María de Fátima, la mártir Mesia
y la preparación de la Nueva Jerusalén

13 de mayo de 2020
Meditación del Día

En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Queridos fieles, en este día santo el Amor de Cristo y el Amor de María está vivo, para todos los hijos de Dios, para todos aquellos que animados por la buena voluntad están en búsqueda de la Verdad, que es Cristo Camino, Verdad y Vida.

En este día la Madre Iglesia honora a María, aparecida por primera vez en 1917 en Fátima, en una de las revelaciones marianas más importantes de la historia de Dios. El Padre ha enviado a María para advertir a todos Sus hijos, para empujarlos a mantener con vida la fe en Cristo, único Señor y Salvador; pero sobre todo para invitar a muchos a la conversión, que ya no estaban dispuestos a cumplir la voluntad del Padre, que ya no estaban dispuestos a amar y a servir al Espíritu Santo manteniéndose fieles a Cristo, sin apostatar.

Las palabras de la Virgen Santa no han sido escuchadas, no han sido puestas en práctica por muchos que, pertenecientes al patio de la Iglesia de Roma, en vez de cambiar de vida han seguido haciendo lo que es mal a los ojos del Padre. Y el miedo de las repercusiones y la evidencia de las propias faltas ha hecho que fuese obscurecida aquella parte revelada por la Virgen Santa a Sor Lucía, que he podido visitar en Coímbra. En aquellas palabras reveladas por la Virgen Santa se comprende que la fe verdadera ha sido puesta en riesgo y cancelada en muchos corazones.

He aquí, así, la herida mortal infligida a la fe verdadera; y he aquí también el martirio sufrido por quien quiere ser testigo de la verdadera fe, para llegar a la imagen del custodio de la fe herido mortalmente. Pero en aquella Revelación está viva la acción del Espíritu que todo anima y que no ha permitido que aquella herida llegase a ser totalmente mortal. He aquí el bálsamo. He aquí la acción del Espíritu que habría permitido a la verdadera fe no derrumbarse, conduciendo los hijos de Dios en la Nueva Jerusalén.

Y hoy, para la Nueva Jerusalén, es un día importante, día de preparación. En este 13 de mayo, María Giuseppina Norcia conoció a Santa Mesia, una mártir vivida al tiempo de la persecución de los romanos, que en 1974 – 13 de mayo de 1974 – apareció a la Mozuela de Dios, manifestándose y preparando María Giuseppina a la gran Revelación que Ella ha vivido dos días después, el 15 de mayo de aquel 1974: día de la aparición de Jesús, de María y de San Miguel Arcángel; día en el cual la Mozuela de Dios ha proclamado Su Sí al Señor.

Santa Mesia ha tenido y tiene una tarea importante en este gran Misterio de Salvación. Ella ha permanecido intima y espiritualmente unida a la misión de María Giuseppina, manifestándose a Su Corazón en muchas ocasiones, siempre manifestando cercanía y amor por la Mozuela de Dios.

Nosotros, hijos de la Madre Iglesia, nos unimos hoy a la mártir Mesia, ofreciendo a Jesús todo nuestro sufrimiento, ofreciendo a Jesús todo nuestro martirio, visible e invisible, para la purificación de nuestro corazón, y ofreciendo todo para hacer vencer y triunfar el Corazón de María, que se ha revelado en la Nueva Jerusalén el 15 de mayo de 1974 a las 14:30.

He aquí nuestro amor por María, que estamos listos para celebrar y manifestar el 15 de mayo y cada día de nuestra vida.

En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo