DOCUMENTO DE MAGISTERIO
En María, con María y por María
para vivir Dios en la totalidad
(Borrador)
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Jesús en la Nueva Jerusalén ha bajado en Espíritu y Verdad (Jn 4,24; 15,26; 16,13), para donar a todos la eterna Vida (Jn 3,16; 6,54; 17,3). Y el Espíritu de Cristo sea en sus hijos fieles para que sus Palabras bajen en el corazón frescas como roció, para donar la sapiencia santa para vivir, derramar y hacer que todos practiquen sus enseñanzas que son “la” Vida (Sal 118,144) para todos aquellos que quieren vivirlos con voluntad llena, con espíritu listo y con el corazón sincero de quererse poner a disposición de Dios a fin de que, como instrumentos santos, se pueda vivir y hacer vivir todos en María, con María y por María.
Éste significa pertenecer a Cristo, Hijo de Dios. Como Él primero ha recibido el llamado del Padre Santo para ir y volver a levantar la humanidad, tomando sobre Sí los pecados del mundo y anclando todo lo que era iniquidad sobre la Madera de la Cruz (1P 2,24), así ahora todos tienen que hacer: todos aquellos que quieren sinceramente pertenecer a Cristo, vivir por Cristo y practicar el recto Camino que es Cristo, para hacerLo comprender a todos, tomando la propia Cruz, abrazándola sabiendo de abrazar al Hijo de Dios (Lc 9,23), que sobre aquella Cruz ha vencido contra la humanidad, así como hizo María (Jn 19,25).
He aquí el Espíritu de Cristo que procede por la historia (Jn 14,17) para hablar, enseñar y dialogar. Hablar (Jn 5,24), llevando a todos la Verdad (Is 45,23), para alejar todo tipo de mentira y todo tipo de embuste del corazón de los hijos (Ap 22,15). Enseñar (Jn 13,13), una doctrina nueva, para ir más allá de los límites angostos de la Ley (Revelación de Jesús a María Giuseppina Norcia, “El Altar Privilegiado Eterno para la Unión Hipostática”, 30/06/1985): la doctrina cristiana y universal que tiene que empujar los corazones a la compresión del lenguaje divino, aquel lenguaje que la humanidad otra vez más no logra entender: un lenguaje diferente porque no sacia los sentidos humanos, sino que tiene que remodelar los corazones, con respecto a un lenguaje humano mojado de sentimientos no santos que tienen que dejar espacio a la acción del Espíritu. Dialogar (Jn 15,15), en el momento en el cual hay comprensión recíproca: he aquí el diálogo entre los amigos, entre los hermanos, siguiendo el ejemplo de Cristo, Amigo y Hermano, en aquella comprensión espontánea, viva y sencilla que da fruto y nunca sufrimiento.
He aquí el sentimiento del ahondamiento santo de los hijos de Dios (Sal 24,4), que quieren subir en la profundidad del conocimiento (Sab 15,3) del Amigo, del Hermano y del Dios Jesús. Y Jesús, como Dios, Juez de este mundo, con Justicia habla y hablará a los corazones por medio de su Espíritu (Tb 3,2), para cortar todo lo que es inicuo, para que el mundo comprenda lo que aleja de Dios con respecto a todo lo que puede acercar y a hacer confluir en Dios.
Nadie puede poner un amor humano por encima del amor divino, porque en el momento en el cual se comprende el Evangelio (Mc 3,32-35) y el conocimiento es lleno de aquel Amor vivo, santo y celestial que es Persona (Jn 1,14), todo el resto queda en segundo plano.
He aquí el ejemplo que nos dona María, Aquella que ha amado a Jesús como ningún otro (Lc 1,46). Fuertes de su santa Ayuda y de esta concienciación, los hijos de Dios tienen que superar cada obstáculo y cada prueba: las pruebas de la cotidianidad, las permisiones de la tentación, que también pueden ser amores humanos, de sangre (Lc 14,26) además de lo que es mundo, a fin de que todo y todos puedan dejar el primer puesto al único verdadero Amor: Dios.
Dios ha creado el hombre libre. Y en virtud de la libertad recibida, el hombre puede actuar bien o puede actuar haciendo lo que es malo (1P 2,16). Por esto en el Evangelio Jesús a veces habla con dulzura (Jn 8,32), otras con firmeza (Mt 23,27), para que se comprenda la Verdad (Jn 8,32), que para el hombre puede ser a veces cómoda, otras incomoda, porque Dios es Misericordia y también Justicia, a fin de que todos comprendan la Verdad del error, el Camino Maestro del camino engañoso, porque la Salvación no puede ser gratuita sino hay que conquistarla haciendo lo que es Bien y alejando con todas las propias fuerzas el pecado y todo lo que es mal.
