Presentación de María al Templo

(Borrador)

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Aquella que es Templo (Lc 1,49) del Espíritu de Dios (Lc 1,28), llegado el tiempo de la promesa (Lc 1,26), es inicialmente presentada y ofrecida al templo de Jerusalén, en la espera de generar, por obra del Espíritu Santo (Lc 1,35), el Salvador, nacido, muerto, resucitado y ascendido al Cielo para abrir las Puertas del Paraíso, a fin de que muchos tuvieran la vida y la tuvieran en abundancia (Jn 10,10).
María, Nueva Jerusalén (Ap 21,2), en el tiempo del cumplimiento de la promesa final (Is 7,14), nuevamente acoge en su Corazón Aquel (Ap 12,1-2) que, como había prometido, ha vuelto (Hch 1,11), bajando del Cielo para habitar en Aquella (Jn 14,17) que de su Corazón puro ha hecho el Templo, para poder acoger al Niño Jesús.
Presentada luego a Aquel que se ha encarnado en el tiempo (Jn 1,14), Ella ha vivido rezando y amando, nuevamente acogiendo el Esposo (Is 62,4; Ct 4,8-12) para generar el Amor (Jn 13,15) en los corazones diciendo: “Haz de mi lo que Te agrade. Hágase tu Voluntad”. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.