Revelación de Jesús a María G. Norcia
19 de junio de 1994

“ “El” Tabernáculo de Jesús”

(Borrador)

Hoy Jesús ha dicho:

¡Hijos míos, estoy contento!
Os bendigo y bendigo a todos aquellos que saben llevar mi palabra y logran explicar la grandeza de este Misterio, querido por el Padre y encomendado a mis hijas, custodios de esta franja de Paraíso.
Os repito: quienquiera ponga el pie en este lugar santo, con fe y con amor, se salvará.
Decidlo a todos, decidlo fuerte y decidlo con amor, con mucho amor.
Decidles que aquí he querido mi Cuna para encontrar un poco de descanso; el descanso dado por vuestras oraciones, por sacrificio de quien custodia este lugar, por amor de la abuela, por sacrificio de Giuseppina y por su dedicación.
Tomad el ejemplo, porque os las he donado.
Muchos me aman, pero muchos son los que no me aman.
Invitadlos, invitadlos todos, quiero apretarlos todos a Mí, porque luego esperarán en vano mi venida y mis dones terminarán.
Rogad siempre a mi Madre.
Difundid este amor, para que pueda soltar los corazones más duros; para que todos puedan invocar a su santo nombre y venir hacia Mí.
Éste es el camino que conduce a mi corazón.
La luz del amor de Dios está encerrada en mi pequeña Cuna, pero inunda todo el valle.
Inunda las personas que regresan a sus casas llenas de la luz de Dios, y los de buena voluntad la dispensarán a otros, y estos a otros.
El Padre no puede inundar la tierra de su amor, si los hombres no aceptan primero su luz por vosotros; la luz que brota en la Cuna, donde Yo descanso, mecido por el amor maternal, de mis hijas y de las oraciones de cuantos se paran con devoción a mis pies.
Quiero inundar al mundo del amor divino.
Quiero apretar todos a mi corazón, quiero llevaros todos entre los brazos del Padre.
Quiero que todos lleguen a ser parte de los coros de los Ángeles, para cantar himnos de gloria en honor al Padre.
No os dejéis doblegar, no os dejéis engañar por quien, desde siempre, desea su ruina.
Yo os he fortalecido, Yo os he dado las armas para derrotarlo.
Mi Madre os ha dado la corona del Santo Rosario.
Nutríos del amor de Dios, saciad su sed a su fuente, secad las lágrimas de mi Madre.
Grande será la recompensa.
En este día, he llamado a todos los santos del Paraíso.
Bienaventurados vosotros que me seguís.
Bienaventurados todos aquellos que me seguirán: podrán comprender y alegrarse de la vida eterna.
Vosotros veréis realizar el Reino de paz querido por el Padre, hasta el primer día en el cual creó el día y la noche.
¡Paz con vosotros, porque habéis entendido!
Paz con vosotros, porque habéis entendido que este es el lugar de mi regreso.
Paz con vosotros, porque habéis encomendado vuestra confianza en las criaturas de Dios que custodian este gran misterio.
Veo al pueblo, que Yo he llamado, pasar delante de mi Cuna con tanto amor, con tantas oraciones.
Estas oraciones, unidas al sacrificio de mi hija, que he querido a mi lado, dan alivio a mi corazón, hacen alegrar a mi Madre, alegran a los Ángeles y a los Santos que desfilan continuamente delante de esta Capillita Santa.
Himnos de gloria se levantan a Dios.
Grande llega a ser esta Cuna, hasta contener todos los Ángeles del Cielo, todos los Santos del Paraíso; hasta contener todo mi pueblo; unidos, todos juntos, en una luz radiosa.
Hablan con Dios.
Hablan con el Creador.
Un corazón solo, una sola cosa con Aquel que ha dado la vida por nuestra salvación pedid delante de mi pequeña Cuna:
¡Jesús, purifica mi corazón!
¡Jesús, dame un corazón nuevo!
Jesús, acógeme en Tu Cuna, porque esta Cuna será Tu Tabernáculo, y yo quiero demorar allí junto a Ti y a todos mis hermanos.
¡Jesús, cumple esta mi oración para que yo pueda vivir en Ti y Tú en mí!
¡Te amo Jesús!
Pedidlo, pedidlo a Mi Niño y Yo tendré que escucharlos.
Si me lo pedís con el corazón, si me lo pedís con amor, si lo pedís en nombre de mi Madre, ¿cómo podré negaros mi amor, Yo que soy el amor?
¡Todos os quiero, todos os espero!
Vosotros no sabéis, ¡qué grande es esta Capillita!
Puede contener dos veces al mundo entero.
Les toca también a vosotros ayudarme a llenarla.
¡Ayudadme!
¡Ayudadme!
No veis cuántas almas se me llevan.
No os deis cuenta de cómo trabaja mi enemigo.
¡Arrancad a sus alas!
¡Arrancad a sus piernas!
Arrancad a su lengua, porque no pueda más seducir a mis hijos.
Vosotros podéis hacerlo si invocáis a mi nombre y al de mi Madre.
Él os teme, tiene miedo de vosotros.
No tengáis miedo.
No os puede hacer nada, si vosotros no se lo permitís.
Yo os he vacunado y vosotros podéis combatirlo.
¡No tengáis miedo!
Yo estoy con vosotros, mi Madre está con vosotros, cada vez que invocad a su nombre.
Aquí, en este lugar santo, Yo os lleno del amor de Dios.
¡No tengáis miedo!
Un día, la cruz ya no será signo de mi y su sufrimiento, sino será el símbolo de mi alianza.
Se hará la paz, entre Dios y su pueblo.
Yo, estaré con vosotros todos los días.
Yo, estaré con vosotros todo el tiempo, porque el amanecer y el ocaso serán una cosa sola y la luz de Dios iluminará la tierra hecha nueva.
Unido a mi Mamá, os bendigo y os abrazo.
Jesús.