Novena de intercesión al Corazón del Padre,
al Corazón Inmaculado de María y a San José

En la comunión espiritual de los corazones, la Iglesia Cristiana Universal de la Nueva Jerusalén invita a todos los propios fieles y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad a rezar la novena de intercesión al Corazón del Padre, al Corazón Inmaculado de María y a San José.

 

Consagración al Corazón del Padre

«A ti, Mí Señor,
Ofrezco mi vida, mi cotidianidad.
Hazme partícipe de Tu Amor para poder vencer en Tu Nombre»

 

Consagración al Corazón Inmaculado de María

solicitada por Jesús a María G. Norcia el 10.3.86

María, Madre de Jesús y Madre mía, me consagro a Ti, para que todos aquellos que el Padre me ha encomendado, me encomienda y me encomendará, sean consagrados en la Verdad, para que participen plenamente al Plan de Amor y de Redención, para la gloria y en honor al Padre.
María, Tú que generaste, una vez para todas, físicamente Jesús, por obra del Espíritu Santo; así genera, espiritualmente, Tu Hijo Unigénito en nosotros, por obra del Espíritu Santo, cada vez que no habita más en nuestro corazón.
María, Tú que, uniformándoTe al Padre, me amaste tanto hasta dar Tu único Hijo para mi Redención, haz que yo Te viva, especialmente en la relación amorosa con el Padre Creador, con el Hijo Redentor y con el Espíritu Santo, Amor sustancial del Padre y del Hijo, y, consiguientemente, en la relación amorosa con mis hermanos, creados por el Padre, redimidos por el Hijo, santificados por el Espíritu Santo. María, que yo Te viva siempre, en el Amor a Dios y al prójimo.
(Salve)

 

A San José

Glorioso San José, Obediente Custodio del Tesoro de Dios, nosotros Tus hijos con reverencia a Ti nos postramos, para pedir la gracia que Tú puedes obtener. 
Custodia la Iglesia Universal de Cristo, a fin de que la Verdad de la fe cristiana reside en el corazón de los hijos de Dios y sea acogida en el corazón de los hombres de buena voluntad.
Custodia la Familia, primera Iglesia doméstica, para que la unión conyugal y los frutos del amor santo sean protegidos y amados, defendidos y respetados, custodiados y nunca violados.
Custodia la sacralidad de la Vida contra todo egoísmo humano, a fin de que la Vida, don del Padre, sea amada y preservada, desde el natural concebimiento hasta cuando Dios querrá.
Glorioso San José, enséñanos a vivir en la pureza santa, en la obediencia viva y en la humildad profunda, para darle brillo a la fe cristiana, custodiarla en la Verdad y hacerla acoger por quien está animado por la buena voluntad.
Glorioso San José, ayúdanos Tú, para hacer vencer y triunfar el Niño Jesús.

(Padrenuestro, Avemaría, Gloria)