verdadera sustancia de la fe, una, santa y universal, en el Dios Uno y Trino; y hacer comprender nuevamente a todos los hijos de Dios y a los hombres y a las mujeres de buena voluntad el único Camino, Cristo, la única Verdad, Cristo, que conduce todos a comprender “la” Vida, Cristo, para ser fieles eternamente (Ap 14,4-5).

  10. En la Nueva Jerusalén late el Corazón del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Y en el Día Santo de la Natividad de la Mozuela de Dios, Aquella que el Padre ha elegido para dar cumplimiento a Su Plan de Amor y de Redención por la humanidad, el latido de Amor de Dios se manifiesta aún más, para dar alegría a todos aquellos que en la Nueva Jerusalén alaban al Nombre del Dios Uno y Trino (Mt 28,19); para dar vigor a todos aquellos que defienden a Su Santo Nombre (Ap 3,12b); y para dar coraje a todos aquellos que quieren salir de la tentación del enemigo de Dios, para salir de la Iglesia de Roma, Babilonia (Ap18,4), y llegar en la Tierra de Amor donada por el Padre a esta humanidad (Ap 21,1), para recibir la Luz de Cristo, Luz para todas las gentes (Jn 1,9), para que el Padre pueda imprimir Su Sello de Amor (Ap 7,2-3) sobre todos aquellos que acudirán para ser signados por Su Amor de Padre, de Hijo y de Espíritu Santo.

  11. Es ésta la apelación del Padre, última apelación, que el Padre dirige a cuantos todavía no quieren doblar su rodilla ante el Rey de los reyes y el Señor de los señores (Ap 17,12), a fin de que los hombres se arrepienten y abandonen lo que se ha convertido en inicuo y pútrido para recibir la Misericordia del Hijo de Dios bajado del Cielo en la Tierra de Amor. Luego las puertas se cerrarán y el Padre aplicará Su Justicia, Misericordiosa Justicia, para hacer justicia a Sus hijos permanecidos fieles a Cristo (Ap 18,20).

  12. En María, con María y por María, siguiendo el ejemplo de la Mozuela de Dios, la Estrella del Paraíso, la Puerta del Corazón del Padre, los hijos de Dios están listos, para responder y renovar el propio “sí” al llamado recibido, para combatir la buena batalla en defensa de la verdadera fe en el Dios Uno y Trino, para hacer triunfar el Corazón Inmaculado de María y conducir todos a vivir la Vida, la verdadera Vida, la Vida eterna (1Jn 2,25; 5,11.20), que en Cristo, con Cristo y por Cristo se vivirá por la eternidad (Jn 17,3).

21 de enero de 2019
Fiesta Solemne de la Natividad
de María G. Norcia

El Pontífice
Samuele