Del Corazón Inmaculado ha brotado la Vida.
Permaneced en su Amor
Fiesta Solemne de la Inmaculada Concepción
Inicio del Año Litúrgico 2022
8 de diciembre de 2021
Evangelio: Lucas, Cap. 1, vv. 26-38
Homilía del Pontífice Samuele
Del Corazón Inmaculado de María el Verbo de Dios ha brotado (Lc 1,30-31; Ap 12,5). El Amor hecho carne del Cielo ha bajado (Jn 1,14) para encarnarse en el Corazón puro de aquella que por la gracia de Dios ha sido preservada del pecado original (Lc 1,28) para dar a luz el Salvador (Lc 2,11), a fin de que la luz de su Amor pudiese iluminar las gentes y donar la Vida (1Jn 1,1) a cuantos están muertos para el mundo, venciendo la muerte y el pecado (Rom 6,11.22), para habitar eternamente en la Ciudad Santa (Is 52,1), donde el Padre ha injertado su Árbol, aquel Árbol de Vida descrito por el Apóstol Juan, “en medio de la plaza, a una y otra margen del río, (…), que dan fruto doce veces, una vez cada mes; y sus hojas sirven de medicina para los gentiles” (Ap 22,2).
El Árbol siempre vivo en María ha brotado (Ap 2,7). Y aquellos que querrán dejarse aunar en este Redil (Mi 2,12), porque reconocerán la voz del único Pastor (Ez 37,24) que dona la Vida (Jn 10,11), serán curados y salvados eternamente.
Cristo Señor pacerá el Rebaño de Dios (Jn 10,16), aquel pequeño Resto del Israel de Dios profetizado y esperado (Is 10,20), para permitirle al Padre llevar a cumplimiento su Plan de Amor y de Redención para esta humanidad (Jer 31,7).
Este Resto, pequeño e insignificante a los ojos del mundo, pero grande y precioso ante los ojos de Dios (Is 28,5), crecerá en el número y en la fuerza santa (Jer 23,3), en la viva fe (Mt 21,22), cuanto más sabrá permanecer injertado en el Corazón puro y santo de Aquella que lo ha generado (Sab 7,24-26): María, la hija obediente que se ha hecho Sierva de su Señor (Lc 1,38); María, la Esposa (Lc 1,35a), Aquella que ha casado la voluntad del Padre llegando a ser, por gracia, Madre (Lc 1,35b), Madre de Dios y Madre Universal (Jn 19,26,27a); María, Aquella que el Padre ha coronado Reina del Cielo y de la Tierra y que, por la gracia otorgadle por el Padre Todopoderoso, tiene el poder de salvar (Jn 3,15): María, la Corredentora Universal (Lc 2,34-35).
Cuanto más, queridos hijos y hermanos, lograreis permanecer injertados en el Corazón Inmaculado de María, tanto más la gracia del Padre habitará en vosotros (Sal 35,8) y seguirá corriendo copiosa y abundante en vuestros corazones a fin de que, siguiendo el ejemplo de María, podáis despojaros de vuestra humanidad y ser revestidos por gracia de la divinidad (Sal 83,12), abrazándola y encarnándola como ha hecho la Mozuela de Dios.
Este es el tiempo en el cual cada fiel tiene que vivir con responsabilidad el propio llamado, como signo de madurez humana y espiritual (Gal 5,13). Cada uno, aún más desde hoy, siguiendo el ejemplo de María y a la luz de sus enseñanzas, está llamado a manifestar continuidad y madurez espiritual (Ef 4,13). Ya no simple fieles, sino hombres y mujeres rectos, cristianos auténticos, maduros en la fe, sabios y sapientes en actuar y hablar que, con equilibrio santo, manifiestan la pertenencia a la Madre Iglesia, expresión de María y de su Corazón Inmaculado (1P 1,15-16).
Éste es lo al cual todos hoy, en este inicio del nuevo año litúrgico, estamos llamados, para llegar a ser “nuevos”. Hoy sed, así como María es (Lv 20,7). Sea hoy el inicio nuevo del camino de vuestra vida, humana y cristiana. Hoy la Madre Iglesia os toma todos de la mano, para iniciar un camino de viraje, puro y santo, encomendando todos a María, a su Corazón Inmaculado, a fin de que cada ligazón con lo que es mundo y pecado sea cortado y quemado (Mt 7,19; 18,8-9), a fin de que la Llama viva de la Misericordia del Padre (Tb 3,2) queme toda impuridad, cure y cicatrice toda herida (Ez 36,29), para volver a donar vigor y calor, pureza y santidad, vitalidad y voluntad viva de servir y amar a Cristo y a sus hermanos (Col 3,5; 1 Ts 4,7; Stg 1,21), a María y a su Iglesia.
