María, la Madre universal, 
abraza y protege Sus hijos

María, la Madre Iglesia, la Madre universal, abraza y aprieta a Sí cada hijo que en Cristo ha depositado la propia confianza, donando el propio corazón a Cristo para rencontrarlo en el Padre.

María, como mensajera de Alegría, de Paz, de Sinceridad y de Amor, infunde en el corazón de cada hijo la confianza en Cristo, el Hijo enviado por el Padre por Su infinito Amor, para que cada hijo de María sea consagrado en la Verdad, a fin de que en Cristo el pensamiento del Padre sea reconducido al origen.

En la Tierra de Amor, donde está el Tabernáculo viviente, el Padre aúna Sus hijos a fin de que en el Hijo la salvación sea plena, para que todos aquellos que están anhelantes por conocer el Hijo de Dios, puedan en Espíritu y Verdad encontrarlo, conocerlo, para encontrarse a sí mismos y el la Verdad vivir, para conocer plenamente el Espíritu que procede del Padre, que pasa a través del Hijo y llega en el corazón de todos aquellos que quieren vivir la verdadera enseñanza cristiana, que nunca será malvendida, que nunca será aguada sino que cada vez más será vivida y hecha vivir en la plenitud.

La Iglesia Cristiana Universal de la Nueva Jerusalén nunca malvenderá Cristo, la Piedra que los nuevos constructores de un falso templo, de una falsa doctrina – que querría unir todas las “religiones” existentes en una nueva “religión” mundial – han nuevamente desechado. Una es la religión: Cristo. Cristo cabeza del ángulo (Mc 12, 10), Cristo el Maestro, Cristo el único Salvador, Cristo el Hijo unigénito del Padre.

María, Aquella que es Madre, la Reina de la Casa de los cristianos, observa y vela sobre cada corazón. María acoge las oraciones de Sus hijos y, purificadas por el Amor de Cristo, las conduce al Corazón del Padre, a fin de que Su infinito Amor, Su infinita Misericordia de Padre Bueno y Justo, pueda recompensar cada hijo que en la Tierra de Amor ha depositado la propia confianza.

En la Tierra de Amor cada promesa hecha por el Padre se realiza y se realizará. Todo lo que el Padre ha prometido se realizará. María Madre Iglesia Nueva Jerusalén infunde en el corazón de todos el coraje, la confianza y el abandono a Cristo, bajado del Cielo para reconducir todos sobre el recto Camino. Los verdaderos cristianos tienen plena concienciación del Amor de Cristo, donado por el Padre para todos Sus hijos. Los verdaderos cristianos tienen vivas en el corazón Sus virtudes, que llevarán a todos el orden y la disciplina santa.

En la Tierra de Amor la santidad nunca fallecerá. Un rayo pasará y la Morada de Dios vencerá. Caerán las hojas muertas ya no alimentadas por la linfa de Dios. Serán secadas las aguas que no conducen sobre el recto Camino. Pero sobre la Ciudad Santa seguirá resplandeciendo la Luz de Cristo. Sus enseñanzas auténticas nunca se pondrán cuanto más viva será la voluntad de los hijos de Dios de abandonarse a la voluntad del Padre y de permanecer fieles a Sus Mandamientos.

«¡Hijos de Dios! Revestíos de la Luz de Cristo. Alejad toda insidia; alejad la tentación que acosa a los corazones y frustra la acción del Espíritu. Sed vigiles y santos, como Santo es Su Nombre. Sed ciertos en la misión de esta Casa, querida por el Padre para dar cumplimiento a Sus promesas, para realizar el Proyecto de Salvación para la humanidad».