Oración de consagración en la Vida de Cristo, único Salvador y Rey del universo

La Iglesia Cristiana Universal de la Nueva Jerusalén, Cuerpo místico de Cristo, llama a todos los propios fieles y a todos los hombres de buena voluntad a consagrarse totalmente en la Vida de Cristo, en la comunión entre Cielo y Tierra, a fin de que todos aquellos que reposan y están en Cristo puedan ya desde ahora saborear el triunfo de la Vida en Cristo, la Vida que se junta entre aquellos que, creyentes en Tierra, viven Cristo y todos aquellos que ya desde ahora viven en la totalidad el cumplimiento.

Cada corazón debe poder manifestar ardientemente la gana y la voluntad de consagrarse totalmente en la Vida de Cristo, único Salvador y Rey del Universo, Rey del pueblo santo de Dios, que nunca ha perdido el Camino, nunca ha profanado la Vida, que ha permanecido fiel en la Verdad, para ser auténticos, rectos y manifestar una identidad viva y precisa: unidos en Cristo, con Cristo y por Cristo, Camino, Verdad y Vida, para poder vivir plenamente la Vida, recorrer con concienciación el Camino y ser Verdad en el íntimo.

Todos aquellos que viven en esta Tierra, en esta humanidad árida y perdida, pero que no viven en Cristo, recordarán las palabras anunciadas al Hijo de Dios a la Mujer de Dios: «Los vivos envidiarán a los muertos, todos aquellos que se han dormido en Cristo, para estar ahora vivos y esperar la gloria».

La Iglesia Cristiana Universal de la Nueva Jerusalén invita a todos los propios fieles y a todos los hombres de buena voluntad a rezar con fe y amor la siguiente oración al Niño Jesús, en la comunión de los santos y en comunión con María que, acogiendo con Su «sí» la Voluntad del Padre, ha dado vida al Misterio de la Nueva Jerusalén, acogiendo en el propio corazón puro al Niño Jesús, bajado sobre la Tierra para conducir en Espíritu y Verdad a los hijos de Dios y a todos los hombres de buena voluntad a vivir la Vida eterna.

(del 2 de noviembre a la Fiesta de Cristo Rey
Fiesta de Cristo Rey: último Domingo de cada mes de Noviembre)

 

Oración al Niño Jesús

(de María G. Norcia)

¡Niño Jesús, nuestro amor, nuestra salvación, nuestra esperanza!
Tú has descendido del cielo en la tierra para venir a sufrir por nosotros.
¡Cuánto has sufrido y aún sigues sufriendo por nosotros!
Tú que has querido hacernos conocer Tu inmenso amor, y no abandonas quien a Tu amor se dirige, ten piedad de todos los pobres pecadores.
Haz que todos lleguen al conocimiento de Tu verdad, que sientan el dolor de los pecados, que sientan Tu infinito amor y lleguen así cuanto antes a la conversión.
Rellénales de Tu Espíritu.
Lo sé, Jesús, me lo has revelado, que sufres infinitamente al verlos lejos de Ti, aún rescatados con Tu Preciosísima Sangre.
Pero Tú Jesús, eres bondad, amor misericordioso.
Todo Tú puedes.
No mires a sus pecados, cancela sus colpas, ten piedad de ellos Señor, no los abandones en las manos del maligno, enséñales el verdadero camino, guíalos en el recto camino del Cielo.
Tú eres el camino, la verdad, la vida, la luz para todos.
Jesús fuente de vida, Jesús fuente de amor, Jesús traspasado por nuestras culpas.
Tú eres mi Dios.
Tú sabes que yo te amo;
Tú eres en mis penas,
Tú eres en mis dolores,
Tú eres en mis alegrías: siempre conmigo estás Señor, escucha mis oraciones, seca sus lágrimas, asegúrame Tu perdón.
Yo creo en Ti, Te adoro, espero y Te amo: Tú lo sabes Jesús mío.
Quisiera hacer muchos actos de fe, de amor, de arrepentimiento y reparación por todos aquellos que no creen, no adoran, no esperan y no Te amar.
Ocúpate Tú, mi buen Jesús.

Padrenuestro… Avemaría… Gloria…

¡Jesús nuestra Fe!
¡nuestra Esperanza!
¡nuestro Amor!

¡Jesús nuestra Única Fe!
¡nuestra Sola Esperanza!
¡nuestro Grande Amor!

“Te amo, Jesús, te amo mucho;
me encomiendo a Ti, no me dejes sola.
Haz de mi lo que Te guste:
hágase Tu voluntad”