El abrazo de amor, de corazón a corazón,
entre Santa Mesia y la Mozuela de Dios

20 de mayo de 2020
Meditación del Día

En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Queridos fieles, viva está en nuestros corazones la alegría por estos días de fiesta que estamos viviendo juntos. El 13 de mayo hemos meditado sobre el encuentro íntimo entre María Giuseppina Norcia y Santa Mesia, la mártir romana vivida en el tiempo de la persecución de los primeros cristianos aparecida a la Mozuela de Dios aquel día para prepararla al encuentro que Ella habría tenido el 15 de mayo con Jesús, María Santísima y San Miguel Arcángel. Y en aquel 15 de mayo María Giuseppina ha proclamado Su “sí”. Un “sí” eterno, incondicional, a Jesús para ayudar a Jesús en la misión de Salvación que el Cielo ha encomendado a esta Mozuela.

El 19 de mayo Jesús, como había prometido, ha vuelto a María Giuseppina, junto a María Santísima y a Santa Mesia para curarla de aquel mal incurable que había sido diagnosticado a la Mozuela de Dios; y en aquella ocasión Jesús, operándola y curándola, asistido por Santa Mesia y por María Santísima Le dijo: “Ves, a Mi nada es imposible. Quien pide recibe, quien ama será amado”. Aquellas palabras de Cielo permanecieron grabadas en el corazón de la Mozuela de Dios, así como están grabadas en nuestros corazones, que más y más meditamos sobre la infinita confianza que tenemos que depositar en Jesús y en María Santísima. Jesús, el Redentor, todo puede; María, la Corredentora, todo puede: esta es nuestra confianza y nuestra viva fe.

Hoy, 20 de mayo, hay otra recurrencia íntima que concierne la vida de la Mozuela de Dios y, otra vez más, de Santa Mesia. De hecho, aquel 20 de mayo de 1974, la Mozuela de Dios ha nuevamente encontrado a Santa Mesia, en un abrazo fraternal vivo y santo, en la unión de los dos corazones que, encontrándose, han latido al unísono. Este encuentro ha ocurrido en la iglesia del castillo de Alvito donde María Giuseppina Norcia, junto a la hija Anna, ha ido aquel 20 de mayo para poderse unir a Santa Mesia que, saliendo de la urna, se ha manifestado yendo hacia María Giuseppina, abrazándola en un abrazo eterno, de amor infinito.

Grande ha sido la alegría de la Mozuela de Dios, al haber probado esta experiencia inolvidable, que La ha ligado íntimamente a Santa Mesia de corazón a corazón, a lo largo de toda su vida.

Viva está la gratitud que la Mozuela de Dios ha querido manifestar a esta Santa por haberla acompañada en aquella semana tan decisiva por su misión de Salvación, por su vida.

Desde el encuentro íntimo del 13 de mayo, hasta aquel encuentro del 20 de mayo, día del abrazo e de la unión de dos corazones.

Nosotros hoy agradecemos a Santa Mesia y la recordamos de manera particular, por Su íntima unión a la Mozuela de Dios, por haberla acompañada y ayudada preparándola a aquel encuentro, por el cual nosotros agradecemos, nos postramos, con adoración, agradeciendo al Señor para haber llamado a la Mozuela de Dios. Nos inclinamos delante de esta gran Mujer que, gracias a Su “sí” proclamado a Dios Uno y Trino, ha vuelto a dar una nueva esperanza de salvación para la cristiandad y para la humanidad entera. Éste hoy, desde el fondo de nuestro corazón, queremos vivir, recordando aquellos momentos para interiorizarlos, meditarlos y hacerlos nuestros, para que también nosotros, siguiendo el ejemplo de la Mozuela de Dios, podamos más y más hacernos dóciles a la voluntad del Cielo para abrazar aquella voluntad y llevarla a cumplimiento en la totalidad, así como Ella ha hecho.

En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.