El orden y la armonía de la Casa del Padre

Quien ha perdido en sí el estímulo de la vida, de la verdadera vida, no puede comprender el bálsamo del Amor del Padre; no puede comprender la rectitud, la honestad, la fraternidad, que es todo lo que en el mundo está perdido. Un mundo lleno de deshonestidad, de rivalidad, donde ya no se vive la Ley de Dios, ya no se viven las enseñanzas del Hijo; y se olvida todo lo que el Hijo ha realizado. Perdiendo todo esto ya no se vive en la armonía sino que se vive todo con frenesí y sin amor.

Este es lo que en esta Casa, en esta Iglesia, el Padre restablecerá: el orden y la armonía, para volver a donar a todos los corazones que con sinceridad piden el entusiasmo de reconocerse amados del Hijo de Dios, mimados por la Madre, protagonistas de la verdadera vida cristiana.

En este Rincón de Paraíso no hay espacio por quien quisiera vivir la lógica y lo que se vive en el mundo pensando poderlo vivir y aplicar también en esta Iglesia. En este Rincón de Paraíso no hay espacio por aquellos que quieren vivir las relaciones entre los hermanos como se viven en el mundo, porque como Jesús ha dicho a la Mujer de Dios: «Las relaciones entre los hermanos de la Jerusalén deben ser diferentes de aquellos que viven el mundo». Éste hará que la Casa del Padre cada vez más pueda resplandecer en Su originalidad, en Su esencia cristiana, reconduciendo en el centro los valores que son de Cristo y de María. Éste es ser Comunidad de Cristo. Éste es ser Asamblea de los creyentes en Cristo. Éste es ser Iglesia Cristiana Universal de la Nueva Jerusalén.

He aquí el desafío lanzado por el Padre y por los hijos de esta Casa por interrumpir un camino largo de otra casa, que antes era y que ahora no es más, que ha llevado a la ruina a muchos corazones. El Padre vive intensamente todo esto. Lo que es podrido caerá y más no será. El patio de Roma ha perdido la fe. En la plenitud vive la apostasía y con el engaño está llevando muchas almas y corazones a vivir una nueva filosofía religiosa mundial que no es de Dios, que llevará muchas almas y corazones a la perdición.

El Padre cotidianamente infunde en el corazón de los habitantes de Su Morada, en el corazón de Sus hijos fieles, de aquellos que con el corazón ya habitan en la Isla Blanca, el sentimiento vivo y profundo de Su Casa, de la Iglesia Cristiana Universal de la Nueva Jerusalén, que llama a sus hijos a reunión: llama a los hijos para que cada hijo sea testigo ardiente de las virtudes cristianas, para vencer todos aquellos que, no amando y no queriendo amar, intentan desacreditar el Proyecto de salvación del Padre, que en esta Casa se cumple.

Esta Tierra de Amor, este Valle, se rellenará de la armonía nueva, de una fraternidad verdadera, para que pueda desaparecer la mentira y la falsedad, para dejar espacio a la santidad.

Esta es la viva promesa hecha por Dios a Sus hijos. Esta es Su Voluntad. Todo pasa pero la palabra de Dios no pasará hasta cuando no será cumplida (Lc 21, 33). Y la palabra de Dios llevará fruto en abundancia, para Sus hijos y para todos los hombres y para todas las mujeres de buena voluntad, que están en búsqueda de la Verdad, que están en búsqueda del Hijo de Dios, que están en búsqueda de la viva Presencia del Padre y de Su viva paternidad, de Padre Bueno y Justo, Misericordioso y Santo.