El Creado escucha la Verdad

No son sólo los corazones a escuchar la palabra de Dios: también el Creado escucha la Verdad y en su belleza la transmite.

Un Creado que ha sido pintorreado. Un Creado que por mano del hombre es siempre más esclavizado, sometido. He aquí que la h u m a n i d a d, que ya no vive en la gracia de Dios, escuchará incluso los gritos del Creado, que se rebelará a la anti-moralidad; se rebelará a todas aquellas acciones que quieren cambiar, transformar… el camino de la naturaleza.

Por mucho tiempo el Creado ha permanecido en silencio. Por mucho tiempo el Creado ha dado m a n i f e s t a c i ó n y prueba del respeto que se debe tener para no volcar el ciclo natural de las cosas y de la vida. La incuria humana saboreará el despierto que la naturaleza, por voluntad de Dios, hará escuchar. Los puros de corazón, los inocentes, los observadores de la ley de Dios se unirán en oración para encomendarse en el abandono filial al propio Padre. Los otros seguirán rebelándose y la mano del Padre será grave sobre ellos.

Justo y santo será el temor de Dios. Y por aquel santo temor muchos serán salvados. La Iglesia de Cristo, Una, Santa y Universal transmite y siempre más transmitirá la pertenencia a Dios, el respeto por Dios, la filiación, la verdadera filiación, que en Cristo, Hijo de Dios, está viva.

La Iglesia de Cristo, unida, hará conocer, vivir y escuchar la melodía celestial, que rescatará muchos corazones, vencerá en muchos corazones y hará sucumbir muchos faraones.

La historia enseña que Dios vence. La Obra de Dios se concretiza; los hijos de Dios se regocijan.

Ésta es la fe en el Dios verdadero y Trino. Aquella fe que salva. Aquella fe que hace enfrentar cada adversidad, a fin de que cada adversidad sea vencida con el corazón; aquella verdadera fe que hace escalar las montañas para ser todo uno con Dios.

Ahora la fe auténtica, santa y espontánea hará la diferencia en muchos corazones, que en el tiempo han sabido guardar, alimentar y vivir.

Esta Iglesia, la Iglesia Cristiana Universal de la Nueva Jerusalén, esencia del Padre, sustancia de María, siempre más acogerá y transmitirá. Siempre más en Su esencia de Madre hará saborear el gusto vivo de las delicias celestiales, a fin de que las virtudes queridas a María puedan hacer resplandecer los corazones de todas aquellas que a María miran para ser vivas y santas, puras y perfectas, humildes y dóciles.

Éste hará vencer la Iglesia de Cristo. Uno para todos, todos para uno.