«Padre, refuerza nuestro espíritu»
En la Iglesia Cristiana Universal de la Nueva Jerusalén el Padre está cerca de Sus hijos. El Padre dona a Sus hijos Su infinito Amor y Su viva y total cercanía. En la Tierra de Amor el Padre acoge la oración de los hijos y viene para donarles Su linfa, para moldear su corazón, reforzar su espíritu, para que los hijos puedan estar listos y eficaces en cada circunstancia.
Cada vez más los hijos de la Iglesia Cristiana Universal de la Nueva Jerusalén deben transmitir y saber transmitir la fuerza de la unión en Cristo, la fuerza de la unión en la voluntad paterna: tomar fuerza para poder actuar en el nombre de Dios y hacer comprender a esta humanidad extraviada qué se pierde en poner Dios aparte, la voluntad paterna, en poner la santidad aparte y reducirse en la esclavitud.
En la comprensión del valor de la libertad donada por el Padre en la Tierra de Amor, los hijos deben advertir vivo y fuerte en el corazón el sentimiento de la cercanía paterna, del abandono al Padre para ser revigorizados en el espíritu. Los hijos de la Nueva Jerusalén son aquellos que, pidiendo al Padre, actúan en Su Nombre y obtienen la ayuda concreta, viva, que nunca hará retroceder sino hará avanzar.
En este tiempo el mundo en las propias convicciones piensa avanzar, aprovechar, actuar. Esta es la inconsistencia de este mundo, que todo quiere obtener pero nada logra alcanzar. Fuertes en la cercanía paterna, seguros de la total comprensión del Padre, los hijos de la Nueva Jerusalén avanzarán, contra toda calumnia, contra toda acusación y contra todos aquellos que han puesto la santidad aparte.
En la Iglesia Cristiana Universal de la Nueva Jerusalén viva es la fuerza de la fe, vivo es el abandono a la voluntad del Padre, que de simples hijos de Dios, siguiendo el ejemplo de María, hace ser corredentoras. María, Aquella que por gracia ha llegado a ser la Mujer. María, la humilde Sierva que por gracia ha llegado a ser Corredentora. Este es lo que deben comprender todos los hombres de buena voluntad y todos aquellos que no creen en la omnipotencia del Padre. El Padre todo puede.
He aquí la fuerza de la fe, he aquí el vivo abandono a la voluntad de Dios, que de simples hijos de Dios hace que se pueda llegar a ser corredentores. He aquí la metamorfosis del espíritu de los hijos de Dios, que abandonándose nada pierde sino todo obtiene. Así los hijos de Dios llegarán a ser fuertes en el espíritu. He aquí que todo pueden mover cuanta más fe tendrán (Mt 16, 20).
Éste aún más los hijos de la Nueva Jerusalén transmitirán a todas las gentes, a todos aquellos que mirarán hacia la Iglesia Cristiana Universal y que llegarán en la Tierra de Amor: la fuerza de la fe, la fuerza de la obediencia al único Dios, la fuerza en el abandono al único Salvador. En la Tierra de Amor se contrastará la desconfianza que muchos tienen hacia el mundo con la confianza y el abandono a la voluntad paterna, que en los hijos está viva y llevará fruto en abundancia cuanto más viva será la voluntad de abandonarse con total confianza a la voluntad del Padre. Así la acción de los hijos será recogida por el Padre cuanto más los hijos sabrán ofrecerla al Padre con amor y santidad.