La Fidelidad en Cristo y la apostasia de Roma

31 de octubre 2016

La Iglesia Cristiana Universal de la Nueva Jerusalén denuncia y declara que en la iglesia de Roma está oficialmente en curso la viva Apostasía que, preanunciada por las Sagradas Escrituras y confirmada por los enviados de Dios en la historia, en estos tiempos y en este día se manifiesta al mundo entero.

Bergoglio y sus fieles ministros de la iglesia de Roma, conmemorando a Lutero y su reforma, cometen un acto sacrílego, contra Cristo y contra la infalibilidad de Cristo. No se puede unir en Cristo aquel que es maestro de la división. Lutero, con su doctrina herética y con su ejemplo de vida ha despreciado al Cuerpo de Cristo. El Cuerpo de Cristo debe ser amado, defendido y hecho penetrar en el corazón, para ser unidos en Su Cuerpo, Cuerpo místico que es Iglesia. Bergoglio conmemora a Lutero porque acomunado por el mismo espíritu de separación y de destrucción del Cuerpo místico de Cristo. La Vida de Cristo, en Cristo, debe ser tutelada, apreciada, vivida y sobre todo defendida.

Bergoglio y la iglesia de Roma han repudiado el proselitismo y el consiguiente Proyecto de Salvación querido por Dios Padre Omnipotente, que se cumple sólo en el Hijo, Cristo, el único Salvador del mundo.

En la iglesia de Roma la fe en el Dios verdadero, en Cristo, único Salvador, es día tras día golpeada, pintarrajeada, menospreciada, para complacer a todos salvo a Dios, que en el Hijo, en la obra de Su Hijo, ha querido manifestar Su esencia y Su sustancia de Padre, donando al mundo la Salvación, que sólo en Cristo, único Señor, único Salvador, se realiza.

Bergoglio y la iglesia de Roma han subvertido el Plan de Salvación del Padre, anulando las verdaderas enseñanzas cristianas, para perseguir con diabólica voluntad un nuevo proyecto de religión mundial, cuyo objetivo es de reunir todos en prácticas anti-cristianas y en vacías teorías fundadas en la palabra “amor”. Todo esto suscita la ira del Padre, que se manifiesta y se manifestará. Los puros de corazón y los hombres de buena voluntad comprenden y comprenderán los signos de los tiempos; e, incluso entre los cristianos, muchos se despertarán del sueño profundo que les atenaza, comprendiendo que la Palabra de Dios no puede ser siempre vista en el ámbito bonachón de las cosas sino que Dios es sí misericordioso pero justo.

Cristo une todas las gentes. Cristo une los pueblos. Cristo es el único Camino para llegar al Corazón del Padre. El hijo de Dios ha enseñado a anunciar todo esto, para poner los pueblos y las naciones en conocimiento del único Proyecto de Salvación del Padre para la humanidad, sin obligación pero anunciando a Cristo único Salvador de todas las gentes, para hacer ser todos en el único Cuerpo que es Cristo.

La libertad que el Padre ha concedido al hombre puede hacer acoger o no tal Proyecto. Sin embargo los cristianos que aman a Cristo, que han consagrado la propia vida a María y a Cristo, tienen la obligación de evangelizar, de hacer proselitismo, para llevar a todos el verdadero conocimiento: abrir los corazones y conducirlos todos, gracias a la acción del Espíritu Santo, a Cristo, el único Salvador del mundo, a fin de que en el nombre de Cristo toda rodilla se doble y toda lengua, pueblo y nación invoque Cristo y proclame Su alabanza (cf. Fil 2, 10-11).