Despojáis del hombre viejo para revestiros de la divinidad (Jn 3,5). Siguiendo el ejemplo de María dejaos amantar por la gracia de Dios, imitando y encarnando las virtudes de Aquella que por Amor se ha hecho Mozuela (Lc 1,48a), amando a Dios y al prójimo (Mt 22,36-39). Refugiaos bajo su manto y refulgid de su luz, así como refulgen y más y más refulgirán su doce Estrellas, que coronan y adornan su Cabeza (Ap 12,1), aquellas doce Estrellas que recuerdan las doce Tribus de Israel (Gen 49,28; Ap 21,12), los doce santos Apóstoles (Lc 6,13), las doce columnas (Ap 21,14) que sustentan este Templo santo dedicado a la infinita Misericordia de Dios, aquellas doce columnas revestidas del blanco puro, que reconduce a la pureza de María, ceñidas del oro de la majestad de Cristo. Estas columnas sustentarán todos aquellos que querrán acoger y llegar a ser templo del Espíritu Santo (1Cor 3,16; 6,19), permaneciendo anclados a la verdadera fe, cristiana y mariana, para derramar a todos el único Amor que salva (Is 62,1), el único Amor que es Vida: Cristo, el Dios Uno y Trino (1Jn 4,9).
En esta concienciación, queridos hijos y hermanos, sabed amaros con un Amor nuevo, el Amor que es Vida (Gd 21); haced circular el amor recíproco y universal, porque del amor que lograreis donaros seremos y seréis reconocidos, como los hijos de Cristo y de María, como los hijos del Amor (Jn 13,34-35; 1 Jn 3,16).
Cristo es Amor, puro y santo que habita en María (1Jn 4,16), la Ciudad pura y santa, María Nueva Jerusalén (Ap 21,2) que el Padre ha colmado de su gracia, generándola en el Amor antes que el tiempo fuese, generándola en su pensamiento de Padre Todopoderoso, omnisciente y omnividente, escogiéndola entre todas las mujeres (Lc 1,42) y preservándola del pecado original. He aquí la Inmaculada. He aquí la llena de gracia, el Amor que contiene el infinito Amor, Aquella que, llamada a acoger en su Seno virginal la divinidad, habiéndola acogida y encarnada, ha llegado a ser uno con Ella, dejándose amantar e impregnar por la gracia del Padre, que todo se ha donado en Aquella que toda a Él se ha donado (Lc 1,35), en un entrelazo de Amor puro y santo, como puro y santo es Su Corazón Inmaculado.
He aquí la correspondencia de Amor entre el Padre y María. En María la gracia del Padre todo ha podido porque María todo se ha dejado hacer por el Padre, haciéndose instrumento dócil en las manos del Creador (Lc 1,46-49).
Este es el ejemplo actual y vivo para todos y, en particular, para vosotros, queridos jóvenes, que amáis a Jesús y queréis imitarlo en la totalidad (Mt 11,29). Cuanto más dóciles seréis a su voluntad, tanto más el Padre Todopoderoso podrá servirse de vosotros como le gusta a Él (Jn 9,31), colmándoos de su gracia, como también ha hecho con esta Mozuela, María Giuseppina Norcia, que por toda su vida ha actuado y rezado encomendándose al Padre, diciéndole: “Haz de mi lo que te guste. Hágase tu voluntad” (cfr. Mt 6,10). María Giuseppina Norcia se ha anulado para encarnar en su corazón el Niño divino bajado del Cielo, dejándose moldear por la gracia de Dios, dejándose llenar de aquella gracia que es Amor, llegando a ser uno con el Amor bajado del Cielo, encerrándolo y guardándolo en su Corazón puro y santo, para luego donarlo gratuitamente a todos aquellos que el Padre a lo largo del tiempo y con tiempo le habría enviado y encomendado (Sab 3,9). Al hacerlo, llena de la gracia del Padre, Ella ha logrado, por obra del Espíritu Santo, generar el Amor por Cristo Señor en el corazón de muchos jóvenes que, como vosotros, han venido aquí para encontrar el Amor hecho Persona (2Cor 13,13), para vivir el cumplimiento de las promesas de Dios Padre Todopoderoso (Is 11,1-12), que en la Nueva Jerusalén ahora se cumplen en la totalidad (Ap 21,3-4).
Si queréis vencer, queridos jóvenes, así como María ha vencido, tenéis que despejar el corazón de toda impuridad (Ef 5,3). Sed humildes, dóciles y obedientes a la voluntad del Padre (1P 1,14). Acogedla y amadla más que vuestra misma vida y nada os faltará. Confiad en el Padre y encomendaos a Aquella que es Madre (1Jn 3,21). Desead más que todo encarnar la pureza de su Corazón Inmaculado (Sal 50,12; 72,1). Hoy es el día para invocar su gracia y su bendición, seguros de recibirla y de obtenerla. Sed puros y listos, vivos y santos (Pr 22,11). Imitad la toda pura. Más obedientes seréis, y más seréis puros. Más puros seréis y más seréis humildes, dóciles, listos y vivos en practicar la voluntad de Dios. Sólo los puros de corazón pueden amar a Dios, viéndolo y contemplando su rostro en la totalidad (2Tm 2,22; 1P 2,2). Sólo quien se hace pequeño por amor de Dios puede contemplar las delicias y comprender los tesoros de Dios (Ap 19,8): ser pequeños ante el mundo pero grandes ante los ojos del Padre (Lc 10,21), única Fuente de Vida (Jn 1,14), única Fuente de Amor (Jn 15,9), para manifestarse como verdaderos hombres y cristianos auténticos, manifestando con docilidad la verdadera fe, manifestando el verdadero amor a Dios y a los hermanos (Mc 12,28-31), para poder imitar la unión que hay entre la Madre y el Hijo, entre el Hijo y la Madre (Jn 2,4-5), que es la expresión más alta de la verdadera fraternidad querida por el Padre. Un concepto de fraternidad, este, que la humanidad nunca podrá comprender y aceptar, pero que quien se dejará llenar del Espíritu Santo (1Jn 3,24) y hacer nuevo no sólo comprenderá, sino vivirá y apreciará y contemplará en la plenitud.
Éste significa comprender y vivir el Reino y verlo realizado en su esplendor (Is 9,6; Mt 13,43), para manifestar en Tierra la fila de los santos que, unidos a los santos del Cielos, forma la Armada de María, su milicia, hecha de corazones y almas santas que quieren devolver el Amor por Cristo en el centro del corazón de todos y en el centro de todo (Ap 11,17; 19,6).
El Arcángel Miguel está listo con su milicia para avanzar. Al mando de Dios, Miguel golpeará y destruirá lo que es pecado (Ap 12,7-9), la ciudad símbolo de la idolatría (Ap 17,5) que ha declarado la guerra contra la Ciudad santa y sus habitantes (Ap 18,21). Con ellos caerán aquellos que han fornicado con ella y que se han ofrecido a hacer lo que es mal ante los ojos de Dios (Ap 17,2; 18,9).
Otras estrellas que ya no emanan luz caerán (Ap 12,3-4a). Y su caída causará sensación y clamor. Muchos serán los desterrados y los náufragos, los desplazados que ya no tendrán casa (Ap 18,4). Vosotros, queridos hijos y hermanos, sed listos para acoger en esta Isla Blanca donde es y será preservada la pureza de la fe, morada del Amor, estos desterrados y prófugos del espíritu (Ap 19,9; 20,6), utilizando las virtudes de la humildad (Flp 2,3) y de la caridad (1Cor 13,1-8). Como gratuitamente habéis recibido, así gratuitamente dad: dad amor, poniéndoos a su servicio (Jn 15,17) y alejando, con todas vuestras fuerzas, la tentación de querer dar lecciones (Rom 12,10), porque llamados a trabajar en la Viña del Señor quien a la primera, quien a la tercera, quien a la sexta, quien a la nona hora (Mt 20,1-8). Sed hermanos, erguíos por caridad y amor y dejad al Espíritu, que es Cristo Señor y que habita en María, la tarea de guiar e instruir quien aquí llegará (Jn 16,13).
Vosotros dad amor, sed amor, infinito y total amor, a fin de que se pueda ser todos uno en Cristo Señor (Jn 17,21-23), un solo Cuerpo formado por muchos miembros (Rom 12,4-5) operosas y operantes, humildes y alegres por trabajar en la Viña del Padre (Jn 15,1), deseosas de imitar María, la Eterna Mozuela, en la perfección, para dar mucho fruto (Jn 15,5), queriendo encarnar una tras la otra todas sus virtudes (Mt 5,3-11), para ser encontrados perfectos y ser, así, llenados por la gracia abundante del Padre, para llegar a ser, por gracia, como Ella es. Y así sea.
Nella versione in spagnolo, tra queste due frasi c’è questa aggiunta: “hay arboles de vida”. Nella presente traduzione ho evitato di inserirla in quanto sarebbe ridondante