El Espíritu Divino está vivo en la Iglesia de Cristo
En unión con el Padre y con el Hijo el Espíritu Divino está vivo en la Iglesia de Cristo y sopla para renovar todos los corazones que en Cristo, con Cristo y por Cristo hacen viva y harán siempre más viva esta Iglesia, Madre Iglesia, Nueva Jerusalén; aquellos corazones que harán honor al Padre para nuevamente resantificar todo lo que el enemigo de Dios quiere manchar.
El Espíritu Santo penetra los corazones de los hijos fieles a Cristo que, abandonándose a Su Corazón, serán enriquecidos de Su Amor, de Su viva Presencia. La savia de Cristo será nutrimento santo para todos Sus hijos y llevará la vida en cada corazón, para hacer redescubrir en cada corazón la vida en Cristo, con Cristo y por Cristo; la vida en Aquella que, donándose, ha llegado a ser Don para la humanidad, que ha donado Sí misma para donar Su Hijo, salvación para el mundo entero.
El Espíritu de Verdad hará advertir a la humanidad perdida su presencia de Padre, creyentes y no creyentes, quien vive en este mundo y quien, tras haberlo vivido, se dispone a vivir el Padre y a darse cuenta de Su eterna Presencia. Para todos aquellos que han mantenido en el corazón la voluntad ardiente de conocer, buscar, encontrar a Dios será dada la recompensa, para quien lo ha olvidado, para quien no ha tenido en cuenta de deberse p r e s e n t a r ante el Sumo Juez, Su Presencia será una condena.
El Espíritu de Verdad hará advertir a la humanidad la acción del Padre, perentoria, fulmínea, santa. El Espíritu de Verdad a c o m p a ñ a r á el pueblo santo de Dios a subir: seguir subiendo, para m a n i f e s t a r el Rosto de Dios. El Espíritu de Verdad dispensará la gracia del Padre a fin de que cada h i j o pueda advertir la esencia y la sustancia de Su viva p a t e r n i d a d.
El Espíritu Santo vive y sopla en la Iglesia de Cristo para amalgamar cada vez más los corazones de los fieles en Cristo, los corazones de los fieles de esta Tierra, Tierra de Amor, Iglesia Cristiana U n i v e r s a l de la Nueva Jerusalén, Tierra viva, santa que dona y donará siempre la Vida; defenderá siempre la Vida; hará resplandecer la vitalidad que debe devolver cada corazón al Proyecto inicial del Padre, cuando el Espíritu sopló y donó la Vida, concedió la Vida, p o r Amor, con Amor, porque grande e infinito es el Amor del Padre.
Ésta es y será la victoria de los hijos de Dios, la doble victoria en Cielo y en Tierra. Y se dará verdadero testimonio de la viva presencia y de la viva victoria de Cristo sobre la humanidad, aquella humanidad que no comprende, no acoge y no vive; y que a través de los hijos santos de Dios será ejemplo de comprensión, de c o m p a r t i c i ó n, de fraternidad verdadera y profunda.
El Espíritu Santo ata aún más los corazones de los fieles de la Iglesia de Cristo a fin de que sean para todos el áncora de la salvación del Padre. Los verdaderos hijos de Dios permanecerán fundidos en Cristo, para hacer vivir, conocer y amar a María, Aquella que ha generado el Hijo de Dios, todavía no comprendido y por muchos nunca conocido en Su esencia y en Su sustancia.
El Espíritu Divino está presente en la Iglesia de Cristo y continuamente sopla para hacer libres, santos y v i c t o r i o s o s los hijos de Dios. La Iglesia de Cristo combate el mundo. La Iglesia de Cristo vence el mundo. La Iglesia de Cristo afectada pero redentora. Los portadores de iniquidad probarán el desamor, la muerte, la infelicidad y la justicia de Cristo.
El Espíritu Divino llega y siempre llegará, para desatar toda cadena, para darle a los hijos y a quitarle a los hijastros, que por amor humano celosamente guardan para sí mismos lo que es de Dios. Y el sello de la i n t e r v e n c i ó n de Espíritu Divino será visible.