Revelación de Jesús a María G. Norcia
31 de diciembre de 1994

“El Año Uno de la Era Nueva”

(Borrador)

Han venido Jesús, la Virgen María, el Arcángel Miguel y muchos Ángeles. ¡Qué bellos son!
He aquí, ahora habla Jesús y dice:

Hija mía, Yo estoy aquí con vosotros en estos últimos días del año que termina.
He observado cada día todos los rincones de este mundo y he visto muchos sufrimientos, muchas injusticias.
He visto a mis hijos inocentes masacrados sin ninguna culpa, he visto mucho dolor tal de hacer mi corazón si triste y mi alma si impaciente para que se ponga fin a todo esto.
Del paraíso que el Padre había donado a los hombres, qué han hecho.
¡Cómo han reducido esta pobre tierra!
Yo encuentro refugio y tanto amor aquí en mi Cuna.
He visto este año cuántos hijos míos han venido con amor; he visto aumentar mi pueblo.
Son todos tus hijos de adopción porque tu amor, la dedicación de tu mamá, ha traído aquí de muchos lugares personas tan diferentes que aquí han vuelto a descubrir el amor de Dios y la misericordia de María.
Es mi deseo ardiente llevarlos todos a la ciudad que estoy preparando.
Yo amo a todos, todos los hijos de esta tierra porque son todos igualmente queridos al corazón de mi Padre, pero ¿cómo puedo conquistar los corazones más duros donde ya he llamado infinitas veces?
¿Cómo hay que decir que el día de mi regreso se acerca?
Hay, entonces, que mis hijos más queridos repitan fuerte el grito que fue de Juan: “Preparad los caminos del Señor”.
Yo dejo atrás a este año que todavía no ha llevado nada bueno.
Yo dejo este año refugiándome en mi isla de amor, porque en esta isla de amor Yo vuelvo a vivir cada día los instantes de mi resurrección admirando y bendiciendo a todos los hijos que tu amor ha sabido conducir a Mi.
Todos tienen un recuerdo de un momento feliz de su vida.
Yo recuerdo el amor de José, recuerdo el amor de mis discípulos, pero el recuerdo único de mi resurrección es lo que siempre está vivo en mi corazón, porque Yo quiero que todos mis hijos puedan vivir esta maravillosa, única, sublime experiencia fruto del amor de Dios.
Y Yo, ¿quizás no estoy preparando la resurrección de mis hijos?
¿No resucitarán a vida nueva el día en el cual bajaré a reinar en medio de ellos?
¿No es este el don más grande que el Padre ha hecho a Mi para que Yo lo donara a todos mis hijos?
Vienen aquí a los pies de mi Cuna con tanto amor, con tantas oraciones, llevando aquí sus penas, sus angustias, sus sufrimientos, sus deseos, y Yo les recompensaré de tanto amor, Yo les recompensaré porque el día que todos esperan, que muchos invocan, será para ellos lo que para Mí fue el día de mi resurrección.
Yo estaré con ellos todos los días, tú estarás a Mi lado todos los días, tu mamá estará al lado de mi Mamá todos los días, o si prefieres todo el día porqué será un único día sin fin.
Ya no se contarán las horas, ya no estará el afán de las miserias humanas porque todos tendrán una sola tarea: levantar himnos de alabanza al Padre mío por lo que habrá hecho por amor de sus hijos.
Su misericordia extenderá un velo sobre todo el pasado porque nada deberá turbar la alegría de los hijos de Su corazón, y tú hija mía alégrate junto a Mi.
¿Ves cuántos hijos?
¿Ves cuántos son?
Son muchos, han crecido también en la fe porque se han nutrido de tu amor y del amor del Padre que recubre mi Valle Santo.
Un año nuevo está cerca.
Vividlo con serenidad, vividlo con amor.
Tienes que decir a mi pueblo: haced que cada día sea un día santo, digno de ser devuelto al Padre con el mismo amor con el cual Él dona a cada uno de vosotros cada día de vuestra vida.
Santificad cada día de vuestra vida; haced que a mi regreso encuentre muchos muchos santos esperándome.
Éste Yo pido a cambio de todo el amor que dono.
Yo sufro con mis hijos que sufren.
Es por esto, es por todos estos hijos que deseo cerrar este libro y quitar el sello al libro de la vida eterna y permitirles, así, a todos mis hijos nutrirse, por fin, sólo de amor.
El amor, la paz, la concordia, éste es el deseo que Yo dejo a mis hijos para el año nuevo de la era vieja, de la era que Yo espero sustituir pronto con el año uno de la era nueva.
Rezad, rezad porque vuestras oraciones llegan pronto al corazón del Padre.
Rezad porque el amanecer y el ocaso sea pronto uno.
Abrid vuestros corazones al Señor.
Yo soy un mendicante de amor.
No rechacéis esta petición mía porque no tengo más tiempo para abrir vuestros corazones; ya no tengo tiempo, no rechacéis esta oferta al Hijo de Dios, a Aquel que se hace mendicante para vuestra salvación, porque luego seré Rey y Juez.
Venid a mi corazón, adorad al corazón de María y el Padre mío estará para siempre en vuestro corazón.
Os bendigo, os bendice mi Madre junto a San Miguel.
Te bendigo para siempre hija mía con todas las personas que tu corazón desea.
Bendigo para que este año nuevo pueda llevar a cada uno un don de amor, un don de reconciliación con el Padre.

Los Ángeles cantan:
“Alabado sea el Señor Jesús,
el Dios viviente que bajará sobre la tierra
y reinará para siempre con el pueblo de Su corazón.
Alabado sea Jesús
el Hijo hecho carne por amor de Dios”

Jesús