Siempre continuará la devoción a San José,
hombre justo y santo

31 de marzo de 2021
Meditación del Día

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Queridos hermanos y queridas hermanas, grande ha sido la devoción de los fieles de la Madre Iglesia a San José en este mes de marzo, que hoy llega a su fin. Pero, lo que continua y continuará es la gran devoción de los hijos de Dios hacia este gran Hombre, justo y santo.

El mundo no ha comprendido el amor de Jesús por él. Con mayor razón, nosotros, queremos encarnar su ejemplo, sus virtudes, y llevar su ejemplo a todos, a fin de que el mundo de buena voluntad vea, comprenda y ame a San José, agradeciéndolo así como eternamente lo ha agradecido Jesús, por la viva protección que el Santo Custodio le ha donado, sobre todo cuando el pequeño Jesús se encontraba en peligro de muerte, cuando los lobos famélicos habrían querido interceptar su perfume para destrozar su cuerpo. Por esto Jesús lo ha llamado y lo llama “Padre” queriendo reconocerle su gran amor por el gran sacrificio que este santo hombre le ha donado.

Nosotros también, hoy, amamos a San José y queremos manifestarle nuestra total devoción, agradeciéndolo por lo que ha hecho para proteger y amar a María Santísima, para proteger y amar al Niño Jesús. Quien de verdad quiere encarnar el espíritu cristiano está llamado a amar a San José en la totalidad. De hecho, es amando a San José que crecerá el amor por María Santísima, la Corredentora; y, en un crescendo, es amando a María que más y más crecerá el amor por Jesús, el Redentor, en el único amor indivisible que une Madre e Hijo, Hijo y Madre, aquel amor que San José había comprendido bien. San José se ha inclinado ante aquella ligazón indivisible, ante aquel único Amor, para contemplarlo, comprenderlo y vivirlo más y más. Aquel único Amor ha impregnado totalmente la persona de José, permitiéndole uniformarse a la voluntad del Padre en la totalidad, para ser instruido y guiado en todo instante de su vida. Al hacerlo, San José ha llegado a ser el instrumento privilegiado en las manos de Dios, que por esta obediencia y disposición de ánimo le ha encomendado cuanto más valioso estaba sobre la tierra: el Verbo de Dios, hecho carne; y su Obra más bella, María.

Hoy la santidad de San José nos introduce al Misterio del Triduo Pascual, al Misterio del domingo de Resurrección que San José ha coparticipado en unión espiritual con María Su Esposa y con Su Jesús, en la espera que Su Hijo, venciendo la muerte, abriese de par en par, para todos, las puertas del Paraíso, aquellas puertas que el glorioso San José ha atravesado triunfalmente, acogido por los ángeles y los santos que, reverentes, han alabado el Custodio de los custodios, aquel que ha ofrecido la propia vida por amor de Jesús y de María, haciendo triunfar el espíritu, renunciando incluso a una parte de sus lazos de sangre.

Alabanza y honor a ti, glorioso San José. Reverentes a ti dirigimos nuestra súplica, a fin de que cada uno de nosotros, siguiendo tu ejemplo, pueda siempre responder “sí” al llamado recibido y dar fruto, amando a María y amando a Jesús como has hecho tú. Y así sea.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.