La Subida al Cielo de María

María. Delante a esta Madre cada corazón de buena voluntad es rescatado por Su Amor, por el Amor recibido y hecho propio para ser transmitido.

Delante a esta Obra, la Obra de Dios, cada corazón que ama la Madre, reencontra la Vida, el sentido de pertenencia a un Corazón materno. Un Corazón materno que todo ha donado y sigue donando.

He aquí aquel día, el día en que se rende honor y agradecimiento a la Madre de Dios.

Tras haberLa reconocida occurre la consagración a Su Corazón, Corazón Inmaculado: María la Inmaculada. Esto es lo que la humanidad no ha concebido: abandonarse y consagrarse al Corazón de María para recibir Gracia, Alegría y Amor.

Es éste el día en que se debe redescubrir la pertenencia a María, la consagración del propio ser a María, Madre de Jesús y de Sus hijos, una Madre que genera, genera, genera el Salvador, El que salva.

Cada hijo es llamado a consagrarse al Corazón de María para recibir la salvación del Hijo, por el Hijo, por medio del Hijo.

Día de ascensión, día de manifestación, día sublime del infinito Amor de Dios.

Así como a finales del Libro escrito se habla de la Madre, del Hijo, he aquí que a finales se medita y se crece en la Madre y por el Hijo, por el Hijo a la Madre.

Se medita ahora en el momento en que la iniquidad se ha asentado para actuar.

La Santidad que combate la iniquidad; el Fruto de Amor que combate el buitre; la Vida que combate la muerte. Y todos aquellos que quieren formar parte de esta Vida, ser en la Vida, para tener la Vida, que combatan la muerte y manifiesten Santidad.

En el día en que en el Cielo se entreabrió María ha abrazado todos Sus hijos, para hacerles saborear las delicias del Cielo, hacérselas gustar, tocar, a fin de que las delicias del Cielo pudieran acompañar Sus hijos en este camino de Amor y de Santidad, para que Su Amor de Madre pudiera empujarlos más allá de sí mismos para cumplir la voluntad de Dios.

La voluntad de Dios es guardada en aquel Corazón de Niño, un Corazón puro que restablecerá la Pureza, restablecerá el Orden y restablecerá la Misericordiosa Justicia, para que cada cosa vuelva al origen, a fin de que todo pueda volver a Dios y resplandecer de la Luz de Dios.

María, la Nueva Jerusalén.