Dios Padre vuelve a donar al mundo
María Madre Iglesia
para consagrar todos en la única Verdad que salva
Dios Padre es Aquel que es. Todo el Padre en Su omnipotencia puede. Por Amor de Sus hijos, en Su infinita misericordia, Dios Padre vuelve a donar al mundo María, Su Mujer, Su Iglesia (Ap 12).
María es la Sierva del Señor. María es la Reina del Cielo y de la Tierra, lista para derramar Sus dones y hacer bajar sobre todos Sus hijos Su infinita gracia y Su infinito Amor, de Madre, de Esposa y de Reina.
El Padre, en Su infinita misericordia, ha donado a la humanidad la Tierra de Amor donde Él ha establecido Su Morada (Ap 21). En la Tierra de Amor el Espíritu del Padre está vivo. El Padre ha encomendado Su Morada a los cuidados maternos de una Mujer, María, encomendando a Su Corazón puro los hijos que el Espíritu del Padre en el tiempo y con tiempo hizo llegar a esta Morada Suya.
El Padre en esta Tierra de Amor ha mandado Su Hijo, bajado del Cielo para que en Espíritu y Verdad (Jn 15, 26) todos Sus hijos pudiesen nutrirse de Su Pan, un Pan vivo, santo, espiritual, para quitar el hambre de los hijos de Dios y para quitar el hambre de todos aquellos que están animados por la buena voluntad.
En esta Tierra de Amor se adora Dios en Espíritu y Verdad (Jn 14). En esta Tierra de Amor, María, Madre Iglesia, está viva y acoge Sus hijos con amor materno, para que cada hijo en esta Iglesia pueda advertir el calor del Padre, la presencia del Hijo, el vivo Amor del Espíritu Santo.
El Amor de María, Madre Iglesia, Nueva Jerusalén está vivo y está listo para penetrar cada corazón, ardiente, anhelante, voluntarioso de conocer plenamente la Verdad, para emprender Su camino y vivir Su Misa, una Misa viva, continua y palpitante, que llevará a todos beneficio e infinita santidad, para ser redimidos de los pecados y vivir plenamente en Cristo Señor.
He aquí la Tierra de Amor, he aquí la Nueva Jerusalén (Ap 21, 1-2) donada por el Padre a fin de que cada corazón que abre el corazón a Dios Padre Omnipotente pueda recibir la recompensa, que llevará a vivir la eternidad, con el Padre, en María, para ser en la eternidad “hijos”, y ser en la eternidad como Él es.
De la Iglesia Cristiana Universal de la Nueva Jerusalén cada vez más será visible la Luz de Cristo, Luz para todas las gentes (Is 60). María, la Estrella que ilumina el camino, conducirá todos aquellos que están en búsqueda de la Verdad en esta Tierra de Amor, donde el Padre ha establecido Su Tabernáculo, único Tabernáculo, único Faro de reconocimiento de Su Amor. Más y más la Luz avanzará de esta Casa y de esta Tierra de Amor. El mensaje universal de esta Casa pasará toda frontera, para volver a dar esperanza a muchos que la han perdida, para volver a donar la gana de vivir la filiación auténtica con Dios, Uno y Trino y poder saborear eternamente Su Amor.
Toda barrera que los hijos del maligno han erigido contra los hijos de Dios será abatida, porque nada puede resistir a la potencia del Hijo de Dios, que alzará Su Brazo y todo será sometido a Su Corazón, a fin de que esta Madre Iglesia, Madre Tierra, Nueva Jerusalén, pueda hacer sentir Su abrazo a todos Sus hijos y a todos los hombres de buena voluntad, así que nuevamente muchos a través de esta Madre Iglesia puedan escuchar la voz del Padre: aquellos muchos que la han olvidado; aquellos muchos que han sufrido todo tipo de violencia a causa de hombres infieles, que han causado el abandono de muchos de la verdadera fe, el abandono de muchos del verdadero Patio de la Iglesia de Cristo.
Dijo Jesús a la Mujer de Dios: «En la Iglesia están distintos patios: aquel de los sacerdotes, aquel de los biempensantes, aquel de los traficantes: entre estos patios de la Iglesia está vuestro patio, la Isla Blanca, donde Yo defenderé la pureza de la fe. En este nuevo Templo ni el sinedrio, ni el mundo tendrán autoridad, porque lo he preservado exclusivamente para mí, por lo que se deberá cumplir. Su, nuestra Misa: el mundo no comprenderá». Lo que se debía cumplir se ha cumplido, se está cumpliendo y cada vez más se cumplirá.
La Iglesia Cristiana Universal de la Nueva Jerusalén está viva y dona al mundo Sus frutos santos, los frutos del Amor del Padre, los frutos del Amor de María.
En este día santo, en el cual la Iglesia Cristiana Universal de la Nueva Jerusalén más y más se manifiesta al mundo, los hijos de Dios invocan la bendición de Dios Padre Omnipotente, el Dios Uno y Trino, a fin de que el Padre infunda en el corazón de todos los hijos de esta Iglesia y de todos los hombres de buena voluntad Su sello (Ap 7), que lleva todos los hijos de Dios a ser atados al Cordero de Dios, Cristo, único Cordero (Ap 14; 19, 6-8), que redime y santifica, purifica y une, acoge y aleja. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.