El Padre levanta Sus pequeños y abaja los sabiondos

En la Tierra de Amor el Padre aprieta a Su Corazón Su pueblo: aquellos que llegan en la Nueva Jerusalén donando el proprio amor al Padre, al Hijo para ser llenados por Su Espíritu, el Espíritu Santo que nutre sus corazones y levanta a su espíritu. Aún más en la Tierra de Amor donada por el Padre a Sus hijos, los pequeños, los simples, los lejanos, serán levantados en presencia del Padre, porque se han dejado revestir de Su Luz.

Aquellos que en cambio están llenos de su pedantería, aquellos que se refugian en la tradición, todos aquellos que se cubren detrás del manto del hombre inicuo y de la iniquidad, serán abajados, disminuirán en su ser para ser puestos al estrado de Dios y de Sus hijos (Sal 110, 1).

Nuevamente en la Tierra de Amor las Escrituras se cumplen. María, Aquella que es Madre, a tiempo y en el tiempo ha preparado a Sus hijos, difundiendo el mensaje de salvación que el Dios Niño en la Tierra de Amor habría concedido a todos los hombres de buena voluntad, a todos aquellos que se habrían sometido a la voluntad del Padre y con sincero amor a Él habrían obedecido con devoción santa. La Mujer de Dios ha preparado el corazón del pueblo de Dios al retorno del Hijo de Dios. Nuevamente la humanidad ha dejado caer este mensaje. Por muchos no comprendido, por muchos mofado, por muchos no escuchado. Así como entonces, del desierto una voz clamaba para preparar los caminos del Señor.

Muchos han olvidado que en Rincón de Paraíso donado por el Padre a la humanidad muchos han vuelto a la vida. Muchos han escuchado con sus orejas y han visto con sus ojos las gracias que en la Tierra de Amor, por voluntad del Padre, han sido derramadas: gracias físicas, corporales, espirituales, para hacer comprender a todos que en la Nueva Jerusalén, en la Tierra de Amor, en el Rincón de Paraíso donado por Dios a Sus hijos, la Autoridad es del Padre, Suya y solamente Suya. Nadie puede tener Autoridad excepto el Padre. El Padre y Su Hijo, el Hijo unigénito del Padre.

Todos aquellos que todo esto han olvidado serán abajados en la totalidad. Todos aquellos que han abandonado después de haber escuchado, después de haberse nutrido y después de haber tocado con las manos la viva presencia del Padre, experimentarán ahora Su Misericordiosa Justicia. Los signos del Padre, dados por Amor, se convertirán ahora en signos de Su Justicia, para que la voz de la Mujer de Dios, que llamaba a la santidad e invitaba a reconocer el adviento del Hijo de Dios, ahora pueda volverse contra todos aquellos que no han sabido esperar, comprender y casar la voluntad del Hijo de Dios. La Palabra de Dios será comprendida en Su concreción.

A los hijos de Dios, a Su pueblo, a todos aquellos que se han quedado fieles y con el corazón ya habitan en la Tierra de Amor, será dada miel, para que sea dulce a sus corazones, a fin de que pueda nutrir sus corazones. Será dada la leche de la Madre de Dios, que en este Rincón de Paraíso lo ha preservado para nutrir en la esencia y en la sustancia a todos Sus hijos fieles.

La humanidad perdida advertirá la aridez, porque privada de la protección paterna. La humanidad perdida sucumbirá y sus entrañas temblarán. Una gran parte de la humanidad será engullida porque no más aliada con Dios, no más perteneciente a la Casa con la cual el Padre ha estipulado Su Alianza. Casa de Dios, Casa del Niño Jesús, Iglesia Cristiana Universal de la Nueva Jerusalén.

He aquí que todo se recapitula, todo se cumple y todo se vence. Dios manifiesta Su Pensamiento y avanza en Su Proyecto de salvación para la humanidad. Y todos aquellos que con sinceridad de corazón y animados por la buena voluntad tocarán a la puerta de la Casa del Padre entrarán. Se les abrirá para tomar parte y vivir el Espíritu del Hijo de Dios, tomar Sus manos para arrimarse al Corazón del Padre, Padre Bueno y Misericordioso. Para todos los demás será el llanto y el rechinar de dientes (Mt 22, 13-14).b