Revelación de Jesús a María G. Norcia
15 de Abril de 1990

“Jesús, la Virgen María y San Juan”

(Borrador)

Han venido Jesús, la Virgen María y San Juan.

Jesús dice:

Todos los buenos cristianos, siguen Mi ejemplo, según los escritos de mis discípulos, guardan cada recuerdo de lo que ha pasado hace muchos años.
Desde entonces han pasado muchos otros. Haber perdido todo aquel tiempo ha servido de poco. Todos nuestros esfuerzos, míos y de Mi Madre, han sido casi vanos.
Lo que ánima es el hecho de que, después de mucho tiempo, una buena parte de personas hoy todavía festeja.
Sí, tenéis que celebrar mi resurrección, no lloréis con Nosotros. Muchos son todavía hoy, aquellos hijos que en Mi han creído.
Mi Madre y Yo, de esto, estamos contentos.
Cuando el día por Mi predispuesto llegará todo para vosotros será más fácil y más bello.
Todo perfumará. No habrá contaminaciones de mal.
Este es el premio que he reservado para vosotros, que me estáis esperando, llamándome todos los días.
Es una promesa y Yo, Mis promesas siempre las actúo.
Por su parte, no os dejéis contagiar por cuantos todavía quisieran haceros cambiar de camino.
Los tiempos han terminado para los que han ignorado tan cruelmente a Mi nombre y al de Mi Madre.
Cuantos, en esa época, había elegido, se arrepientan, porque luego ya no habrá lugar.
Este, queridos hijos, es el nuevo Reino que quiero hacer.
Sí, todo se renovará y el mal será hundido.
No se hagan ilusiones, entonces, porque todas las acumulaciones, de bienes materiales obtenidos con el engaño y maldad, se hundirán junto a ellos.
Este es el precio que tendrán que pagar, si no se decidirán a seguirme.
Otro está reservado a aquellos que, con albedrío inaudito, con las más falsas idioteces y con tanto engaño han juzgado a mis hijos sustituyéndose a Mi en la tarea que incumbía e incumbe sólo a Mi.
¿Cómo se han atrevido a ignorarme hasta tal punto?
Cómo se han atrevido las criaturas puestas por Mi sobre esta tierra, cómo se han atrevido ultrajarme con tanta iniquidad.
No recuerdan nada, no han recordado y fingen que no recuerdan, cuanto Yo les he dado.
No se acuerdan de cuanto ha sufrido Mi Madre.
Les fue dada, como a todos los otros, la libertad de elección. Pero su elección ha sido la del mal.
Lo que es más imperdonable, que estén ciertos de esto, es que de su poder – incluso porque literatos – han hecho un arma verdaderamente homicida para mis hijos humildes e indefensos.
Por esto ellos pagarán el precio de esto de la misma manera de los de los cuales he hablado hace poco.
Mi Madre todavía hoy me suplica, para obtenerles el perdón, pero el tiempo es breve y pocos son los años, porque el año cero está cerca.
Vengan los que todavía tienen una pizca de caridad y de buena voluntad.
Vengan, regresen a nosotros, si no quieren perder aquel poco de buena voluntad que les queda.
Seremos felices de acogerlos y perdonarlos.
Si lo desean, vengan, hasta que todavía estén a tiempo.
Cuando las puertas y las cancelas estarán cerradas nadie oirá más sus gritos.
A mi pasaje, en el camino de mi diseño, la luz quitará todo lo que hay de sucio.
El camino que tendré que recorrer Yo, ante todo tiene que ser limpiado, porque ese es el camino donde mis hijos me esperan con regocijo.
A vosotros que me escuchéis, quiero alentarlos de que nada puede dañarlos desde este día.
Muchos de mis discípulos, diseminados en todo el mundo, han sido por Mí elegidos.
Pero incluso ellos han sido débiles. Se han dejado engañar.
El engaño siempre ha sido lo que ha traicionado a mis hijos.
Muchos de mis discípulos me han renegado, haciéndome tanto mal.
De esto Mi Madre está muy dolorida, hasta tal punto de que todo ya ha predispuesto para Mi nueva venida.
Ella se alegra de esto, está tranquila, quiere reservarme esta gran alegría, sin jamás rogarme de diferir los tiempos.
Tiene la certeza de esto y la convencida persuasión de que ya no hay tiempo para dar o perder.
Mi Madre me ruega de abrazaros todos.
Os doy Mi Bendición.
Extendedla a todos vuestros queridos si están en paz conMigo.
Extendedla a todos aquellos que con su buena voluntad, han seguido a Mí, y escuchado a vosotros.

San Juan dice:
Estoy en la compañía del Maestro.
Yo lo he hecho y también escribido.
He seguido a Mi Maestro en todos sus pasos. Incluso cuando decía de irme, yo lo seguía y le decía: – Donde Tú estás, estoy yo también – Tu camino es mi camino.
Permítelo, Maestro.
Ahora estoy aquí para un nuevo testimonio.
Todo se renovará, según la voluntad de Mi Maestro.