La potencia de Dios vencerá Babilonia
y hará triunfar la Iglesia de Cristo

La Iglesia Cristiana Universal de la Nueva Jerusalén, Cuerpo místico de Cristo, aún más hará brillar la autenticidad cristiana, que jamás podrá ser oscurecida por un oscurantismo religioso quedado fiel sólo a sí mismo, que ha perdido definitivamente la fidelidad en el verdadero Dios.

Jamás el enemigo de Dios podrá apagar la luz de la cristiandad. La obscuridad de Babilonia, que ya atenaza la Iglesia de Roma, siempre más calará; y para Babilonia duros y tremendos serán los días, porque día tras día la Iglesia de Roma, sin vergüenza y sin temor, persevera en desafiar y enfrentar a Dios y a todos aquellos que en Dios se abandonan. Todo esto no hace más que aumentar la distancia entre la Iglesia de Roma y Dios Padre Todopoderoso. La iglesia de Roma está haciendo converger las gentes hacia una falsedad pura y total, vaciando el significado de la esencia cristiana que ya no habita en aquella casa que, en plena Apostasía, ha perdido la fe y ha hecho ineptos muchos corazones.

Tremendo será el Juicio de Dios sobre la Iglesia de Roma porque la afrenta a lo que pertenece al Padre es total. El patrimonio de Babilonia será pintarrajeado por la Potencia de Dios. Aún más lo que es pasado caerá, llevando detrás de sí la ruina de aquella casa. El castigo de Dios golpeará Babilonia puntualmente, para hacer erigir la Verdad, a fin de que la Verdad sea vista y amada, apreciada y reconocida, para hacer ver al mundo la verdadera Luz, Cristo, el Salvador del mundo, el único Camino, la única Verdad y la única Vida, Aquel que salva, el Enviado del Padre que lleva a la Salvación, Aquel que ha bajado del Cielo para conducir todos a contemplar lo que es santo y que santo debe permanecer.

El Padre, Bueno y Santo, Misericordioso y Justo, quiere infundir en el corazón de Sus hijos Su seguridad y Su fuerza, Su conforte y Su cercanía a fin de que, aunque en la prueba y en el sufrimiento, los verdaderos hijos de Dios permanezcan fuertes en la verdadera fe, santos en la oración, fieles a la Ley Santa del Padre y obedientes a la viva voluntad del Hijo, para ser instruidos y guiados por el Espíritu Santo, sin dejarse asustar por cada movimiento acto por destruir a Babilonia y su iniquidad.

Por un lado, cada vez más se vivirá la deriva de una casa, que antes era y que ahora ya no es; por el otro, se vivirá la Isla Blanca, querida por el Padre para transportar los puros de corazón, los hombres de buena voluntad, todos aquellos que han mantenido viva en el corazón la verdadera enseñanza cristiana, todos aquellos que han permanecido aferrados a la Palabra de Dios, veraz y santa. Estos habitarán en la Isla Blanca, la Ciudad Santa querida por el Padre para preservar en el mundo la pureza de la fe. María, Madre Iglesia, acogerá a todos los hijos exiliados y prófugos que, huyendo de Babilonia, buscarán y encontrarán conforte y refugio bajo el Manto Santo de María: María, Madre Iglesia, Nueva Jerusalén.