DOCUMENTO DE MAGISTERIO

Tiempo de purificación y meditación:
atravesar el Desierto para vivir el Oasis de Amor

(Borrador)

  1. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Recemos juntos y digamos: “Jesús, purifica mi corazón; Jesús dame un corazón nuevo; Jesús, acógeme en Tu Cuna, porque esta Cuna será Tu Tabernáculo y Yo quiero demorar allí junto a Ti y junto a todos mis hermanos. Jesús, cumple esta mi oración para que yo pueda vivir en Ti y Tú en mí. Te amo Jesús”. (La Nueva Jerusalén Tierra de Amor, p.25).

  2. He aquí la oración que Jesús ha revelado a su Mozuela, María Giuseppina Norcia, que se ha cumplido y que se cumplirá en la plenitud, cuando todos habitarán en el Uno como el Uno habita en aquellos todos (Jn 15,4) que querrán abrir la única Puerta (Ap 21,12; 22,14) y llegar a comprender y a vivir el único Corazón, que en la Pequeña Cuna se encuentra para que todos puedan tener la Vida (Jn 10,10).

  3. La Pequeña Cuna del Niño Jesús es “el” Tabernáculo (Jn 6,51): el único Tabernáculo, antes anunciado y que ahora es, Único y Eterno Tabernáculo que manifiesta el Altar privilegiado del Padre donde se vive la unión hipostática del Hijo (Jn 8,58), verdadero Hombre y verdadero Dios.

  4. La Pequeña Cuna del Niño Jesús es el Centro de la Infinita Misericordia del Padre, donde el Padre, en el Hijo, espera a todos aquellos que quieren ser mondados y purificados en el Amor (Sal 50,9-10), Espíritu Santo Amor (Jn 4,24), que en el Hijo Unigénito es Persona (Jn 1,14).

  5. La Pequeña Cuna del Niño Jesús es el Centro (Revelación de Jesús a María Giuseppina Norcia, “El Lugar Santo del Retorno de Jesús”, 19/02/1995) de la Nueva Jerusalén (Ap 21,2), donde Dios ha puesto su Carpa entre los hombres (Ap 15,5), Arca y Signo de la Nueva y Renovada Alianza (Gn 6,18) entre el Padre y sus hijos fieles, el pequeño Resto del Israel de Dios (Is 37,32; Jer 31,7; Mi 5,7) que Jesús ha encontrado fiel (Lc 18,8).

  6. En la Pequeña Cuna del Niño Jesús el Padre ha puesto su Corazón, a fin de que todos puedan uniformarse a su latido de Amor y hacer latir sus corazones al unisón. Este Corazón irradiará el Amor, la Santidad, la Luz (Jn 1,9) que se derrama y efunde y aclarará toda tiniebla, que calienta, ilumina y quema toda impureza; para manifestar al mundo de buena voluntad lo que es santo y lo que santo no es; para manifestar que muchas fechorías cometidos por aquellos que se sirven del Nombre de Dios (Jer 23,14) no son Obra de Dios; para manifestar que en las acciones abominables perpetradas contra los pequeños y los inocentes no está la mano del verdadero Dios (Mt 18,6), sino la obra de un dios diabólico y mentiroso que ánima un sistema podrido y corrupto (Ap 18,2).

  7.  Es éste el tiempo de la Travesía del Desierto (Ex 13,18) que conducirá los hijos a vivir el Pasaje (Nm 9,2), Pascua de Resurrección, para hacer arribar y habitar en la Tierra Prometida (2P 3,13) donde corren Leche y Miel (Ex 3,8) todos aquellos que quieren vivir la comunión de corazón, alma y espíritu con Jesús, Hijo de Dios, el único que Dios que salva, a fin de que, desenmascarada la mentira y la iniquidad, los hijos puedan vivir en la Paz, en el Amor, en la Alegría y en la Sinceridad, para hacer vivir a todos la única Verdad (1Jn 5,29) que conduce a la eterna Vida (Is 11,6).

  8. Es éste el tiempo de purificación y de meditación: una meditación constructiva, ligera, que va directamente al grano: salvar los corazones (Mt 18,11); llevar los corazones al conocimiento de la única y eterna Morada querida por el Padre (Ap 21,3), a fin de que, recordando el recurrido terrenal del Hijo de Dios los hijos puedan emprender su itinerario para resucitar en la eterna Cuna de Amor. Muchos saldrán del Desierto de este mundo para arribar al Oasis lozano y santo (Lc 12,32), donde poder vivir la armonía con Dios y con el prójimo, así como estaba en el Pensamiento original del Padre (Gn 1,31), que ahora será llevado a cumplimiento.

  9. Es éste el tiempo para los nuevos cristianos para poder crecer y ser, para estar listos (Lc 12,35) y preparados para vivir el tiempo intenso, proficuo y profundo que los espera, para ser y manifestarse creíbles y creyentes.

  10. Creíbles: hombres verdaderos, buenos, rectos y generosos, leales y correctos (2Tm 2,22) que, excepto que en el pecado, se hacen todo en todos (1Cor 10,33), para testimoniar Cristo verdadero Hombre.

  11. Creyentes: cristianos auténticos, verdaderos y libres (Jn 8,32), muertos al mundo (Jn 12,25) y al pecado (Rm 6,11) para vivir y testimoniar a Cristo verdadero Dios, que nuevamente ha bajado del Cielo como había prometido (Hch 1,11) y que en la Nueva Jerusalén todos espera para todos salvar (Lc 1,47).

  12. Quien cree (1Tm 4,10) y llegará con fe a la Pequeña Cuna del Niño Jesús, “el” Tabernáculo del Dios Viviente, pidiendo en el Nombre de Jesús y en el Nombre de María ser mondado de todo pecado, será purificado (Sal 50,12).

  13. Quien cree y tomará de las manos de María, Aquella que ha generado físicamente al Niño Jesús y que espiritualmente Lo ha generado nuevamente en el corazón de muchos (La Nueva Jerusalén Tierra de Amor, p.23), ya habrá emprendido el itinerario que conduce al Corazón del Padre.

  14. Quien cree y hará la voluntad del Hijo de Dios (Mc 16,16), Aquel que es Camino, Verdad y Vida (Jn 14,6), el Unigénito Hijo del Padre, bajado del Cielo en la Nueva Jerusalén y perseverará hasta el final (Mt 24,13), será encontrado puro y digno de poder vivir y hacer vivir, amar y enseñar a amar, ser para hacer que todos sean en el único Espíritu que conduce todos a la eterna Vida (Jn 3,16), Cristo, única Sustancia (Hb 1,3) y única Esencia (Jn 10,30). En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

22 de febrero de 2023
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