La virtud de la Fuerza

30 de junio de 2020
Meditación del Día

En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Hoy quiero hablaros de la virtud de la Fuerza, una de las virtudes más bellas, que ha caracterizado la vida de María Giuseppina Norcia, la Mozuela de Dios, que nunca se ha doblegado a las lógicas del mundo, sino que con determinación santa siempre ha sido animada por la Fuerza divina para llevar a cumplimiento hasta el fondo el llamado recibido por el Padre.

Tras haber proclamado el proprio “Sí” al llamado de Jesús aquel 15 de mayo de 1974, María Giuseppina Norcia ha renovado el propio “Sí” todos los días, con Fuerza viva, hasta el 5 de julio de 2008, cuando el Padre La ha llamado para subir al Cielo.

La Mozuela de Dios ha encarnado la Fuerza de espíritu, de corazón y de voluntad que La ha hecho obediente a Dios en la totalidad, sin jamás retroceder frente a las dificultades y a las incomprensiones que Ella ha debido enfrentar a lo largo de Su vida, yendo contra el pensamiento dominante de este mundo que es contrario a la lógica de Dios.

He aquí que todas aquellas que quieren llegar a ser verdaderas siervas de María, siguiendo el ejemplo de la Mozuela de Dios, deben desear encarnar la virtud de la Fuerza.

La virtud de la Fuerza se alimenta con la incesante oración y con la viva fe en Cristo y María. Quien es fuerte, se abandona totalmente a la voluntad del Padre, deseando hacer morir el propio yo en la totalidad para llegar a ser totalmente instrumentos de Dios, perfectos en las manos del Creador, en la concienciación de que Dios todo puede.

«Todo lo puedo en Aquel que me conforta»: esta es la íntima convicción que nos ha transmitido San Pablo, el Apóstol de todas las gentes, que todo se ha anulado para servir totalmente a Su Cristo, así como ha hecho Juan el Bautista, que nada se ha guardado para Sí mismo, sino que todo se ha donado por amor de la Verdad, que Él siempre ha proclamado, con sinceridad viva y total, sin hacer caso de los poderosos del mundo o de las conveniencias personales o del momento. Por esto Jesús nos enseña que el Reino de los Cielos sufre violencia, y sólo los violentos lo arrebatan: he aquí los fuertes, he aquí aquellos que hacen de la Fuerza santa la propia virtud, no temiendo ser violentos con el propio yo, tal de abandonarse totalmente a Dios para llegar a ser Su instrumentos y hacer hasta el fondo Su voluntad de Padre, de Hijo y de Espíritu Santo, así como ha hecho el Bautista que ha combatido con la Fuerza de la fe, con la Fuerza de la oración, con la Fuerza de la palabra la violencia del espíritu inmundo que ahora, en estos tiempos aún más, ataca a los hijos de Dios.

Es esta la determinación santa que ha caracterizado la vida de la Mozuela de Dios, que todos los días se ha encomendado a Jesús, repitiendo sin parar Su eterna oración: «Te amo, Jesús, te amo mucho; me encomiendo a Ti, no me dejes sola. Haz de mi lo que Te agrada: hágase Tu voluntad». He aquí Su abandono, amoroso y total, en las manos del Padre, confiando siempre en Su ayuda y en Su omnipotencia, sabiendo que nada es imposible para Dios, esta es la certeza que La ha hecho fuerte.

La Mozuela de Dios nunca ha renegado del Padre, sino que siempre se ha erigido para defender con Fuerza el Misterio de Dios, para defender con Fuerza todos los hijos que en el tiempo el Padre Le ha encomendado, defendiéndolos de todos los detractores y de todos los traidores, porque Ella ha amado siempre y sólo a Dios sobre todas las cosas, sobre todo bien material y sobre todo afecto humano.

En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.