Mensaje universal de la Madre Iglesia

Oh Niño Jesús, haznos dignos de renacer en Tu Corazón,
para que la Navidad no sea sólo un día
sino que sea el día eterno de Tu retorno

La bendición del Niño Jesús, nacido, lleve en el corazón de todos la Luz (Jn 1,9), la Santidad y el Amor. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

El Niño Jesús, Luz del mundo, Luz para cuantos Lo acogen (Jn 1,12), sea vuestro sostén, vuestro amparo, vuestra fuerza.

El Niño Jesús, aquí bajado y nacido en el corazón de cuantos han reconocido la Estrella (Mt 2,2.19), pueda donarnos Su Paz y Su armonía.

El Niño Jesús, aquí nacido para acoger, amar y hacer vivir, sea el ancla (Hb 6,19) de vuestro corazón, el ancla de vuestra fe, la roca viva sobre la cual aferrarse.

El Niño Jesús irradie en vuestro corazón Su esencia y Su sustancia y os done Su fuerza viva para transmitir la autenticidad que está en el corazón del Padre, que a través del Hijo se revela y que con el Espíritu Santo adorna vuestro corazón.

El Niño Jesús, Luz del mundo, hoy os done la concienciación de poder vivir Cristo en la unión viva y santa con María, Madre Iglesia, Aquella que Lo ha generado para donarlo a la humanidad entera.

De este Rincón de Paraíso, la Luz revista hoy vuestros corazones, a fin de que renaciendo (Jn 3,7), podáis de verdad manifestar las enseñanzas que el Padre en este Tierra de Amor ha confirmado con Su viva presencia, con Su vivo Amor y con Su viva Bondad.

El Niño Jesús hoy aprieta al corazón cuantos en Él creen, cuantos en Él esperan, cuantos en Él quieren vivir la verdadera fe, a fin de que sea de verdad la Navidad para cada hombre y mujer que quiere amar, comprender y vivir Cristo Luz del mundo.

La Luz será para todos aquellos que, humillándose (Flp 2,8), renacerán a vida nueva, en la comprensión del Misterio Uno y Trino, que en la Iglesia de Cristo, universal y eterna, se manifiesta.

La Luz del Niño Jesús será viva y fúlgida para los hijos de Dios, para los agentes de Paz (Mt 5,9), para los agentes de la justicia y de la concordia, para cuantos actúan en el nombre del Niño Jesús y para cuantos en María viven, creen y esperan.

La Luz faltará a cuantos La combaten, a cuantos no creen y no hacen creer en el nacimiento del Niño Jesús (Jn 1,11). La Luz faltará a los agentes de iniquidad (Mt 7,23). La Luz faltará para cuantos viven de una luz artificial: ya no el esplendor de la santidad sino un desacierto de sola y pura humanidad. La Luz de Cristo Salvador manifestará las desnudeces (Ez 23,18) de todos aquellos que por la iniquidad viven y con la iniquidad manifiestan una sustancial distancia de la esencia que es Cristo, Luz y Pan del mundo (Jn 6,33).

La Navidad de Cristo es centro de la humanidad, comienzo de la salvación pura y santa. Navidad es Luz. Cristo Luz (Jn 8,12). Cristo ha nacido para irradiar la Luz que jamás se apagará, para revestir todos de Su Luz. Ninguna guerra, ninguna batalla jamás podrá apagar la Luz que ha nacido para iluminar eternamente los hijos de Dios (Mt 5,14) que aman a la Luz, que quieren vivir en la Luz y vivirán para siempre en la Luz cuanto más permanecerán unidos a la Luz (Jn 9,5).

En la Pequeña Cuna del Niño Jesús está el Amor que el pequeño Jesús ha vuelto a encontrar después de haber nacido en aquella pequeña gruta de Belén (Mt 2,6). La Pequeña Cuna de la Nueva Jerusalén (Ap 21,2) es la segunda y última gruta que unirá todos aquellos que amarán para siempre a Cristo.

A los hombres y a las mujeres que viven esta humanidad dirijo hoy mi dolorida apelación de despojarse de todo peso inicuo (Mt 23,4) y de reconciliarse con la Luz, que aquí ha bajado, aquí ha venido por Amor (Jn 1,14), para hacer reconocer el Amor.

Vivid Cristo Luz y nada faltará (Sal 22,1). Dejaos calentar por el calor de Su Cruz de Luz. En Su Nombre reconciliaos con el Corazón del Padre, para poder vivir Su Corazón Bueno y Santo, Misericordioso y Justo (Sal 115,5).

Encomendaos a María, buena y tierna Madre, Madre de Dios y Madre universal. Tomad de Su Mano de Madre, suave y pura, candorosa y santa; y dejaos conducir en la Tierra de Amor. María, nuestra Estrella, nos conduce a la Pequeña Cuna del Niño Jesús (Mt 2,9b), para conducir todos en el Corazón del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

A la Pequeña Cuna, Jesús manifiesta a todos Sus hijos Su vivo y total Amor de Hermano, de Amigo y de Maestro, a fin de que todos juntos podamos hacer vivir y reinar la Paz sobre esta Tierra, aquella Paz olvidada que en la Nueva Jerusalén está viva y reinará para siempre (Is 52,6-7).

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

1 de enero de 2021
Octava de Navidad
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Samuele