La Epifanía de los hijos de Dios

También ahora, como entonces, los hombres viven en las tinieblas. También ahora, como entonces, pocos son aquellos que han permanecido fieles a Dios y a Sus verdaderas enseñanzas. Las tinieblas reinan en muchos corazones. Y aquellos que habían sido llamados en origen a pacer el rebaño de Dios para mantener viva la Flama del Amor de Dios (cf. Lc 2,15-20), como profetizado han llegado a ser apóstatas; y ahora están alejando los pocos cristianos auténticos de la verdadera fe, enseñando doctrinas de hombres que no tienen fundamento en Cristo sino que alejan de la cristiandad, enseñando que todas las criaturas son igualmente “hijos”1 de Dios, que todas las confesiones religiosas están puestas en el mismo nivel y llevan a Dios2, que no existe un Dios católico3, que Cristo no es más la Verdad absoluta4 sino que Jesús sobre la Cruz se ha hecho “diablo”5, “serpiente”6 y “maldición”7.

Esta humanidad árida y perdida no se habría salvado sin la intervención de Dios en la historia. He aquí que el Padre ha mandado nuevamente una parte de Sí en esta Tierra de Amor para hacer renacer de lo Alto a Sus hijos fieles. El Niño Jesús ha bajado en la Tierra de Amor para hacer renacer a vida nueva cada hijo de Dios que aquí, en esta segunda y última Gruta, ha reconocido la viva presencia del Espíritu de Cristo, nacido nuevamente en el corazón de quién Lo ha acogido en esta Cuna de Amor para hacer renacer a vida nueva, de lo Alto, en Espíritu y Verdad, para conducir todos los hijos de Dios y los hombres de buena voluntad a vivir la vida eterna, que sólo en Cristo es y siempre será.

En esta Tierra de Amor viva está la presencia del Padre y la manifestación de Su Espíritu, que está cerca de cada hijo que en la Cuna viviente del Amor de Dios encomienda el propio corazón al Salvador, a Aquel que salva, a Aquel que une, a Aquel que quiere volver a colocar en el centro de la Vida de cada hijo el respeto por la voluntad del Padre, a fin de que esta voluntad pueda ser comprendida, respetada y amada, para que la Epifanía de Cristo en la historia pueda ser acogida, vivida y no pisoteada.

Quien en esta Tierra de Amor, siguiendo a la Estrella, María, ha encontrado y reconocido el Espíritu del Salvador, quien ha hecho penetrar en el propio corazón Su vivo amor, está llamado en estos tiempos duros y difíciles a llevar a cumplimiento en la propia cotidianidad Sus enseñanzas, a fin de que los hijos de Dios y los hombres y las mujeres de buena voluntad sean renovados en el profundo, para hacer re-nacer en el propio corazón Sus mismos sentimientos (Flp 2,5) y dar fruto, fruto, fruto en abundancia.

La Iglesia Cristiana Universal de la Nueva Jerusalén invita todos los hijos de Dios y todos los hombres y mujeres de buena voluntad a venir y ver, para adorar el Espíritu del Salvador, don del Padre para la humanidad.

«Venid, seguid a la Estrella (Mt 2,10). María, la toda bella, la toda pura, la toda santa, la Eterna Mozuela, la Inmaculada del Espíritu Santo, la Sierva Fiel os conducirá a reconocer el Signo (Lc 2,12) donado por el Padre a la humanidad en esta Cuna de Amor. Venid, todos vosotros, que estáis en búsqueda de la Verdad (cf. Lc 11,9-10). El Niño Divino os espera. Ha nacido un hijo (Lc 2,11), el Hijo del Fruto del Amor Santo: acudid con corazón sincero. Acudid. Dejad aquellos que han muerto (Lc 9,60) y abrazad a la vida. Acudid todos vosotros, porque el tiempo caduca».

 

[1] J.M. Bergoglio, Homilía Santa Marta, 20 de septiembre de 2016; J.M. Bergoglio, Saludo al Comité permanente para el diálogo entre el Pontificio Consejo para el diálogo interreligioso y las superintendencias iraquíes, 29 de marzo de 2017

[2] J.M. Bergoglio, Video mensaje de Bergoglio para el mes de enero 2016; J.M. Bergoglio, discurso a los refugiados en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús en Roma, 19 de enero de 2014

[3] J.M. Bergoglio, carta a Scalfari publicada en el periódico La Repubblica, 4 de septiembre de 2013

[4] J.M. Bergoglio, Homilía Santa Marta, 4 de abril de 2017

[5] J.M. Bergoglio, Homilía Santa Marta, 14 de septiembre de 2015

[6] J.M. Bergoglio, Visita a la parroquia romana Santa Maddalena de Canossa, 12 de marzo de 2017