Juan Pablo II y la Nueva Alianza restablecida
en la Iglesia Cristiana Universal

2 de abril de 2020
Meditación del Día

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

En este día, 2 de abril, recordamos de manera particular el Pontífice Juan Pablo II, que en este día, hace 15 años ha sido llamado por el Padre a subir al Cielo. Muchos se acuerdan de papa Juan Pablo II como aquel que ha se ha mantenido fiel a Dios, queriendo perseverar en el propio mandato hasta el fondo, sin nunca faltar, a pesar del atentado a su vida, a pesar de la enfermedad física, a pesar de muchos atentados a su espíritu, de quien ha intentado de todas maneras obstaculizarlo y atacarlo, sobre todo desde el interior, como cuando en los últimos años de pontificado muchos han intentado hacerlo desistir. Pero este hombre, fuerte en el espíritu, enamorado y consagrado a María Santísima – todos nos acordamos de su lema Totus Tuus – ha mantenido viva su mirada hacia Cristo y hacia María, ayudando con el propio ejemplo muchos cristianos a permanecer fieles, a permanecer en alianza con Dios. Juan Pablo II no ha traicionado la alianza con Jesús, se ha mantenido fiel. Dios establece Su Alianza con Su pueblo, con tal que el pueblo y la guía del pueblo Le permanezca fiel.

Esta es la condición que Dios dio a Abrahán al tiempo de la primera Alianza, como está escrito en libro del Génesis. Abrahán ha permanecido fiel, pero progresivamente el pueblo y los jefes de aquel pueblo han traicionado aquella Alianza, hasta llegar a matar a Jesús, el Hijo de Dios.

Este nuevamente ha pasado ahora, donde los jefes del pueblo de los cristianos han traicionado la Nueva Alianza establecida por el Padre, renegando de las enseñanzas de Jesús, y llegando a traicionar el Espíritu Santo, bajado del Cielo en esta Tierra de Amor, para adorar a otros ídolos y ya no adorar y dar culto solo y solamente al Dios Uno y Trino; llegando a enseñar nuevas doctrinas; llegando a enseñar que todos somos igualmente hijos de Dios, y no sólo quien se hace bautizar en el nombre de Jesús, a través del Bautismo.

El Bautismo es un sacramento, el primer sacramento que marca el comienzo de la vida de los cristianos, de aquellos que quieren llegar a ser hijos en Jesús. El Bautismo no es solamente “una tarjeta”, así como también hoy otros han dicho y siguen – falsamente – enseñando. No. El Bautismo es el sacramento que dona la vida en Cristo, con Cristo, por Cristo, a través del cual se llega a ser hijos de Dios en Jesucristo. Quien no se hace bautizar en el Nombre de Jesús no llega a ser hijo, sino que permanece criatura de Dios. La diferencia es esencial y sustancial. Para poder permanecer en comunión con Jesús, tomar parte de Su Misterio Eucarístico, a Su Misterio de la Salvación estamos llamados a llegar a ser hijos en Cristo, a través del Bautismo. Quien enseña otras doctrinas, no es de Dios; no reconoce el único Espíritu que proviene del Padre y del Hijo; ya no reconoce a Jesús como único Camino que el Padre nos ha donado para llegar a la Salvación. Al hacerlo se traiciona, se ha traicionado, la Alianza del Padre y ya no se está en comunión con Su Corazón. Este es lo que ha pasado también hoy con los vértices de una casa que antes era y que ahora no es más. Una casa que nuevamente ha traicionado la Alianza.

Pero esta no es la enseñanza de Juan Pablo II, que se ha mantenido fiel a Jesús. Y esta no es la enseñanza del sucesor de Juan Pablo II, Benedicto XVI, fiel amigo del papa polaco. Pero después de ellos, todo se ha inexorablemente derrumbado: la Alianza hecha nueva ha sido traicionada, la casa que habría debido permanecer fiel a Dios ha traicionado aquel Pacto de Alianza Nueva, renegando del Espíritu Santo para adorar a otro espíritu, otros espíritus, otros ídolos, también llevados recientemente en procesión al interior de la basílica más importante de aquella casa.

He aquí esta Iglesia, que quiere proseguir el camino de los amigos de Jesús: los apóstoles, los santos y los mártires y de todos los sucesores verdaderos de Pedro. Esta Iglesia que reconoce la obra de Juan Pablo II y que reconoce la obra del sucesor Benedicto XVI. Después de ellos la Alianza entre Dios Padre Todopoderoso y los vértices de aquella casa se ha interrumpido, y el Padre ha querido constituir esta Iglesia para mantener con vida y renovar en Cristo, con Cristo y por Cristo la Alianza Nueva, refundándola y reconstruyéndola.

He aquí el Niño Jesús bajado del Cielo para refundar la Alianza Nueva, estipulando un Nuevo Pacto de Alianza con esta Casa, con esta Iglesia, Cristiana y Universal, de la Nueva Jerusalén.

He aquí que las Escrituras se cumplen. Juan Pablo II ha vivido para mantenerse fiel a Cristo y a María. Y así esta Iglesia hoy lo recuerda, y quiere rendirle homenaje a fin de que desde el Cielo, en la Comunión viva, este Pontífice permanecido fiel a Cristo y a María pueda ayudar todos nosotros a guardar la verdadera doctrina, Cristo, y Su enseñanza auténtica.

En comunión con el corazón de este Pontífice, Jesús nos bendiga de manera particular, junto a Su Madre.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.