María, la Inmaculada del Espíritu Santo

María es la Madre de la gracia. María es la pureza hecha Persona. María, Aquella que es Inmaculada por obra del Espíritu Santo.

En el día de la Natividad de María la humanidad recibía nuevamente la maternidad. En aquel día nuevamente la humanidad era encomendada a una Madre, a la Madre, María, la Corredentora de Dios. En aquel Día de gran Misterio, grande ha sido la Fiesta en Tierra y en Cielo. En María el Misterio de Dios da comienzo. María, la Obra más bella del Creador.

Todos aquellos que, con verdadero Amor, con total devoción, con viva concienciación invocan y pronuncian el nombre de María, vivirán la gracia de pertenecer a Aquella que es Madre, la Madre de Dios, la Madre universal, que ha encomendado todos Sus hijos a Su Jesús, Cristo. Quien se encomienda a María y se consagra a Su Corazón Inmaculado participará a la victoria de Dios y de Sus hijos. Los hijos de Dios viven y avanzan “por” María “en” María y “con” María. María vence toda duda. María vence toda insidia. En María está Dios.

Los hijos de Dios se consagran al Corazón Inmaculado de María para consagrar todos aquellos que están animados por la buena voluntad a Cristo, única Verdad. «María, Madre de Jesús y Madre mía, me consagro a Ti, para que todos aquellos que el Padre me ha encomendado, me encomienda y me encomendará, sean consagrados en la Verdad, para que participen plenamente al Plan de Amor y de Redención, para la gloria y en honor al Padre». Sólo en Cristo los hijos de Dios participarán plenamente al Plan de Salvación del Padre. María es la clave que abre el Corazón del Padre, para hacer vivir a los hijos de Dios y a todos los hombres de buena voluntad el Misterio de la Salvación, Misterio inescrutable e inaccesible, que en la renovación del Sacrificio de Cristo se cumple.

En el Corazón de María todo ya era. En Su Corazón de Niña, de Eterna Mozuela, de Sierva y Esposa Fiel a Su Señor todo ya era. En María la Luz que derrota a las tinieblas ya era, es y siempre será, para hacer vivir a los hijos el Reino de Dios. La Escrituras se cumplen. Todo se manifiesta. El Plan de Amor y de Redención del Padre es.

Este es el espíritu que anima los hijos de Cristo: la pertenencia, la cotidiana confianza y el total abandono a la voluntad del Padre, para vencer todo engaño, porque Dios Padre Omnipotente todo puede; Dios Padre Omnipotente todo vence; Dios Padre Omnipotente todo dona a quien, con confianza, totalmente se encomienda y se consagra al Corazón Inmaculado de María.

María, la Inmaculada del Espíritu Santo. Aquella que ha generado espiritualmente Su Hijo unigénito, por obra del Espíritu Santo, en el corazón de Sus hijos. En María se renueva la filiación de los hijos de Dios. Los hijos de Dios, en Cristo, con Cristo y por Cristo, con coraje, sacrificio y pasión harán triunfar el Corazón Inmaculado de María, para vencer la iniquidad, para vencer la apostasía, para vencer el engaño, y hacer triunfar la Santa Madre Iglesia, María, la Nueva Jerusalén.

María es Misterio de Dios. Inescrutable, el Misterio de Dios. Invencible, el Misterio de Dios. Ésta es la dignidad que debe ser manifestada por cada hijo que pertenece a Cristo, que pertenece a la Mujer de Dios. Los hijos de Dios, con pasión y coraje, enfrentan cada prueba, remitiendo la propia voluntad al Padre, con confianza y abandono filial, para ser templados y manifestar la dignidad de hijos de Dios. La dignidad que en María ha sido donada nuevamente a cada hijo de Dios.

María, Madre Iglesia, hoy y siempre me consagro a Ti.