10 de septiembre 2023

Evangelio de Lucas, capìtulo 14, 16-35

 

El le respondió: «Un hombre dio una gran cena y convidó a muchos; a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los invitados: «Venid, que ya está todo preparado.» Pero todos a una empezaron a excusarse. El primero le dijo: «He comprado un campo y tengo que ir a verlo; te ruego me dispenses.» Y otro dijo: «He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego me dispenses.» Otro dijo: «Me he casado, y por eso no puedo ir.» «Regresó el siervo y se lo contó a su señor. Entonces, airado el dueño de la casa, dijo a su siervo: «Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad, y haz entrar aquí a los pobres y lisiados, y ciegos y cojos.» Dijo el siervo: «Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía hay sitio.» Dijo el señor al siervo: «Sal a los caminos y cercas, y obliga a entrar hasta que se llene mi casa.» Porque os digo que ninguno de aquellos invitados probará mi cena». Caminaba con él mucha gente, y volviéndose les dijo: «Si alguno viene donde mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío. El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío. «Porque ¿quién de vosotros, que quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, y ver si tiene para acabarla? No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo: «Este comenzó a edificar y no pudo terminar.» O ¿qué rey, que sale a enfrentarse contra otro rey, no se sienta antes y delibera si con 10.000 puede salir al paso del que viene contra él con 20.000? Y si no, cuando está todavía lejos, envía una embajada para pedir condiciones de paz. Pues, de igual manera, cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío. «Buena es la sal; mas si también la sal se desvirtúa, ¿con qué se la sazonará? No es útil ni para la tierra ni para el estercolero; la tiran afuera. El que tenga oídos para oír, que oiga».