Solo así el hombre que quiere ser verdadero cristiano podrá comprender y hacer que se comprenda qué significa amar a Dios por encima de sí mismos, qué significa amar a Dios con todas sus fuerzas, qué significa amar a Dios por encima de todo y de todos (Mc 12,30), para poner Jesús al primer puesto, único Sumo Bien, como ha hecho María.
Quien quiere amar a Jesús como único Bien primario está llamado a hacerlo con las acciones, renegando de la propia vida (Mc 8,34) para revestirse de la Luz de Cristo que es verdadera Vida, para destacarse más y más de todo lo que es mundo y vivir Dios en la plenitud. La humanidad satisfecha en todo sentido no logra vencer a sí misma, porque no siente la necesidad de Dios, que es obstáculo por ella, llegando nuevamente a ser su Piedra de tropiezo (Sal 117,22; 1P 2,1-10).
Jesús no es un Dios cómodo. Jesús no es un Dios que se contenta. Jesús no es un Dios que puede ser usado y luego echado. Jesús es y siempre será (Jn 18,6). Jesús es perfecto y nos quiere perfectos como Perfecto es el Padre Santo que está en los Cielos (Mt 5,48).
En la Casa de Dios lo que reina y tiene que reinar es el Amor (Jn 14,2), el Amor sublime: María (Lc 1,28); el Amor puro: María (Lc 1,27b); el Amor unigénito: Cristo y María (Lc 1,30-33). Quien quiere hacerse siervo siguiendo el ejemplo de María (Lc 1,38a) pida ser llenado de su infinito Amor. Quien quiere ser siervo siguiendo el ejemplo de María (Revelación de Jesús a María Giuseppina Norcia, “La Ascensión al Cielo”, 13/04/1995) pida delante de la Pequeña Cuna del Niño Jesús: “Jesús, enséñame a amar, como Tú solo sabes amar. Jesús, despójame de mí mismo, porque en Ti quiero vivir. Jesús, hazme ser como María es”.
Para hacerlo hay que abandonar costumbres no santas y sentimientos que son contrarios a la amistad y a la fraternidad. En aquel tiempo los Amigos de Jesús todo han dejado por amor del Maestro (Mc 10,28-31), inicialmente desconocido, sino que en el tiempo han amado con todos ellos mismos, llegando hasta el punto de donar su vida. En este tiempo, las palabras y el lenguaje del Maestro aún más resultan insoportables para esta humanidad árida y perdida, porque quien ha apostatado de la verdadera fe ha transformado y malvendido la Palabra de Jesús, para complacer al enemigo de Dios (Revelación de Jesús a María Giuseppina Norcia, “El Retorno de Jesús”, 30/10/1994).
En la Nueva Jerusalén, Morada de Dios entre los hombres (Ap 21,3), el Espíritu de Cristo cortará definitivamente la ligazón entre Dios y todo lo que es pecado (Jn 16,7-8), alejando de manera definitiva todo lo que es impuro, a fin de que todos sepan que en la Casa de Dios viven aquellos que quieren alejar totalmente todo lo que es pecado y, con amor, abrazar la Cruz (Flp 2,5-11) que es Salvación (Ap 21,27): Cruz de muerte del hombre viejo y del pecado (Rm 6,6), Cruz de Resurrección eterna a Vida nueva para los nuevos cristianos (2Cor 3), que alimentan su espíritu del Amor de Dios que hace arder los corazones para vencer contra sí mismos y hacer habitar en ellos el Amor puro y esencial que vuelve a dar la Vida.
He aquí el significado de ser “de” Cristo y María (1Jn 5,20): combatir y vencer (2Tm 4,7), con las acciones y los hechos, no con las palabras y las omisiones (1Jn 3,18). He aquí el sentido de responsabilidad que los nuevos cristianos deben tener, para cercenar toda ligazón con todo lo que es mundo y pecado (Rm 6,11-14), para no vivir como aquellos que sirven dos padrones, Dios y mammón, Dios y el propio “yo” (Lc 16,13). He aquí que para todos llega el tiempo del viraje (Lc 13,30): o con Dios o contra Dios (Lc 11,23).
12 de septiembre de 2023
Fiesta Solemne del Santísimo
Nombre de María
El Pontífice
Samuele
