Oración en defensa de la Familia

La Iglesia Cristiana Universal de la Nueva Jerusalén invita a todos a unirse en oración en la comunión de los corazones para combatir y defender los sacramentos del Padre, que en la Familia son.

Los verdaderos cristianos ahora más que nunca son conscientes que el espíritu anti-cristiano avanza en el mundo: un espíritu que no procede del Padre y que quiere subvertir toda regla, que quiere trastocar lo que el Padre ha establecido, que quiere ponerse en lugar de la natural evolución que proviene del Padre.

Conscientes de esto, los cristianos auténticos se dirigen al Padre e invocan el Padre, para que el Padre pueda proteger la Familia así como fue concebida y querida desde el origen.

Los verdaderos cristianos quieren renovar la consagración de la propia vida al Corazón Inmaculado de María, Madre, Reina y Esposa, así que por intercesión del Corazón Inmaculado de María las oraciones ofrecidas puedan llegar al Corazón de Padre y en el Espíritu puedan encontrar fundamento.

Todos los cristianos deben comprender que la misericordia del Padre debe ser buscada, deseada, querida ardientemente, tras haber comprendido y analizado el propio corazón, que quiere abandonar los caminos del pecado y embrazar el Camino de Cristo, que hace resurgir y conduce al Padre. Sólo así se encuentra la verdadera e infinita misericordia que proviene de Dios Padre Todopoderoso, la misericordia viva que hará vivir.

 

La Iglesia Cristiana Universal de la Nueva Jerusalén invita sus fieles y todos los hombres de buena voluntad, en la libertad dada a cada corazón, a rezar  con ardor y santidad viva y total, las siguientes oraciones en honor y para el triunfo del Corazón Inmaculado de María:

 

A San José

Glorioso San José, Obediente Custodio del Tesoro de Dios, nosotros Tus hijos con reverencia a Ti nos postramos, para pedir la gracia que Tú puedes obtener. 
Custodia la Iglesia Universal de Cristo, a fin de que la Verdad de la fe cristiana reside en el corazón de los hijos de Dios y sea acogida en el corazón de los hombres de buena voluntad.
Custodia la Familia, primera Iglesia doméstica, para que la unión conyugal y los frutos del amor santo sean protegidos y amados, defendidos y respetados, custodiados y nunca violados.
Custodia la sacralidad de la Vida contra todo egoísmo humano, a fin de que la Vida, don del Padre, sea amada y preservada, desde el natural concebimiento hasta cuando Dios querrá.
Glorioso San José, enséñanos a vivir en la pureza santa, en la obediencia viva y en la humildad profunda, para darle brillo a la fe cristiana, custodiarla en la Verdad y hacerla acoger por quien está animado por la buena voluntad.
Glorioso San José, ayúdanos Tú, para hacer vencer y triunfar el Niño Jesús.

(Padrenuestro, Avemaría, Gloria)

 

Consagración a la Virgen María

 (oración revelada a Giuseppina el 15.08.83)

María, nuestra buena y tierna Madre,
presérvanos siempre, del pecado mortal.
Yo, por toda mi vida,
Te dono el corazón, el cuerpo, mi voluntad.
Madre Santa hazme humilde, bueno y obediente,
no privarme de Tu proteccióny no me dejes solo aquí abajo.
(Avemaría)

 

A María Santísima desolada

(oración revelada a Giuseppina el 2.10.83)

María, Reina del universo,
yo, pobre pecador, me postro ante Ti,
para pedirTe humildemente perdón para las faltas que he cometido durante mi vida.
Y ahora quiero reparar, con las promesas unánimes que voy a decirte,
pidiéndole para mí al Señor la gracia de la Vida Eterna.
Yo te consolaré y, por cuanto me sea posible,
Te haré conocer y amar de todos aquellos que no te aman,
consolando, así, Tu Corazón Inmaculado.
¡En Ti confio, en Ti espero y a Ti sólo quiero amar!
(Avemaría)

 

Consagración al Corazón Inmaculado de María

(Oración solicitada por Jesús a Giuseppina el 10.3.86)

María, Madre de Jesús y Madre mía, me consagro a Ti,
para que todos aquellos que el Padre me ha encomendado, me encomienda y me encomendará,
sean consagrados en la Verdad, para que participen plenamente
al Plan de Amor y de Redención, para la gloria y en honor al Padre.
María, Tú que generaste, una vez para todas, fisicamente Jesús,
por obra del Espíritu Santo; así genera, espiritualmente,
Tu Hijo Unigénito en nosotros, por obra del Espíritu Santo,
cada vez que no habita más en nuestro corazón.
María, Tú que, uniformandoTe al Padre,
me amaste tanto hasta dar Tu único Hijo para mi Redención,
haz que yo Te viva, especialmente en la relación amorosa con el Padre Creador,
con el Hijo Redentor y con el Espíritu Santo,
Amor sustancial del Padre y del Hijo, y,
consiguientemente, en la relación amorosa con mis hermanos,
creados por el Padre, redimidos por el Hijo, santificados por el Espíritu Santo.
María, que yo Te viva siempre, en el Amor a Dios y al prójimo.
(Salve)