Aquí las Escrituras se han cumplido:
el Niño Jesús ha vuelto

Fiesta Solemne de la Epifanía del Señor
6 de enero de 2022

Evangelio: Mateo, Cap. 2, vv. 1-12
Homilía del Pontífice Samuele

En la Navidad de Cristo celebramos “el Verbo que se hizo carne y ha venido a morar entre nosotros” (Jn 1,14). En la Fiesta de la Epifanía celebramos la manifestación de Cristo Señor a todas las gentes, aquellas gentes que lo quieren acoger con el corazón y que están animados por la buena voluntad (Jn 1,12). La Luz ha bajado del Cielo (Jn 1,9) para iluminar los corazones, el alma y las mentes de quien vive la espera del cumplimiento final, la Epifanía del Hijo de Dios (Mt 24,30). Aquí, por todos los cristianos, las Escrituras se han cumplido: la espera del Hijo de Dios, que ha bajado, ha vuelto para completar (Hch 1,11). He aquí su venida en medio de nosotros. Aquí el Dios Niño ha establecido su Carpa y habita con sus hijos (Ap 21,3).

He aquí el Emmanuel, el Dios con nosotros (Mt 1,23), Aquel que es Luz (Sal 26,1), aquella Luz verdadera que ilumina cada hombre, que deslumbra y calienta (Jn 8,12). La Luz deslumbra donde las ilusiones manifiestan una realidad distorsionada (1Jn 1,5). La verdadera Luz manifiesta el rostro del Padre, de verdadero Dios y verdadero Hombre, que en esta Tierra de Amor ha bajado (Ap 21,23) para uniformar los corazones en el único verdadero Amor, un Amor ordenado, santo y puro: un Amor que libera de toda esclavitud, que suelta toda cadena cuanto más viva está y estará la sinceridad en cada corazón que quiere adorar el Niño Jesús, el Hijo enviado por el Padre para refundar su Casa (Rom 11, 26-27). Una Casa acogedora, santa y resplandeciente, que acoge el amor de los hijos, de los hermanos (Jn 13,35), para expresar en el único Amor el verdadero rostro de Dios Padre Todopoderoso.

En Cristo Amor, Luz de todas las gentes (Lc 2,30-32), aquí el Padre suelta toda cadena, suelta todo lazo (Jn 8,32), para uniros todos a Su Corazón con su abrazo de amor, que es la pureza, la caridad, la santidad. Este significa renacer en el Corazón del Niño Jesús y ser uno con su Corazón (Jn 15,9-10) para vivir cada día su y nuestra Navidad, bajo el signo del verdadero Amor, de la Verdadera Paz, de la verdadera Sinceridad de corazón, para vivir la verdadera e íntima Alegría que sólo Dios en su Verdad dona y siempre donará (Jn 14,17) a quien está anhelante de buscarla, de vivirla y sobre todo de practicarla (Jn 17,17).

Esta es la esencia del renacer en Cristo (Jn 3,3) en la concienciación de vivir la manifestación de su retorno. Por consiguiente “Navidad” es practicar cada día el verdadero Amor, esforzándose por ir contra nosotros mismos para colocar en el centro al Niño Jesús, el Hijo de Dios, que aquí, en su semejanza de Niño, quiere donar aquella alegría pura, ligera y santa, a fin de que los hijos de Dios puedan vivir más su niñez para ser niños (Mt 18,3), en el corazón y en el espíritu, pero con una fe madura, pura y santa (Hb 10,22).

Este hoy quiero transmitir a vuestro corazón, Pequeño Resto del nuevo Israel de Dios (Is 10,20; Jer 31,7; Mi 2,12), pueblo bendecido por el Padre, con el cual el Padre ha nuevamente sellado su eterna Alianza (Jer 31,31; Hb 8,8): el pueblo al que Dios ama, defiende y protege, a fin de que este pueblo pueda ser expresión de su rostro de Padre, de aquella imagen santa que el Padre Santo quiere imprimir en el corazón de todos aquellos que lo abren, el corazón (Jn 17,21-23), para acoger su voluntad, pura y esencial, verdadera y sustancial: su santa Voluntad de Padre, de Hijo y de Espíritu Santo.

He aquí el ejemplo de María, Eterna Mozuela, Aquella que ha encarnado, vivido y manifestado en la perfección la Voluntad del Padre (Lc 1,38), sin jamás cajearla con la voluntad del mundo; sino viviendo Dios y su Voluntad como único sumo Bien para anteponer a todo y a todos (Is 45,6), incluso a los afectos humanos más queridos (Mt 10,37), además de todo lo que es mundo. Un mundo que, ahora como entonces, pasa y pasará sin acoger la Voluntad del Padre. Un mundo en afán, que está saboreando su ineptitud, que en su delirio de omnipotencia pretende vivir sin Dios, habiendo nuevamente querido descartar al Hombre-Dios aquí bajado y vuelto, no acogido (Jn 1,10-11). Las palabras de Jesús otra vez más se cumplen, cuando Jesús dijo: “Cuando el Hijo del Hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?” (Lc, 18,8b). El Niño Jesús ha vuelto (Mc 14,62) pero la verdadera fe sobre esta Tierra es de pocos.

Y bienaventurados vosotros que habéis acogido la manifestación del Hijo de Dios; bienaventurados aquellos que perseverarán hasta el final en la fe verdadera (Mt 24,13), sin mirar atrás para no ser incinerados y petrificados (Gen 19,26) por el fuego del Cielo que arrolló Sodoma y Gomorra (Gen 19,24-25) y por los vientos de guerra que soplan aún más fuertes en este mundo.

