La virtud de la Pureza
28 de junio de 2020
Meditación del Día
En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Hoy quiero meditar junto a vosotros sobre la virtud de la Pureza, que ha caracterizado la vida de la Mozuela de Dios, desde Su nacimiento hasta aquel día – 5 de julio – en la cual Ella ha sido llamada por el Padre, para luego subir hacia aquel Cielo que desde siempre Le pertenecía.
La Pureza es una de las virtudes más bellas, y está totalmente unida a la virtud de la Obediencia y a la virtud de la Humildad. La Pureza abraza más dimensiones: la del corazón, entonces la del cuerpo, la de la mente, y la del alma, y así abraza el espíritu.
Quien quiere ser puro, tiene que serlo en cada dimensión. A fin de que el corazón y el cuerpo permanezcan puros, la mente debe ser preservada de los malos pensamientos, y de todo lo que es impuro. El ojo, que es el espejo del alma, debe nutrirse de lo que es santo para no transmitir a la mente impulsos no santos que, inevitablemente, llevan la mente a soliviantar el corazón y a hacer caer el cuerpo. El corazón y el cuerpo deben permanecer puros. El cuerpo es tiemplo del Espíritu Santo. Si el corazón y el cuerpo se contaminan con lo que no es santo, el veneno del pecado entra y el espíritu entra en sufrimiento a causa del pecado y el pecado ahoga y encarcela el espíritu, haciendo perder al espíritu la ligereza que hace volar hacia el infinito de Dios, haciendo faltar al alma la nutrición santa, la linfa vital que le llega de ser en gracia de Dios.
Quien quiere mantenerse puro, mire a María, la toda Bella, la toda Pura, la toda Santa. María ha preservado el Corazón, entonces el Cuerpo, la Mente y el Alma de todo pecado, de toda mancha, haciendo volar Su Espíritu hacia el infinito de Dios, llegando a contenerlo. La toda Pura ha hallado gracia hacia Dios, para generar en pureza el Salvador, Cristo, Luz de todas gentes.
La Nueva Jerusalén, la Tierra que el Padre ha donado a Sus hijos, está impregnada del amor de María y Su Pureza invade esta Isla, que es Blanca, Pura, porque querida por el Padre para preservar la Pureza de la fe en el mundo entero. El Espíritu de la Inmaculada aquí está vivo, vencerá y conducirá todos aquellos que tomando de Su mano están en camino para habitar en Aquel Corazón, que es el Jardín del Edén del Padre.
Quien quiere ser puro, sea obediente a la voluntad del Padre, siguiendo el ejemplo de María. Jesús nos enseña que la obediencia nos hace ser perfectos y verdaderos. En la obediencia está la caridad y el amor hacia Dios y hacia el prójimo; y con la pureza cada hijo y cada hija eleva la propia mirada a Dios, contemplando Sus maravillas, contemplando Su Obra más bella frente a la cual se inclinan reverentes los ángeles y los santos; Aquella frente a la cual el enemigo de Dios se huye espantado. María, la toda Bella, la toda Pura, la toda Santa.
En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.