Pascua: confluir en Cristo
para resurgir a Vida nueva

Quien en el Amor de Cristo quiere refugiarse, por el Amor de Cristo recibirá refugio.

Quien en el Corazón de Cristo quiere adormecerse, en el Corazón de Cristo encontrará Paz.

Quien por el agua quiere apagar su sed, advertirá la Alegría del alivio de Cristo.

Quien por Cristo quiere ser comprendido y amado, Sinceramente encontrará lo que ha perdido.

Quien ama a Cristo, conocerá la Verdad entera y será llamado hermano de Cristo.

He aquí en la simplicidad la resurrección en Cristo, Pan vivo bajado del Cielo, venido a rescatar los pecados, no a uniformarse a los pecados del mundo, levantando los corazones para romper las cadenas del pecado, a fin de que cada corazón pudiese recibir el oxígeno del Padre, Su esencia, Su santidad que hace resplandecer, vivir y amar.

He aquí la Pascua del Hijo de Dios: ser por cada corazón y en cada corazón, a fin de que cada corazón pueda abandonar la vieja vida y sumirse en la Vida que es Cristo. Ésta es la resurrección: alejar y abandonar a lo que es pasado para poder vivir lo que Cristo dona.

La Morada de Dios está viva, la Morada de Dios está lista. La Morada de Dios entre los hombres llama cada hijo anhelante de poderla vivir para donar a cada corazón santidad. El mundo escucha. Y de la Morada de Dios una voz se oye, para hacer escuchar a todos los hijos de Dios y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad el mensaje universal: «Estéis listos, estéis atentos, estéis vivos, como el Espíritu de Cristo está vivo; estéis listos para reconocerLo, para acogerLo, para vivirLo, para ser llamados por Él. Tened en vosotros Sus mismos sentimientos a fin de que podáis tener el coraje de reconocerLo, porque está en medio de vosotros».

De esta Casa se derrama el Espíritu del Padre que llama cada hijo de buena voluntad a volver sobre el recto camino que conduce al Corazón del Padre. «Invertid el rumbo, invertid vuestro camino. Nuevamente convertíos a la palabra de Dios, que desentrañará la niebla y os reconducirá en Su Patio, el Patio del Amor de Dios, del infinito Amor de Dios, donde no hay mentira, donde no hay maldad: la Isla Blanca, donde la pureza de la fe está intacta».

Un gran vacío absorberá el mundo. «Alertaos, hijos de Dios, porque para vosotros que habéis seguido creyendo, obedeciendo y viviendo las enseñanzas del Padre: la Luz os espera. Para todos los denigradores, para todos aquellos que han abusado de la Ley de Dios, para todos aquellos que han conducido al pecado: la ira del Padre os golpeará».

 «A ti, “Babilonia”: el castigo del Padre es inminente».

 Y la Iglesia Madre surgirá para abrir sus puertas al mundo.

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En este día de Resurrección, como Pontífice de la Iglesia Cristiana Universal de la Nueva Jerusalén invoco sobre todos aquellos que viven el Espíritu de esta Iglesia y sobre todos los hombres de buena voluntad la bendición de Dios Padre Omnipotente, para que Su perdón y Su gracia cancelen las culpas de Sus hijos para hacerles vivir la Vida Eterna. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.