Volved hoy a adorar al Dios verdadero, siguiendo el ejemplo de los humildes pastores (Lc 2,15-18) y de aquellos tres sabios venidos de países lejanos, que encontraron a Dios porque quisieron encontrarlo, haciendo el viaje de la vida (Mt 2,1-2.10-11). Alejad todo prejuicio y experimentad personalmente el Lugar de la manifestación de Dios, donde Cristo Señor es verdadero Hombre y en su divinidad manifiesta la sustancialidad del Padre (Jn 14,9). Aquí el Niño Jesús nutre sus hijos con su Leche y su Miel (Dt 26,9.15), para volver a dar Espíritu y Vida (Jn 6,63) a quien la ha perdido, para llenar todos de su infinita Gracia (Sal 32,22), para hacer experimentar a todos la infinita Bondad de un Dios (Sal 25,3) que nuevamente se ha inclinado sobre esta humanidad árida, que ha perdido la fe y perdido el Camino, que ha apostatado de la única Verdad que salva y que dona la verdadera Vida (Jn 3,15).

Soltad ahora toda cadena, con vuestro coraje y vuestra voluntad, a fin de que podáis ser determinados en enfrentar todo y todos por Amor de Dios, por Amor de Cristo, por Amor de María (1Jn 5,1). Cristo as Amor (Rom 8,39). María es Amor. Aquí el Amor ha bajado para liberarnos del yugo del pecado (Rom 6,14.18.22) y llenarnos con su infinita misericordia (Sab 4,15). Renaced en el Espíritu vivo (Jn 3,5) que aquí se manifiesta para donar a todos su infinito Amor (2Tm 1,7), a fin de que para muchos el pecado ya no sea una agonía cotidiana sino podáis todos vivir cotidianamente la alegría del Amor que os hace levantar y os hace libres, de aquella libertad que sólo Cristo Señor puede donaros: la libertad verdadera, de corazón, de alma, de espíritu (2Cor 3,17).

Por hacerlo, tomad las manos del Hijo de Dios, apretadlas con todo vuestro ser, para recibir la verdadera Vida (Jn 1,4), que libera de todo lo que es mundo y humanismo, para recibir la linfa cristiana y mariana que te hace amar a Dios y a los hermanos por encima de toda cosa (Lc 10,27), sirviendo la Iglesia y los hermanos, esta Iglesia querida por el Padre, Iglesia de Cristo, restablecida en el Amor del Hijo de Dios (1Jn 4,9).

Siguiendo el ejemplo de los humildes pastores y de los Reyes Magos, venidos de países lejanos, seguid la Estrella (Mt 2,10), María, y acudid y contemplad al Niño divino que habita en esta Cuna (Lc 2,12). Donad lo que podáis al Niño Jesús. Donad vuestro corazón y vuestra vida, siguiendo el ejemplo de los humildes pastores (Lc 2,15); donar vuestro oro, vuestro incienso y vuestra mirra, siguiendo el ejemplo de los tres reyes venidos de oriente (Mt 2,11). Ahora más que nunca hace falta del ayuda de todos para manifestar la esencia y la sustancia de esta Iglesia.

Siguiendo el ejemplo de Jesús, queridos hermanos, queridos fieles y a vosotros, queridos jóvenes, nuevamente os digo: “Amaos los unos a los otros como Cristo os ama (Jn 13,34). Sed fuertes, sed fuertes y al mismo tiempo sed humildes, caritativos y obedientes a fin de que podáis mantener vuestra pureza de corazón para seguir viendo a Dios (Mt 5,8) y manifestar su Rostro a todas las gentes”.

Éste hoy quiero infundir en vuestro corazón en esta Fiesta solemne de la Epifanía, encomendándolos y consagrándolos nuevamente al Corazón Inmaculado de María, a fin de que el Amor de María pueda reinar en vuestro corazón y pueda reinar en el corazón de todos, de todos aquellos que quieren seguir la Estrella, de todos aquellos que viven levantando los ojos al Cielo para mirar la Estrella que ha surgido (Mt 2,2) y que quiere nuevamente conducir todos en esta última y segunda Gruta donde se manifiesta el Amor de Dios, donde el Dios Niño habita (Ez 37,27). Levantad los ojos al Cielo, no tengáis atajos, seguid a María, amadla con vuestro ser y seguid a su Luz. María es el Camino que conduce a Aquel que es Camino, Verdad y Vida (Jn 14,6).

Y como ha profetizado un gran santo enamorado de María: “por medio de la Santísima Virgen María vino Jesucristo al mundo y también por medio de ella debe reinar en el mundo”. Estas palabras se han cumplido y hoy nosotros agradecemos al Padre por habernos donado María, uniéndonos a Jesús en agradecer a María con la oración que Jesús aquí ha revelado a su Mozuela: “Nosotros Te agradecemos, María, por habernos dado Tu Hijo Jesús. Nosotros Te alabamos, María, por habernos acogido como Tus hijos. Nosotros Te bendecimos, María, por todo el Amor que nutres por nosotros; y a Tus pies pedimos perdón por todos los pecados del mundo; a Tus pies rogamos para que se terminen las guerras y las injusticias; a Tus pies gritamos fuerte: Manda, María, Tu Jesús a reinar junto a Ti entre nosotros” (Ap 12.1.5).

Aquí, en esta Tierra de Amor, todo se cumple. Y cada palabra no pasará hasta cuando no se haya cumplido en la totalidad (Mt 5,18). Y así sea.

Nelle traduzioni precedenti ho sempre utilizzato “tienda” per tradurre “tenda”. Mi sono resa conto, però, che lo spagnolo americano prevede l’uso di “carpa” per tradurre questo termine. Da ora in avanti, preferite che continui ad utilizzare “tienda” oppure preferite l’utilizzo di “carpa”.